Siempre es difícil hablar de los tiempos pasados. He leído cientos de crónicas eclesiásticas que narraban la Historia del Imperio y los Mares Tranquilos, repetida hasta la saciedad una y otra vez con todo lujo de detalles acerca de batallas, reyes, obispos, milagros y construcción de castillos y burgos. Puedo jurar por el Creador que nunca encontré dos de estos escritos que contase una versión idéntica de un mismo suceso. Eso da que sospechar. Sumemos a eso la clarísima exageración en las cifras recogidas acerca de ejércitos, barcos, reses, enemigos, piezas de oro e incluso años de reinado o habitantes de un lugar. Y la inexactitud de los mapas que, comparados unos con otros, son contradictorios. No da mucho lugar a un estudio serio acerca de la historia de nuestro pasado. Empiezo pues este cometido con humildad a pesar de que mi objetivo es inmenso: dar un poco de sentido al enorme enigma que es la Historia. Opino que esto arrojará un poco de luz al misterio de nuestra propia existencia, comprender de dónde venimos, quiénes somos y el porqué de las cosas. Sin eso no somos mucho, gentes que habitan ciudades amuralladas, que viven y mueren sin más.

Por otro lado invito al lector de este libro a poner en duda todo lo que yo le cuente. Yo haría lo mismo.

Introducción a la Historia de los Mares Tranquilos,
por Giles Wolpe
mago de la Orden de la Estrella
Torre de las Tormentas, Akenar
año 1081 DS.


EL ORBE
 

Los eruditos solemos llamar Orbe al mundo pues desde tiempos del filósofo y pensador vúlparo Hístenes se sabe que nuestra tierra tiene forma más o menos esférica, a pesar de que el sentido común nos dicte -a priori- que el mundo es plano, y de hecho mucha gente todavía cree esto en Akenar. Todos los pueblos que habitan el Orbe tienen su interpretación de cómo es el Universo, de quién creó el mundo y, en general, del origen de todas las cosas. Algunos creen en dioses únicos, otros muchos en panteones divinos politeistas, otros en la Ley y el Caos, incluso algunos sólo creen lo que les muestran sus sentidos y en la ciencia. Así mismo hay numerosos tratados y teorías astronómicas acerca de la disposición del Orbe en el Cosmos, acerca de las estrellas, cometas y otros planetas que lo rodean, del Sol y de las dos lunas a las que llamamos Luna y Seluna. Algunos piensan que el Orbe es el centro de todo, otros opinan que no es más que un planeta en una inmensidad de cuerpos celestes y planos astrales. Lo único realmente cierto es que nadie sabe con certeza absoluta por qué el mundo es mundo ni quién creó qué.
 

 

LAS ÉPOCAS MITOLÓGICAS DEL ORBE

 

Existen numerosas leyendas que nos hablan de cómo el Orbe llegó a ser lo que es y muchas de ellas, incluso pertenecientes a lugares muy lejanos entre sí, coinciden en que existió una época remota en la que el mundo lo poblaban sólo árboles, bestias y animales. Los valles estaban vacíos y las montañas aún no habían sido erosionadas por los vientos. Y durante muchísimo tiempo así fue el Orbe.

 

Sucedió -según los mitos- que dos pueblos de origen desconocido empezaron a habitar el mundo. Eran muy pocos y vivían regidos por el día y la noche, por el verano y el invierno. Unos eran llamados gardios y los otros antiguos. Los gardios habitaban la isla de Akgard y los antiguos la isla de Antigua, cada una de las cuales estaba en un lugar opuesto del Orbe. 

 

Los gardios eran una especie de hombres con grandes poderes mágicos. Según las leyendas, nacieron en las Cimas de Fuego, unos inmensos volcanes situados en Akgard donde la magia era muy poderosa, tanto que les hizo inmortales. Ningún gardio moriría nunca de vejez.

 

Los antiguos eran una especie faérica, de hadas. Su magia era poderosa y provenía de los ríos sagrados, de la tierra, de las dos lunas y de los espíritus de las cosas y animales.

 

Durante muchos siglos ambas razas habitaron en el Orbe sin saber una de la otra siquiera. Pero todas las leyendas coinciden en que, cuando finalmente se encontraron, fue el principio de una larga enemistad. Su enfrentamiento duró mucho tiempo y los condujo a lo que muchos llaman Guerra de Sangre. Apenas sabemos nada de esta guerra salvo que la mayor parte de gardios y antiguos perdieron la vida en ella, junto con muchas de las razas menores que empezaban a poblar el Orbe (elfos, enanos, hombres y orcos). Las primeras ciudades fueron arrasadas y olvidadas.

 

Cuando finalmente la guerra se decantaba del lado de los gardios, los antiguos decidieron que si el Orbe no era suyo no sería de nadie e iniciaron un ritual para acabar con el mundo -y su magia-, el llamado Ritual de Sangre. Fue un gardio llamado Amón el que evitó que el ritual llegase a su fin, en un último ataque a la ciudad de Antigua. Cortó el poderoso conjuro pero no evitó todas sus consecuencias: un cataclismo sin precedentes devastó todo, la magia en el Orbe fue aniquilada casi en su mayor parte y muchísimos sitios fueron destruidos o desaparecieron entre escombros, ambas civilizaciones desaparecieron casi al completo...

Los pocos gardios que sobrevivieron, apenas un centenar, se refugiaron en Akgard, su isla, y juraron no volver a la guerra nunca más...

De los antiguos, según las leyendas, sólo sobrevivieron tres. El resto no murieron sino que sufrieron un destino mucho peor... su Pecado -el intentar la destrucción del mundo- fue duramente castigado por sus dioses Corelion y Hadex y fueron malditos... dejaron Antigua pues era terreno sagrado y se fueron al Este, a esconderse en unas tierras a las que en los siglos venideros se llamaría Vorgia...

Las razas menores -y aquí es donde los mitos empiezan a diverger en gran medida- fueron liberadas de sus respectivos amos. Se puede interpretar que tanto  hombres como orcos habían sido esclavos de los gardios; de la misma forma, elfos y enanos se habrían liberado de los Antiguos. Así, las razas y se dispersaron por el mundo lentamente, durante muy largo tiempo, sin tener recuerdos de sus orígenes...

Y pasaron los siglos, los milenios, mucho tiempo que hizo que el mundo envejeciese lentamente... nacieron reinos que desaparecieron y cuyo recuerdo es sólo un sueño, las historias se convirtieron en leyendas y mitos y se volvieron a olvidar sustituidas por nuevas que, con el tiempo, también se olvidaron... y así hasta ahora... un tiempo más de muchos que fueron y muchos que serán, una época a la que en tiempos venideros llamarán Edad Oscura, un momento en el que el mundo está sumido en el caos, la guerra, las pestes, el olvido, sin apenas magia o ciencia, los monstruos habitan las tierras por doquier y los hombres luchan por sobrevivir en medio de todo esto, sin perder la esperanza en lo que unos pocos habían soñado alguna vez: un mundo mejor. Pero falta mucho -demasiado- para que eso llegue, si es que lo hace algún día. Entretanto hay que sobrevivir. Espada en mano. Las botas polvorientas. La armadura rota. Una vida de aventura.
 



ACERCA DE LOS MARES TRANQUILOS
 

La Historia que nos ocupa narra los hechos acaecidos en los reinos y tierras alrededor de los Mares Tranquilos, es decir, el Mar Ilko y el Mar de Sargos, principalmente, que reciben este nombre desde antaño debido a la relativa tranquilidad de sus aguas, al menos si se compara con los grandes océanos que ocupan la mayor parte del Orbe. La calma de estos mares ha sido una de las claves para que muchos pueblos habiten estas costas, pesquen, naveguen, comercien, exploren y guerreen y por eso se pueden considerar el hilo conductor de la Historia en esta parte del Orbe. Intentaré, además, explicar a lo largo de esta obra el origen de los nombres que usamos en común habitualmente pues creo que la verdadera comprensión del lenguaje arroja muchas veces luz donde hay ignorancia y oscuridad. Por poner un par de ejemplos os puedo contar que estudiando las raíces de la palabra Sargos descubrí que seguramente provenga del vocablo élfico saarg, que significa planta de agua, o alga. Así pues los elfos de la antigüedad lo llamaban "mar de las algas". El término "ilko" también proviene del élfico antiguo, su traducción directa es "esclavo". Así pues se dio nombre al mar por la gente que lo habitaba en sus riberas, hombres y mujeres que muy antiguamente habían sido esclavos de los gardios, cientos de siglos atrás, seguramente.

Al norte de los Mares Tranquilos se encuentra el continente de Draak al que los elfos llamaban "tierra de dragones" o drak'nar. Por ese motivo los pueblos élficos jamás habían colonizado estas tierras y se habían quedado en las profundidades del bosque de Myrl, tenían miedo al retorno de estas bestias mitológicas.

Al sur de los Mares Tranquilos se encuentra el inmenso continente de Ankay cuyo nombre proviene del gardio, seguramente, pues en esta lengua significa "tierras rojas".

Al oeste de los Mares Tranquilos está el continente de Kroden pero no se puede acceder a él debido a una gigantesca muralla natural al que los enanos llamaron "sauk maruk gatha" pero se suele llamar Gran Cordillera, por motivos obvios. La palabra Kroden significa "tierra oscura" o más exactamente "lugar de la fortaleza oscura", también en enano, aunque nadie sabe a qué hace referencia este nombre exactamente. Cierto es que hay muchos lugares siniestros en Kroden, varios de ellos son dignos candidatos.

Al este de los Mares Tranquilos está el Gran Océano, una inmensa masa azul de difícil navegación, de aguas frías, fuertes corrientes, algunos monstruos legendarios -y otros que no lo son tanto- y, en general, muy hostil para los marinos.

Y sobre estos lugares os contaré historias.
 

ACERCA DE ELFOS, ENANOS, ORCOS Y HOMBRES

De las razas que habitan los Mares Tranquilos la más antigua es la élfica. Se desconoce el momento en el que los elfos llegaron a Draak pero seguramente esto sucedió muchas generaciones atrás. Las Sagas élficas narran las antiguas historias de su pueblo y sus héroes, como el propio Rey Myrl, que según dice la leyenda cruzó la Gran Cordillera desde el oeste -desde la lejanísima isla de Antigua- conduciendo a los Altos Elfos a un gigantesco bosque mitago que hoy en día lleva su nombre. De todos modos los elfos nunca se aventuraron demasiado en las tierras de Draak más allá de Myrl y, por supuesto, nunca tuvieron el menor interés en los inmensos desiertos del norte de Ankay. La raza élfica prefiere las tierras frías y la umbría de los bosques norteños.

Sabemos que un grupo de cortesanos de Myrl fue exiliado hace unos cien siglos y se dirigieron al este. Uno de los príncipes que había sido expulsado, Wym Yvon, fundó un nuevo Reino en una región boscosa que se encontraba en el corazón de Draak, a la que llamaron Yvonesse, o "Tierras de Yvon". Todos estos eran Altos Elfos adoradores de Corelion Larethian, como sus primos hermanos de Myrl. El culto de Corelion es, junto con el de Ao y Hadex, el más antiguo que se conoce.

En aquellos tiempos ya existían pueblos bárbaros de hombres en aquellas tierras, según las Sagas; pero apenas se les presta atención salvo para narrar algunas batallas de pequeña importancia en la que los elfos aniquilaron a los Lunios y los Arvinos. Los nombres es lo único que queda de la memoria de aquellos pueblos antiguos que no conocían ni el uso del metal ni, por supuesto, la magia.

Hemos de suponer que otros exiliados de Myrl continuaron hacia el Este y llegaron hasta Vilonia cruzando el Mar de Vain puesto que las Sagas narran algunas historias de la conquista de la isla y una cruenta guerra para liberarla -o conquistarla, según se mire- de los trolls que la poblaban originalmente. Los elfos llamaban a la isla "Laek Vilonnya" que significa algo así como "la isla de la luna y las estrellas", seguramente porque los primeros pobladores elfos encontraron allí un viejo templo de Corelion, quizás de tiempos de Antigua, en el que se encontraba guardada una reliquia de Corelion antiquísima, la Luna de Plata. De todos modos estas historias salen de las Sagas y su veracidad no siempre es del todo fiable, me temo. La reliquia existe, por supuesto, pero lo dudoso son las circunstancias reales de su hayazgo.

La Historia del origen del pueblo enano, como muchas otras cosas relativas a ellos, sigue siendo un enigma. No se sabe en qué momento poblaron la Gran Cordillera o el Reino Enano de Reegarhalas, al noreste del Bosque de Myrl. Mis estudios de árboles genealógicos apuntan a que, al igual que los elfos, los enanos llegaron de algún lugar de Kroden, también seguramente Antigua, lo que daría peso a la teoría de que elfos y enanos servían a los Antiguos como razas menores. Llegasen como llegasen, los enanos se refugiaron en sus moradas de piedra y durante siglos cavaron reinos subterráneos lejos de la mirada de hombres y elfos. Los enanos conocían la escritura mucho antes incluso que los elfos, o al menos eso se deduce cotejando las historias de ambos pueblos, pero el acceso a las tablillas de barro que usaban los enanos de la antigüedad para anotar sus relaciones mercantiles, contabilizar el grano y los tributos o planificar construcciones, está completamente prohibido a nadie que no sea miembro destacado -normalmente ancianos- de un Clan enano. Es muy probable que los enanos inventasen el lengüaje rúnico, pensado para este tipo de soporte -las tablillas de arcilla- y fácilmente legible con los dedos en plena oscuridad. Según la leyenda fue el propio Gleind, Dios del Norte, el que enseñó a los enanos las runas enseñándoles las constelaciones que rodean el Orbe -cada grupo de estrellas formaría una Runa- y de paso el Calendario Enano, que tiene tiempos relacionados con cambios celestes, al igual que el élfico.

La raza orca -los comunes de piel gris verdosa- también habitó el continente de Draak desde tiempos inmemoriales, aparentemente sin ningún tipo de organización que no fuese tribal o de pequeños y efímeros reinos. A lo largo de muchos siglos los orcos mostraron una sorprendente tendencia al caos unida a su capacidad de supervivencia. Su aparición en la historia de los Mares Tranquilos los haría dignos de un minucioso estudio acerca de sus estructuras sociales, de liderazgo, sus creencias y su economía basada en su capacidad depredadora y su fuerza física. Desgraciadamente no se conoce la existencia de ningún registro, crónica o fuente escrita de ningún tipo que hable de los orcos anteriormente al auge del Reino de Kernia por lo que habría que basar todo en conjeturas y suposiciones sin un fundamento sólido. Cuando se considera oportuno en esta obra se menciona al pueblo orco pero siempre que se hace he usado como fuente de información registros de terceros.

Y por fin los hombres, con sus contradicciones y su gloria. Su Historia es el motivo principal de esta obra así que empezaremos por el momento en el que ellos mismos pudieron escribir acerca de sí mismos. Nos llegan, desde el pasado, voces que hemos de escuchar. Nos cuentan historias. Nos dicen cómo fuimos y qué largo camino nos ha llevado a ser quienes somos.
 

SOBRE LA CRONOLOGÍA

Hoy en día en Akenar se utiliza el antiguo sistema cronológico imperial basado en cuestiones religiosas. El Dios Gah -Dios de la Justicia y de la Ley- fue venerado en el Imperio por más de mil años y por lo tanto son las leyendas de esta religión las que están profundamente arraigadas en la cultura de Akenar. Según cuentan, el dios Gah tuvo un hijo llamado Síllevan al que mandó al Viejo Mundo a construir el Arca para salvar a los hombres justos y traerlos a salvo al Orbe. El retorno de Síllevan con el Arca y la fundación de la ciudad de Akenar son los hitos que iniciaron el primer año imperial (por eso a los pobladores del Imperio se les llamó arcanos o "los que vinieron en el arca"). Comunmente las fechas anteriores a Síllevan se marcan como "AS" (Antes de Síllevan) y los posteriores como "DS" (Después de Síllevan). Por ejemplo, estoy escribiendo estas líneas en el año 1081 DS.

La cronología imperial no es el único cómputo cronológico en los Mares Tranquilos, aunque si el más utilizado. Algunos reinos como Kernia tienen sus propia cronología, así como Ala'i. Algunos eruditos continúan recordando el antiguo calendario vilonio pero la realidad es que éste se encuentra completamente en desuso.

Por lo tanto estamos en el año 1081 DS según el calendario imperial, en año 836 del calendario kernio, el año alino 1691, y el año 2083 del viejo calendario vilonio. Según tengo entendido éste es el año enano de 9962, aunque no estoy muy seguro de lo preciso de este dato. Los elfos no llevan una cuenta de años como los hombres o los enanos, su cronología va por generaciones y es bastante más complicada que nuestras sencillas fechas. El más antiguo de los reinos de los hombres de que tengo noticia, el Reino de Eria, que no está en los Mares Tranquilos sino en otro continente -también llamado Eria- al Este del Gran Océano, se encuentra en su año 3506. Más adelante en esta obra se mencionará de nuevo este lejano reino cuyas tierras fueron descubiertas muy recientemente por los arcanos.


LOS PUEBLOS SVARDOS

Svardo es una palabra de origen enano que significa "el que habita el valle", y es así como los enanos llamaban a los pueblos bárbaros que poblaban todo el norte de Draak. Precisamente la Historia de los hombres comienza cuando estos svardos adquirieron el lengüaje rúnico de los enanos en sus contactos comerciales con el Reino de Reegarhalas y tomaron por costumbre inscribir estelas fúnebres, primero narrando las gestas de los héroes muertos y luego, a través de las Sagas que escucharon de los elfos, contando muchos aspectos de la dura vida en el gélido norte. Así a través de éstas historias, que siempre son medias verdades mezcladas con leyendas y exageraciones, sabemos que los svardos habían llegado de tierras aún más septentrionales donde según se dice, eran un pueblo mucho mayor. Se extendían desde las legendarias extensiones boreales de Hielo Negro hasta las Estepa del Viento. Algo, salido de las que llaman Montañas de la Locura, les hizo migrar. Fue el héroe llamado Man el que los salvó de la destrucción y de un peligro terrible, y los guió hacia el sur. Es por esto que muchas veces a los svardos también se les conoce como "hijos de Man" aunque son sólo una de las tres ramas de aquellos hombres que habitaban las tierras de hielos eternos.


Esta migración se produjo hace cuatro milenios aproximadamente. Por aquel entonces los svardos, seguramente también por influencia enana, adoraban a Gleind y a todo el panteón de dioses nórdicos y habían olvidado sus antiquísimas tradiciones animistas y chamánicas. Fueron ocupando todo Draak paulatinamente, formando pequeños reinos bárbaros de muy poca importancia. Según los escritos más antiguos, cuando estos pueblos fueron acercándose a las costas del que más adelante sería el Mar Ilko, habitaban allí unos pueblos nativos llamados ogarthes. Ocupaban, más o menos, el territorio del actual Carcaigh. La leyenda dice que el rey de los ogarthes era un gigante llamado Rothum que se resistió a que los acobardados svardos habitasen las tierras de su reino y les hizo la guerra. En dos ocasiones derrotó Rothum a los svardos y mató a sus jefes pero los norteños insistieron hasta que finalmente atacaron el pueblo natal de Rothum, un castro llamado Rimergoar que fue tomado y quemado por un ejército svardo liderado por Rolefson, uno de los primeros reyes svardos conocidos. Según las sagas Rolefson era nieto del dios Gleind o Wodden, el padre de los svardos en este Confín. En la saga también aparecen mencionados los habitantes de la costa esclavos de los ogarthes, unos hombres morenos de piel oscura y ojos negros, es decir, los ilkos. Según parece la destrucción de Rimergoar puso fin al poder de los ogarthes y liberó a los ilkos. Pero tampoco nos engañemos, seguramente este caudillo, Rolefson, no fue consciente de que liberaba a nadie, en ningún lugar se menciona que él liberase a drede a los ilkos, más bien esto fue una consecuencia de la desaparición de los ogarthes más que un fin en si mismo. Sucede que a veces la Historia es confusa y una lectura errónea de los acontecimientos nos puede conducir a suposiciones meridialmente erróneas; eso justifica la cautela con la que intento guiar mi pluma al relatar tales sucesos. Queda prevenido el lector.


AYNEA Y EL PERÍODO DE LOS DOS REINOS ENANOS

Así pues, se habían formado varios reinos svardos en las tierras orientales de Draak y estos se habían reforzado con la desaparición de los ogarthes. Una vez ocupados todos los territorios desde la Campiña a Westerre, los svardos intentaron extenderse aún más al Oeste y fue así como llegaron a la península de Aynea, que por aquel entonces los pueblos ilkos costeros llamaban Ai'ean que significa "montañas infranqueables". Nunca hay que pensar que los svardos formaban un reino unificado bajo un líder ni nada similar, prácticamente cada poblado era independiente uno de otro y sólo ocasionalmente algún caudillo conseguía liderar a un grupo de aldeas y era coronado Rey, Señor de las Lanzas o Señor de los Anillos, entre otros títulos variopintos. Esto significaba que cuando los svardos se extendían a un territorio no lo hacían realmente como una fuerza invasora sino gradualmente, estableciendo poblados, castros, ampliando territorios de pasto y caza o enfrentándose a algún enemigo común como podía ser una manada de wargos o algún bosque poblado por trolls u orcos. Es por eso que los intentos de establecerse en las montañas de Ai'ean no tuvieron éxito al coincidir con la llegada a la región de una fuerza invasora que si seguía una estrategia militar: el ejército enano de Bolvor II, monarca del Reino de las Montañas.

Como mencioné anteriormente, la historia de los enanos es siempre difícil de estudiar para alguien que no sea uno de los suyos. Hace algunos años estuve realizando algunas investigaciones acerca del orígen del Reino Enano de Aynea y, por lo que pude averiguar, se remonta a estos tiempos del tercer milenio antes de Sillevan (es decir, hace cuatro mil años) y a los viajes de tres hermanos enanos llamados Unri, Curos y Gloor. Los tres hermanos eran mineros y exploradores, sus aventuras están narradas en unas canciones enanas llamadas La Gesta de los Tres Viajeros que, entre muchas otras cosas, viene a contar cómo estos enanos salieron del Reino de las Montañas en busca del Martillo de Um, un legendario artefacto con el que Gleind forjó los Anillos de Hierro de los Enanos -unos anillos que sólo tienen derecho a llevar los reyes enanos, según se cuenta-. En sus múltiples gestas los tres hermanos cruzaron la actual Kernia, Qamesh, varias aventuras marinas en las que acabaron en una misteriosa isla con un laberinto (¿Alos quizás?) para finalmente descubrir Ai'ean y unas grutas gigantescas en las que poco menos que cabía una gran ciudad. En esas mismas grutas vieron que había mucha plata de mithril. En su viaje de regreso a Ovenlin, la ciudad subterránea donde se encuentra la Corte enana del Reino de las Montañas, fueron capturados en otra isla del Mar de Sargos -¿quizás Tresia?- en la que pasaron casi una década como prisioneros. Consiguieron, finalmente, escapar y regresar a su hogar. El Rey enano Bolvor II escuchó con avidez las historias sobre tierras lejanas y dio crédito a las mismas, tanto que planeó una una invasión enana en aquellas montañas recién descubiertas. El tiempo demostró que la historia de los tres hermanos no era un cuento, pues bajo las cumbres de Aynea se encontrarían los más ricos yacimientos de mithril de los que se haya oído hablar en el Orbe.



En cualquier caso la conquista de estas montañas no llevó poco tiempo. La maquinaria de guerra enana tardó mucho tiempo en concluir lo que había empezado. Al sur de Kernia los enanos capturaron a numerosos humanos de las tribus de cazadores que habitaban los llanos al norte del Yermo, hoy en día conocidos como Zarkos (palabra que no significa más que "sureño" en enano; ellos a sí mismo se llaman "zharanai" o "El Pueblo Elegido"), y los esclavizaron. La práctica de la esclavitud ya era algo común entre los enanos por aquel entonces y al parecer ha sido algo común entre ellos desde los tiempos más remotos. Incluso hoy en día en el Reino de las Montañas y en Reegarhalas existen esclavos, a los que los Maestros enanos marcan con un tatuaje rúnico tras la nuca. Afortunadamente en tiempos del Imperio de Akenar esta costumbre fue quedando en desuso entre los enanos de Aynea. Pero bueno, hablábamos de antaño, cuando el monarca Bolvor II reunía esclavos entre estos zarkos para poder enviar trabajadores a Aynea que abriesen túneles, cavasen y muriesen en la construcción de un nuevo reino subterráneo. El ejército enano de aquel entonces poseía unos inmensos animales llamados elfantros, traídos de la lejana Harakai (al sur de la Gran Cordillera), que usaron de manera muy efectiva en el largo camino desde la Meseta de Kern, las tierras del actual Qamesh, las ciénagas de Swam, cruzando el río Meej al oeste de Vúlpara, las Montañas de Gargazan -donde iniciaron la construcción de la Fortaleza de los Esclavos, que aún existe hoy en día-, y toda la Vúlpara continental hasta, por fin, llegar a la Gran Cordillera de Aynea.

Bolvor II luchó en aquellas montañas durante tres décadas, expulsó a los svardos que habitaban las faldas orientales de las montañas y trató de limpiar grutas y cuevas de los peligros que albergaban, sobre todo alimañas, osos montañeses y algunos trolls. La mayor resistencia la encontró en el curso subterráneo del río Langa, habitado por una infinidad de tribus de osgos y kobolds que tardó años en expulsar.

Tras la conquista, Bolvor II regresó al Reino de las Montañas dejando a su hijo Obom I coronado como Rey Enano de Aynea en el año 2940 AS. Los historiadores suelen llamar a este período de la historia enana la época de los Dos Reinos puesto que el Reino de las Montañas y el Reino de Aynea estaban, a pesar de la distancia, en constante contacto, se abrieron numerosas rutas comerciales terrestres e incluso alguna ruta marítima. Muchos artesanos del viejo Reino de las Montañas viajaron al este para participar en la floreciente y atrevida arquitectura aynea que consiguió, gracias a la distinta naturaleza de la piedra de esas montañas, un estilo más esbelto y luminoso que los viejos túneles del sobrio Reino de las Montañas. En esta época los enanos empezaron a utilizar el arco de aguja y las bóvedas de ojiva, quizás con cierto aire al estilo élfico, aunque los enanos sólo usaron esta forma de construcción en Aynea.

En otro orden de cosas, siguiendo las costumbres guerreras de su padre, Obom I trató de esclavizar a las tribus meridionales de la península formadas principalmente por ilkos. No tuvo mucha suerte en este menester, según se narra en los Cuentos del Mar que los marinos cantan en los navíos de los Mares Tranquilos: atacando uno de los pueblos de los hombres tropezó en un embarcadero y murió ahogado por el peso de su cota de mallas. Esto, sin embargo, no fue más que un pequeño bache en la recién iniciada historia del Reino enano pues el hermano del rey, Romir I el Barbagris, heredó la corona de su hermano y reinó durante casi tres siglos con mano firme. No recuerdo dónde pero seguro que he leído que existían ciertas dudas acerca de cómo había muerto exactamente Obom I. Si existió una conspiración de Romir I para hacerse con el trono quizás nunca se llegue a saber.

En los tiempos de los Dos Reinos fueron varios los reyes enanos de Aynea que intentaron conquistar todas las tierras de la península, lo que los diferenciaba en gran medida con sus hermanos occidentales que se conformaban con sus dominios subterráneos en la Gran Cordillera. Es posible que el constante empuje sobre los valles de Aynea fuese expulsando a los pobladores ilkos hacia el mar, gradualmente, y de manera indirecta los animase a desarrollar su faceta de habitantes costeros, pescadores, comerciantes y, en definitiva, marinos. Finalmente en el año 2012 AS los enanos consiguieron afianzar todos los territorios de Aynea bajo el mandato del Rey Obom III el Conquistador. Algunos pueblos ilkos habían sido esclavizados pero la mayor parte de ellos habían migrado a las islas del Mar de Vúlpara al oeste o a las islas de Lorig o Tirus, al este. Por aquel entonces los ilkos ya eran expertos en el arte de la navegación y sus antiguos navíos de velas y remos surcaban los Mares Tranquilos.
 

DECLIVE DE LOS DOS REINOS Y APARICIÓN DE LOS KERNIOS

Los enanos del Reino de las Montañas, viendo lo que habían conseguido sus hermanos del Reino de Aynea, iniciaron varias campañas militares alrededor del año 2000 AS con la intención de conquistar las tierras del actual Reino de Kernia, al que en aquellos tiempos llamaban simplemente "lur uzka'ar" o "las tierras del sol que nace". En aquellos tiempos esas tierras tan sólo eran unas llanuras con algunas tribus orcas dispersas que se dedicaban a cazar y recolectar frutos en los márgenes de los ríos, de modo que en apenas un cuarto de siglo los enanos habían dominado todo el territorio. En el año 1975 AS se empezó la construcción de la fortaleza de Arrak, el mayor castillo que conoce el Orbe, destinado a ser la residencia de los reyes enanos cuando no estuviesen bajo las montañas de la Gran Cordillera. Poseía -y aún se conserva en pie- murallas de más de cien metros de altura, docenas de torres defensivas, tres fosos gigantesgos y una inmensa torre del homenaje casi el doble de alta que las murallas. Se emplearon miles y miles de esclavos orcos, ilkos capturados en la costa y zarkos capturados en el sur en su construcción sobre la que había sido el Pico Arrak, un lugar donde, según la tradición de los orcos, el mismo Gruumsh UnOjo había parado a dormir bajo un olivo, en una de sus visitas al mundo. Esta profanación de su sagrado nunca fue perdonada por las tribus humanoides que a pesar de haber sido diezmadas nunca llegaron a ser destruídas. Por mucho empeño que puso la maquinaria de guerra enana los caminos nunca llegaron a ser completamente seguros y todos los asentamientos necesitaban muralla por aquel entonces. Fue en estos tiempos cuando vivió Olok "el Yunque", uno de los mayores armeros enanos de todos los tiempos, que forjó los Anillos de los Enanos y el Martillo de Zgleind, entre otras maravillas.

Quizás la expansión fue una de las claves del declive de los Dos Reinos o quizás la hegemonía de Azur en el Mar de Sargos jugó un papel importante en el paulatino descenso de operaciones comerciales entre el Reino de las Montañas y Aynea. Acabadas las conquistas cesó el tráfico de hombres y armas y las rutas terrestres, difíciles de mantener, cayeron en desuso. Los orcos de la meseta de Kern nunca dejaron de ser una amenaza que apuntaba constantemente al corazón del reino y hubo numerosas guerras en los valles con la intención de someter a los humanoides que poco a poco desgastaron el poder enano, a pesar de sus victorias.

Se podría decir que en estos tiempos, en el castillo de Arrak, cuya contrucción llegó a emplear casi dos millones de esclavos orcos y humanos, aparecieron los primeros kernios, una mezcla entre ambos. Se suele tener el año 1460 AS como la fecha que cierra el período de los Dos Reinos cuando se produjo la llamada Rebelión de los Kernios: los esclavos se levantaron contra sus maestros enanos bajo el mando de Cirsus el Negro, un esclavo kernio hijo de un rey orco de una trubu y de madre ilka. Los esclavos consiguieron tomar el control de las estancias inferiores de Arrak y capturaron al rey enano Ulrikk VII. Sobra decir que lo mataron. A su sucesor, Ulrikk VIII, le costó casi tres años retomar las estancias de la fortaleza incluso contando con los famosa Guardia Puño Berserker, la tropa de élite más letal del ejército enano. Finalmente Ulrikk VIII acabó retomando la fortaleza y un millón de esclavos kernios fueron ejecutados para vengar la muerte de su padre. El resto fueron enviados a las peores minas bajo la Gran Cordillera. La cabeza de Cirsus el Negro fue disecada y se dice que aún hoy en día decora uno de los muchos salones de la Corte de Ovenlin, en el corazón del Reino de las Montañas.

Sea como sea el resultado fue que Ulrikk VIII, después de retomar la fortaleza de Arrak, decidió replegar todas las guarniciones enanas de aquellas tierras y regresar a la ciudad subterránea de Ovenlin, cansado de que aquella lucha interminable desgastase poco a poco el poderío enano. Esto, por supuesto, no acabó con la caza de esclavos y a la postre convirtió las llanuras de Kernia en unas tierras salvajes y peligrosas. Pese a esto, muchos esclavos que habían huído al norte fueron formando pequeños poblados amurallados entre los ríos Oth y Nefret. A orillas de éste segundo río un grupo errante de kernios decidió asentarse en las cercanías de una extraña pirámide de piedra negra en la que vivía un semi-orco llamado Hatti. Aquel hombre decía ser un profeta de un dios llamado Assur, supuestamente hijo de Gruumsh UnOjo. Cuando Hatti murió, años depués, los kernios de aquel lugar siguieron adorando al dios Assur y decidieron llamar al lugar Hattusas, que en kernio -el idioma de los esclavos, una mezcla extraña de orco, ilko y zarko-, no significa otra cosa que "lugar donde vivió Hatti". Como todos sabemos, muchos siglos después este lugar se convertiría en la capital del Reino de Kernia. Pero aún faltaba mucho para eso.
 

NACIMIENTO DE VILONIA Y CIRANNIA

Pasado el segundo milenio antes de Sillevan existían numerosos reinos svardos en Draak muchos de los cuales duaraban apenas dos o tres generaciones de hombres. Apenas quedan memorias del Reino de Mut, el Reino de Wied, las tierras de los Hombres de Hierro o los dominios de Sgund, los Lirovingios o los Gurdos. Estos nombres a veces aparecen mencionados en Sagas o en estelas funerarias enterradas en túmulos, inscripciones rúnicas en piedra gastada, o líneas escritas en alguna espada de hierro o bronce forjada con viejos hechizos; y poco más.

Algunos de estos svardos sin nombre atravesaron el Mar de Vain más o menos en el año 1375 AS, hasta lo que llamaron Vilonnya. Esto lo sabemos por las Piedras de Wyrr, unos monumentos funerarios dedicados a Gleind que se pueden encontrar en algunas playas occidentales de Vilonia incluso hoy en día. Estas piedras están dedicadas a aquellos que perdieron la vida cruzando el Mar de Vain, muy peligroso sobre todo para la tecnología de navegación de aquel entonces -los svardos ni siquiera conocían la quilla, aunque ya era usada por los navegantes elfos varios miles de años atrás-.

Allí habitaban, según cuentan las leyendas vilonias y las eddas élficas, algunos clanes y pueblos élficos emigrados del oeste mucho tiempo atrás si usamos la vida de los hombres como medida. Estos grupos élficos había ocupado sobre todo los bosques al sur de la isla y, según los escasos registros que llegaron a mi poder, no tardaron mucho en pagar un vergonzoso "Geld" o tributo a los pueblos svardos, mucho más guerreros y violentos que los elfos. Aunque la conquista svarda fue rápida de nuevo tenemos que entender que estos no eran una fuerza unificada, no hubo un líder que los llevase a esas tierras y más bien fue una coincidencia de casualidades junto al mal clima de varios años encadenados lo que llevó a los svardos a Vilonnya. A pesar de eso esta fuerza heterogénea se hizo con el control del sur de la isla.

El norte de la isla estaba habitado por tres dragones, según cuenta la leyenda. Se trataba de dos dragones macho, Ynneas y Assiuh, y un dragón hembra llamado Gweelyar. A ningún elfo u hombre se le ocurría ir por aquellas tierras. Según dice la leyenda un aventurero svardo llamado Cir fue expulsado de su poblado porque supuestamente había robado un collar de cuentas de oro del jefe. Juró que era inocente pero los ancianos del pueblo le dijeron que hasta que no lo probase o trajese la cabeza de los tres dragones no podría entrar en la aldea. El joven Cir viajó al norte y se pasó muchos años planeando cómo hacer para matarlos. Tardó cincuenta años en hacer caer en una trampa a Gweelyar en una cueva en las montañas y matarla. Luego hizo creer a Assiuh que Ynneas había matado a la dragona, de modo que los dos dragones lucharon entre si para, finalmente, descubrir que habían sido engañados por el svardo. Demasiado tarde, dice la leyenda, sin especificar qué pasó después salvo que Cir los mató con algún truco. Enterró los cuerpos de los dragones en las montañas pero se llevó sus cabezas a su aldea. Llegó allí siendo un anciano y pudo entrar, aunque al día siguiente murió en cama, de viejo. La ladea empezó a llamarse el "El hogar de los héroes" en honor a Cir, o Haldheim, como se dice en svardo. En la actual ciudad de Haldheim no quedan restos de las cabezas de estos tres dragones pero sí muchas pinturas que narran esta historia. Las montañas donde habitaban estas criaturas hoy en día se llaman Montes de Cir, en incluso la provincia, en tiempos del Imperio, se llamó Cirannia.

El centro de la isla estaba ocupado, por aquel entonces, por una inmensa masa boscosa cuyo corazón era el que hoy en día se llama Bosque del Mitago. Allí ni las más osadas bandas de guerreros svardos pudieron penetrar.


LAS DICTADURAS DE LOS FIlÓSOFOS

He tratado de dilucidar por qué desde antaño se llama Vúlpara a las tierras y mar al este de Swam y Gondomar, sur de Svardia y oeste de Aynea y se puede decir que todavía no he encontrado una respuesta a dicho enigma. La región está habitada por ilkos y en su idioma esta palabra no significa nada, sólo se refiere al lugar. Tampoco he encontrado ninguna raíz élfica o enana que sea convincente, de modo que dejaremos que la ingógnica siga como tal.

En estas tierras alrededor del año 1300 AS se empezó a dar un fenómeno social en algunas ciudades del archipiélago: se depusieron a reyezuelos y príncipes para imponer lo que se dio en llamr Dictadura de los Filósofos, destacando la "polis" de Cretón, que estaba situada en una de las islas de Sortintia. Al mismo tiempo las ciudades vúlparas de Sarkai, Trenea y Gor pasaron por una etapa de libertad sin precedentes. Los hombres y las mujeres eran tratados por igual e incluso he oído decir que los hombres ricos y pobres compartían mesa durante los festejos a los Dioses, de los cuales hoy en día sólo conocemos algunos como Kork, adorado en Sarkai casi como dios único.

Seguramente la situación de hegemonía marítima de la ciudad de Azur tuvo un impacto positivo en estas ciudades. En aquellos tiempos el Mar de Vúpara era un lugar de fácil navegación sin apenas peligros aparte de algún que otro monstruo marítimo o las míticas sirenas -de las que nunca he visto prueba alguna, todo sea dicho-. Es normal que este clima de bonanza tuviera repercusiones en los habitantes de aquellas islas. Esto también afectó a algunas plazas en la costa occidental de Aynea como Akra, que se independizó del Reino de Aynea sin que los señores enanos pudiesen remediarlo ni siquiera con el uso de las armas.

Básicamente las dictaduras se basaban en que una oligarquía local se ponía al mando de cada ciudad. La toma de decisiones siempre era comunal, es decir, se debatía. Se pensaba, de alguna manera, en el bienestar de la mayoría de los ciudadanos. Incluso la esclavitud se abolió en algunas de estas islas.

Fue un período de gran producción intelectual y artística. Messón vivió y su Escuela Teórica vivió en esta época, así como Hegónidas el Ilusionista. En la ciudad de Azur se fundó la Orden del Misterio, la que sería la predecesora de la Orden de Magia que existe hoy en día. Prónicus escribió su "Sobre la Guerra" mientras que Cerjes dedicaba toda su vida a su obra maestra "Anatomía". También fueron tiempos del viajero Ofecio, el primer hombre que fue a Sigia, se hizo amigo del faraón -una especie de Rey en esas tierras- y regresó para contarlo.

Pero como muchas cosas en la vida no todo dura para siempre. Al alcanzar el primer milenio antes de Síllevan este período de luz, arte y conocimiento llegaría a su fin, en algún caso bruscamente. Hablaremos de ello más adelante.

 

SOBRE EL METAL EN LOS TIEMPOS ANTIGUOS

Hay que mencionar, de todos modos, que a pesar de la hegemonía comercial de Azur en los Mares Tranquilos, sobre todo en el oeste, el poderío económico enano seguía teniendo una base robusta. Siempre dominaron el comercio de los metales. Los enanos no sólo hallaron grandes vetas de mithril en las profundas montañas de Aynea sino que eran los únicos poseedores del secreto de la forja del hierro, pues en aquella época casi todas las armas eran de bronce. Los enanos, con sus impresionantes armaduras de hierro y sus hachas de batalla, monopolizaron la venta de las mismas lo cual les sirvió, durante muchas décadas, para asegurarse cierto control sobre otros reinos y territorios. Incluso en los mejores momentos de libertad vúlpara el poderío enano se dejaba notar aquí y allí. Por su parte, muchos fueron los magos y alquimistas que trataron de conseguir el secreto de la Forja pero no hubo hombre, mago, hechicero, alquimista o herrero que lo lograse. El secreto de la Forja seguiría velado muchos siglos a los ojos de los que no fuesen enanos. Los elfos, por su parte, endurecían las armas con encantamientos y a estos materiales se les llamó hierro faérico. La creencia popular es que el hierro faérico estaba hecho de madera mágica pero esto no es cierto: se trata, la mayor parde de las veces, de bronce que ha sido endurecido (el bronce es una aleación del cobre y el estaño). El óxido del bronce lo convierte en verde y de ahí viene esa creencia -pues la mayor parte de las armas y armaduras elfas son muy longevas, por lo tanto verdes-.

Es importante saber que siempre que encontramos algún objeto de hierro en una tumba svarda de la época esto indica que estos habían comerciado con los enanos. En el norte la mayor parte de las armaduras de mallas svardas fueron creadas en la ciudad de Reegar, capital del Reino Enano de Reegarhalas. Sin embargo los svardos que habían formado reinos en Draak a orillas del Mar Ilko solían o bien usar armamento de bronce o armas forjadas en Aynea. Los elfos no tenían por costumbre comerciar con nadie y por lo tanto el hierro faérico nunca se extendió.

 

SURGIMIENTO DEL IMPERIO VILONIO Y OSTHILDAR I EL MAGNO

Hemos hablado algo acerca de la conquista de la isla de Vilonia por parte de los pueblos svardos que cruzaron el Mar de Vain a partir del año 1375 AS. Se trataba de grupos de pobladores heterogéneos, familias de pescadores, cazadores y pastores que gradualmente tomaron control de las costas de la isla. Sus guerreros hicieron pagar un tributo a los elfos que habitaban allí desde tiempos antiguos pero, en cierto modo, la coesistencia de ambas razas fue próspera y pacífica. No tardaron muchos años en empezar cierto mestizaje cultural que desembocó, pasados los siglos, en una nueva cultura diferente de las dos que la habían originado: la cultura vilonia. La mayor parte de los llamados vilonios son hombres que tienen, en una medida u otra, sangre élfica. Las costumbres de los elfos, más sofisticadas y refinadas que las de los conquistadores, se habían ido enraizando en un modo de vida mucho más pragmático. El resultado fue una cultura con mucha más profundidad y bagaje que la típicamente humana y, al mismo tiempo, más intrépida, viva y dinámica que la típicamente elfa. Incluso hoy en día, después de siglos de civilización en Imperio, se pueden encontrar costumbres antiguas en la cultura vilonia como por ejemplo los ritos de aquelarres faéricos, en los que se danza alrededor de unos fuegos el día de Solsticio de Verano. Obviamente el estilo vilonio también desembocó en una manera única que construir castillos e iglesias, levantar murallas y ciudades e incluso rezar las oraciones. Se extendió, además, un idioma cuya raiz élfica y svarda es evidente, más sencillo de aprender que el primero pero con mucha más riqueza de palabras que el segundo: el idioma vilonio, con alfabeto élfico -las runas svardas no podían competir con la forma de escribir de los elfos, mucho más rápida y adecuada para el pergamino o papel-. Durante muchos siglos el vilonio habría de ser el idioma franco entre muchos pueblos distintos.

El primer vilonio que aparece en los registros históricos -y posteriormente en la larguísima Crónica Vilonia, un relato de todo lo sucedido en el Imperio año por año- no es otro que Osthildar I "el Magno". Siempre se habla de él como hijo de los bosques y los valles quizás para preservar la idea de una figura mítica en contraposición con el hombre real que, obviamente, tuvo padre y madre en algún lugar. Sabemos que llegó al castillo de Ethelwald, al este de Vilonia, con la edad de catorce años y allí enamoró de manera sorprendente a la hija del señor Owulf, un svardo cuya familia no había sufrido cruce alguno con los elfos. El tal Owulf murió en un duelo con Osthildar lo cual hace sospechar que la procedencia de Osthildar era noble o de una familia con renombre entre los svardos o nunca se habría dado el caso de un duelo personal. Sea como fuere, se casó en invierno con Lenyel siguiendo los ritos nupciales de Corelion. La bondad y magnificiencia de Osthildar fueron a mas y pronto todos los señores de la guerra del este de Vilonia le reverenciaban como su señor. Los nobles de estos lares se reunieron con él en la costa del Gran Océano, en la playa de Myuk, y lo coronaron como Señor de Laek Vilonnya, es decir, de la Isla de Vilonia. Esto sucedió en el año 1001 AS, año que los vilonios empezaron a contar como su Año 1.

A este acontecimiento siguió la Guerra de las Coronas, con el rey svardo Rackard del Reino de Haldheim, y el Reino de los Acos, Cirannia, en el norte. De esta guerra no hablaremos más de lo necesario pues ha sido estudiada hasta la saciedad en la escuela palatina de Akenar. Osthilar escribió su famoso libro "Tacticum" para enseñar a sus hombres de armas -a los que dio el título de Generales- sobre el modo de proceder en la guerra para aprovecharse del enemigo y sus debilidades. Osthildar también era lector del famoso estratega Prónicus. Sus conocimientos sobre el arte bélico le llevaron a consumar numerosas victorias en batallas teóricamente perdidas. Cuando no conseguía algo por el ejercicio de las armas lo hacía con su enorme habilidad política y de este modo en tan sólo trece años tenía bajo su control la totalidad de la isla, incluídos bosques y el norte, desde la costa hasta las alturas.


LA CAÍDA DE AZUR

Mientas el Imperio Vilonio vivía sus primeros días en las Crónicas de aquellos tiempos aparece mencionado un hecho de enorme importancia en el devenir de la Historia: la caída de Azur. De la noche a la mañana desapareció de un plumazo la hegemonía de esta ciudad en las rutas comerciales o culturales de los Mares Tranquilos. Existen varias teorías al respecto, la del pueblo conquistador y la del cataclismo. Obviamente los defensores de la primera teoría no son capaces de encontrar ningún pueblo invasor -enanos, orcos u otros invasores salidos de la nada- cuya presencia devastadora encaje en los registros históricos simplemente porque es una teoría inverosimil. La segunda -el cataclismo- es mucho más plausible. En el año 999 AS tenemos registros en la costa de la ciudad de Akra -que estaba siendo atacada por enésima vez por un ejército enano- de una ola gigante que se llevó por delante a la mitad del ejército que asaltaba las murallas de la ciudad. "El Dios Mar" o Fharlanghn, como lo llamaron los enanos. Y por eso en la ciudad de Akra se erigió el Templo del Mar dedicado a este Dios pagano. Lo importante no es el asunto religioso sino la ola que seguramente sea el eco de algún tipo de desastre natural. También hay registros de una fuerte ola que arrasó parte de la costa de Agon en aquellos tiempos. Podemos prácticamente asegurar que una erupción volcánica o una explosión subterránea causó la destrucción de la ciudad de Azur borrándola del mapa junto con sus riquezas, sus palacios, su flota y sus marinos -los que no estaban viajando, que eran los menos pues esto sucedió en invierno, según mis cálculos-.

Durante las siguientes décadas el caos se apoderó de toda la región. Donde había comercio y cultura no quedó nada de manera que la carestía y la necesiadad empezó a apretar a los vúlparos. Las ciudades empezaron a luchar por las rutas comerciales y lo que antaño había sido paz y tranquilidad en pocos años se tornó en guerra, violencia, hostilidad y miedo. Las polis se enfrentaron y no tardó mucho en olvidarse aquel antiguo deseo de igualdad y bienestar. La pluma se trocó por la espada, los piratas y ataques empezaron a ser comunes, se volvió a practicar la esclavitud y algunos dioses malvados olvidados, como Aia, volvieron a las oraciones de muchos.

La isla de Azur empezó, poco a poco, a convertirse en un mito. La mayor parte de los navegantes que conocían su ubicación habían desaparecido de modo que muy pocos sabían llegar hasta ella y los que sabían cómo hacerlo no lo hacían. Y cuando estos murieron su conocimento se perdió.


ÚLTIMOS AÑOS DEL REINO DE AYNEA

La caída de Azur era la clase de respiro que necesitaban los reinos enanos, en especial el de Aynea. Había sucumbido, mucho tiempo atrás, la ruta terrestre de Swam, con la que habían tratado de mantener comercio con el Reino de las Montañas, por lo que habían tenido que depender de los comerciantes ilkos de Azur. Desaparecida la ciudad las condiciones mercantiles mejoraron para los enanos considerablemente y durante unos años se adivinó cierto resurgimiento del poder del Reino de Aynea. Se retomó la ciudad de Akra -que se había independizado siglos atrás- e incluso se costeó una expedición militar a las Montañas de Glades, al este del reino, en el corazón de Draak. Según las historias de los reinos svardos Glades era un gigantesco dragón que vivía en esas montañas. Además, al sur de las montañas habitaban unas tribus autóctonas llamadas irelios que, en enano, significa "hombres hechos de plata". Las costumbres de los irelios de hacer pequeñas estatuillas de plata para enterrar a sus muertos llamaron la atención de los enanos de Aynea de modo que fueron a investigar de dónde salía esa plata. En cualquier caso la expedición, liderada por el príncipe enano Orf de Rimberlaar, desapareció en las montañas de Glades y nunca más se supo de ellos.

 

LA I GUERRA KERNIA

Entretanto los kernios se habían convertido en su mayoría a la religión de Assur que muchos años atrás había traído el profeta Hatti. Assur es el Dios de la Guerra, el Dios de la Batalla, del Combate. Hace tiempo encontré, en la tienda de un mercader alino, un oscuro pergamino de piel de zok que pasa por ser el único testimonio antiguo de lo sucedido en aquella época en aquellos tiempos: cuenta que los zarkos del sur enviaron a un emisario a los kernios para tratar de aliarse con ellos contra los enanos del Reino de las Montañas que aún tenían el control de todos los valles de la Gran Cordillera al oeste de Kernia. También es el primer documento histórico en el que se menciona al primer rey kernio, Harkut I. Y cuenta, por cierto, cómo los kernios despellejaron al emisario. Obviamente ya había algún tipo de enemistad entre zarkos y kernios que no conocemos pero que desembocó con el tiempo, en continuos ataques de los kernios al sur del río Oth. Algunos historiadores llaman a esto la I Guerra Kernia.

Pocos años después del incidente del emisario, Harkut I moriría en un saqueo de una aldea zarka. Sus hombres habían tomado el lugar y una mujer a la que estaba violando le clavó un cuchillo en la garganta y luego se mató ella misma. Ese fue el fin brusco de la guerra contra los zarkos pues los hijos de Harkut I se enzarzarían en una guerra entre hermanos para hacerse con el trono de su padre.


EL ALTO IMPERIO VILONIO


Todos y cada uno de los pueblos bañados por los Mares Tranquilos han escrito, en menor o mayor medida, sus propios episodios en la inmensa Crónica del Imperio Vilonio. En las siguientes líneas esbozaré un resumen de los hechos acaecidos en aquellos tiempos en los que los hombres-elfo dominaban las tierras y los mares, contruían ciudades y dictaban leyes que, pasados los milenios, todos los reinos de los hombres seguirían recordando.

En el año 961 AS y el año cuarenta de su reinado el Rey de Lahk Vilonnya, Osthildar I el Magno, subió en sus naves de viento rumbo al continente de Draak con la intención de conquistar los reinos svardos de Skunnland y Mervion en una fugaz guerra (situados en el actual Levante). Continuó sus conquistas por la actual Arquitania, que en aquel entonces era una infinidad de pequeños dominios en guerra entre si; continuó por el Reino de Carcaigh haciendo hijo honorífico a su Rey Stephan y tras eso dominó a los irelios y todas las tierras de los Tres Reinos del Oeste osea Luward, Skibo y Haar. También fue famosa la quema de la ciudad de Orleon y su refundación bajo el nombre de Westerdam. Conquistó casi la totalidad de las islas del Mar Ilko con la salvedad de Borundia, cuyo sureste jamás se conquistaría del todo y fundó el emplazamiento comercial de Talion, el primer pie que pusieron los vilonios en el continente sureño de Ankay. Tras una larga vida y decenas de guerras victoriosas el Rey murió en el año 811 AS, es decir en el año ciento noventa de su reinado. Su mítica espada Hades fue destruída y su cuerpo fue quemado según los ritos de Corelion Larethian.

La maquinaria de guerra imperial funcionaba a la perfección cuando el rey Osthildar murió. Por eso cuando su hijo Egnvir Osthildar le sucedió se consideró algo natural que se continuase la expansión imperial allende los mares. El siguiente paso hacia el oeste era el Reino Enano de Aynea y a pesar de que muchos historiadores y cronistas gustan de retratar al Rey Engvir como un hombre muy lejano a las virtudes militares de su padre, me parece que tal juicio es injusto y poco atinado. Si bien es cierto que el nuevo monarca no cosechó la enorme cantidad de victorias que acumuló su padre en el Salón de Trofeos, en Nevesy, ni fue objeto de las docenas de Arcos de Triunfo que poblaron, en su momento, algunas ciudades imperiales, lo que sí es cierto es que se enfrentaba a un enemigo completamente diferente que los que había diezmado su padre con sencillez. Los enanos de Aynea no eran un grupo de bárbaros mal armados sin ninguna organización ni defensas, se trataban de un ejército experto, armado con hierro -lo cual era una ventaja en aquel entonces contra todo vilonio que no llevase hierro faérico-, con las mejores defensas que existían por aquel entonces (murallas como las de Boktor o Puentelargo siguen siendo formidables incluso hoy en día) y luchando en un terreno que les favorecía (las montañas). ¿Cómo puede ser, pues, tan injusta la Historia como para juzgar a Egnvir como un mal estratega por no ser capaz de conquistar Aynea de un plumazo como se esperaba de él? En mi opinión su genialidad militar era increíblemente superior a la de su padre. En el año 808 AS (el Año Vilonio 193) Egnvir invadió el reino enano por el norte, por tierra, mientras que su lugarteniente, Aelemir, tomaba en el sur las ciudades costeras (plazas importantes como Anvil o Salinas) apoyado por la flota vilonia. El ejército enano tuvo que dividir sus fuerzas pero fue vencido con contundencia en la batalla de Última, donde Egnvir y Aelemir juntaron sus fuerzas. El ejército enano se escondió en las montañas e hizo pagar caro cada palmo conquistado por los vilonios que tardarían más de un siglo en someter las plazas enanas que resistieron, en algunos casos, hasta el último enano. Muchos valles ocultos y algunas fortalezas subterráneas nunca fueron tomadas, de ellas la más importante fue Boktor, que nunca vio un ejército vilonio ante sus puertas. En cuaquier caso Engvir había logrado lo impensable pero la Historia no le recordaría por ello. Ni siquiera en el Bajo Imperio se conquistaría Aynea del todo.

El Imperio Vilonio también se expandió por toda la costa norte del Desierto de las Dunas, lo que llamaban Tierras de Ankay. Tras eso se erigieron emplazamientos en la península de Korán. El Imperio, en aquellos siglos, era temido por su poderío y grandeza, tanto la de sus naves como la de sus caballeros de tez pálida y luenga melena.

La época del Alto Imperio Vilonio se suele delimitar entre los años 1001 AS y 649 AS (entre el Año Vilonio 1 y el Año Vilonio 352). En este año de 649 AS sucedió que hubo unas pestes en Haldheim que mataron a muchos, incluso a miembros de la nobleza. Fue entonces cuando la Dinastía Osthildar no dejó descendencia clara, muerto el Emperador en un accidente de caza. Se produjo entonces una guerra por el poder, la llamada I Guerra Fratricida.

En este punto me gustaría aclarar algunas cosas sobre el Imperio Vilonio. En ocasiones se genera cierta confusión por el uso de la palabra Imperio referente a Akenar y a Vilonia y puede dar la falsa sensación de que sus estructuras son similares. Nada más lejos de la realidad. La base económica del Imperio Vilonio era la conquista y su motor principal era el trabajo esclavo. Al igual que los enanos, los vilonios usaban con amplitud el trabajo de hombres y mujeres capturados en sus campañas militares. De hecho este era el motivo de gran parte de ellas. Esto no sucedió posteriormente en Akenar cuya base económica era feudal y de impuestos. En el Imperio Vilonio importaba la Familia más que el individuo, una clara herencia élfica, de modo que encontramos Familias de gran poder como los Osthildar, Yelene, Wym o los Tasios. En Akenar es diferente; son linajes nobles pero verticales, no horizontales. En el Imperio Vilonio no existía la Iglesia pugnando por el poder con la nobleza, o compartiéndolo, sino una Casta Sacerdotal completamente aparte de la vida militar o política. En Akenar no existían los Nigromantes, un grupo de hechiceros que siempre se codeaban con las esferas de poder y que son figuras de difícil estudio, consejeros, hábiles políticos, magos pero nunca dirigentes por si solos. El Imperio Vilonio poseía un Senado formado por miembros de las Familias que aconsejaba y a veces dirigía al Emperador, y esto -ni nada parecido- nunca existió en Akenar. En resumen el sistema de gobierno vilonio se considera antiguo, familiar y pagano y el de Akenar se considera feudal y entrelazado con la religión sillenita.


EL MEDIO IMPERIO VILONIO

En el año 649 AS (es decir, el Año Vilonio 352) el Trono Imperial quedó vacío. La grandeza del Imperio traía consigo una creciente lucha por alcanzar el poder en las Cortes de Invierno y de Verano, que era como se llamaba a Haldheim y Nevesy, respectivamente, pues el Emperador -cuando no estaba en alguna campaña en tierras lejanas- solía pasar la mitad del año en cada ciudad. Poco a poco la corrupción empezó a aparecer en la Burocracia imperial, se respiraba por aquel entonces cierto aire a desidia y dejadez en los valores tradicionales vilonios. El vacío de poder llevó a un conflicto civil tradicionalmente llamado I Guerra Fratricida que no sólo enfrentó a los nobles de la isla sino a Familias en todo el Imperio. Tras el enfrentamiento, que finalmente se decidió en la batalla campal de Termos, en las tierras de Korán, salió victoriosa la facción de Onodair, que se coronó Emperador del Mundo y Semilla de la II Dinastía, en el año 640 AS (el Año Vilonio 361), tras nueve años de conflicto armado que había debilitado la capacidad de guerra del Imperio tanto que incluso se perdió el control de las Marcas, territorios fronterizos en Draak que la Dinastía Osthildar había afianzado en Draak entre las provincias sureñas y Svardia. La nunca rematada guerra en Aynea también sufrió un brusco parón.

Casi veinte años después de la coronación de Onodair, éste fue asesinado por sus propios cortesanos. Se inició entonces la II Guerra Fratricida, mucho más breve y menos sangrienta que la primera. De ella surgió una de las figuras históricas más importantes de la Historia de los Mares Tranquilos, Yelvain, el Rey de Reyes.

En el año 621 AS (el Año Vilonio 380) el Rey de Reyes se erigió como fundador de la III Dinastía, y no sólo recuperó, en los 151 años que duró su reinado, todo lo perdido durante el reinado de Onodair sino que llegó al Mar de Sargos y conquistó a zarkos, ilkos, kernios e incluso enanos: el norte de Ankay al completo, la isla de Tresia, todo el levante de Kernia, construyó fortalezas en Swam, fundó Gondomar y sojuzgó Vúlpara, Gor y Everonia además de profundizar en el Desierto de las Dunas en busca del Oasis de Salar, en el que hizo construir la Ciudadela de Vaith para proteger las posiciones vilonias de los ataques de los nómadas tuaregs que, por aquel entonces, se había unido bajo la bandera de una nueva religión. Esta nueva fe se llamaba el "shá" o el Destino, aunque los paganos lo asociaban con la diosa Istus, y sus seguidores se irían haciendo fuertes hasta la llegada del Profeta a la ciudad de Mirra, en el año 609 AS (el Año Vilonio 392).

Existen varias obras acerca de Yelvain, el Rey de Reyes. Aparte de su innegable genio militar hay otras facetas de la vida de monarca que son ciertamente más oscuras. La leyenda negra habla del monarca como un hombre oscuro, propenso a los rituales y a la magia y nigromancia. Sabemos a ciencia cierta que adoraba a los dioses élficos e incluso impuso el Panteón Vilonio como Religión Oficial del estado, es decir Corelion Larethian, Ehlonna, Wee Jas y Olidammara, entre otros. El resto de cultos en el Imperio fueron perseguidos. La Escuela Imperial de Nigromantes vivió sus mejores momentos durante el reinado de Yelvain, se erigieron templos y santuarios e incluso monumentos funerarios que no existían hasta aquel entonces pues la religión vilonia tradicionalmente quemaba a los muertos y sus pertenencias.

El reinado del Rey de Reyes finalizó en el año 470 AS (el Año Vilonio 531) con su muerte por extrema vejez. Jamás ningún Imperio en los Mares Tranquilos abarcaría tal extensión en sus dominios.

 


Sucedieron casi tres siglos de calma para los vilonios en lo que se conoce como la Época Dorada. El Imperio, libre de grandes enemigos por aquel entonces, apenas se esforzaba por repeler los ataques zarkos en la costa oeste de Ankay, al que llamaban el Continente de los Aromas. Apenas había roces en las fronteras norteñas con los bárbaros svardos o luchas aisladas contra los salvajes pictos en Borundia. Los únicos verdaderos conflictos en armas se libraban en Kernia y Aynea. En Aynea las batallas sangrientas con la gloria de antaño se habían acabado y la guerra estaba estancada con largos asedios en las fortalezas enanas de las montañas que se dilataban por décadas. Pocos caballeros vilonios deseaban embarcarse en esa guerra de empalizadas y espera. Sin embargo la conquista de las tierras salvajes de los semiorcos en Kernia tenía mucho más atractivo para los jovenes vilonios envueltos en sus armaduras plateadas, aunque estas campañas militares resultaban cada vez más costosas y menos productivas. Al parecer no sólo los enanos esgrimían armas de hierro, por aquel entonces los kernios se habían hecho con el secreto de la Forja. Debido a esto los kernios eran mucho más peligrosos de lo que los vilonios querían admitir pues las espadas de hierro cortaban las armaduras de bronce como si éstas fueran de papiro de Korán y no todos los caballeros vilonios podían costearse el hierro faérico. Y en cuanto a la Gran Cordillera, los vilonios habían tomado algunas plazas, quizás buscando un paso hacia el oeste, pero sin mayor éxito. Las fortalezas del Reino de las Montañas estaban completamente fuera de la capacidad de asedio vilonia, tomarlas por la fuerza o hambre o traición era simplemente imposible.

El año 142 AS (el Año Vilonio 859) termina con la Época Dorada. Se produjo una inesperada invasión en las Marcas Norteñas por parte de un ejército de hombres, svardos y humanoides en su mayoría, adoradores de un autoproclamado Rey Demonio, de nombre Oonegith. La Crónica Vilonia narra cómo se realizó una leva a gran escala en las provincias imperiales en Draak para asistir a la guerra norteña que, de manera fulminante, arrasaba ciudades una tras otra. Se dice que un ejército de cuatrocientos miles de vilonios partió de Draco a comienzo de la primavera del año 140 AS (el Año Vilonio 861) y que arribó a orillas del lago Svart a finales del verano, tras reconquistar muchas millas de territorios quemados y arrasados. La misma Crónica Vilonia cuenta que el ejército de Oonegith presentó batalla a orillas del lago y fue derrotado por el General Albius de Haldheim, y el Alto Nigromante Looke; lo llaman la Batalla del Lago Sangriento. Dicen que las aguas del lago se tornaron rojas durante un año entero. Pese a todo Oonegith escapó y, según la leyenda, se trata de un ser malévolo e inmortal. Algunos lo veneran como Amo del Averno, Dios norteño de los Males. Los humanoides lo conocen bajo el nombre de Nerull y su símbolo es una calavera con una guadaña.

A pesar de las leyendas y del mito del Rey Demonio, mis pesquisas en la Crónica Vilonia empezaron a arrojar un poco de luz sobre este asunto. He oído que en Svardia existe un lugar al que llaman Dolor de Oonegith al sur de los Montes de Ardyon, más conocidos por albergar en sus valles más profundos el Monte Vecna, un lugar impío y malévolo. Pues bien, descubrí en los registros vilonios que un joven caballero llamado Simón, perteneciente a la guardia personal del Rey de Reyes, había oído hablar de este lugar impío y decidió viajar al norte y arrancar de raiz el problema. No vuelve a ser mencionado en la Crónica Vilonia. Sin embargo las leyendas svardas dicen que llegó un caballero de tez blanca, rubio, del sur, que trató de matar al mal en persona que habitaba en los siniestros Montes de Ardyon. El joven entró en las montañas pero en vez de acabar con el mal fue seducido por él. También dicen algunas leyendas svardas que durante muchos años fue esclavo del mal pero que finalmente viajó al norte más lejano al que un hombre puede viajar, las tierras del Hielo Negro. Allí, dicen, hay una torre llamada la Torre de los Hielos donde pasó las Siete Pruebas. Al regresar de allí era un Rey Demonio y su nombre era Oonegith. Aunque todo esto es una hipótesis y debió suceder mucho antes de la Batalla del Lago Sangriento.

Poco después de la Batalla del Lago Sangriento apareció otro problema en la otra punta del Imperio Vilonio. Los zarkos, nómadas del desierto que habitaban la franza noroeste de Ankay, cayeron bajo el dominio del segundo Rey Demonio, llamado Omuth. Se produjeron ataques a los emplazamientos vilonios en toda la costa y tuvieron que pasar varios años, hasta el 133 AS (el Año Vilonio 868) para que un nuevo ejército imperial pisotease los esfuerzos de los salvajes zarkos. El general Rasamir dedicó varias campañas a acabar con los jefes zarkos en la zona, hostigar sus aldeas, derrotar a las bandas que hacían ataques nocturnos a las plazas amuralladas y, en general, aplastar la amenaza. Nunca llegó, sin embargo, a poder atacar el corazón del problema que eran las Ciénagas de Omuth, demasiado al sur. Se dice que el Rey Demonio nació en esos lares; también se dice de él que es el Amo del Abismo y del Infierno, y se le adora como a un Dios. Los humanoides le suelen llamar Arythnul y su símbolo es un jabalí o la cara de un demonio. Los ejércitos de Omuth son famosos por sus temibles fados y sus espadas forjadas en la Sima de los Muertos con magia negra y otras malas artes.

El tercer Rey Demonio fue llamado "Avarrak" por los vilonios, esta palabra significa "maldito". Su nombre original es Vecna, amo de la Ponzoña y la Traición. Sin duda es el más antiguo de los Reyes Demonio y habitaba en la montañas de Ardyon desde tiempos inmemoriables, siempre sembrando el mal y la confusión en el norte. Cuando sus aliados Oonegith y Omuth empezaron a arrastrarse por el mundo y sembrar la semilla del mal, este ser decidió salir del norte. Según la leyenda sólo vive por la noche, se oculta durante el día. Aún así logró llegar a Vilonia y colarse en la Corte en Haldheim, y en pleno invierno asesinó al Emperador; tras eso escapó disfrazado de leproso envuelto en harapos. Esto sucedió en el año 62 AS (el Año Vilonio 940) y, por supuesto, fue un duro golpe asestado en el corazón del Imperio Vilonio.

Según se puede leer en la Teología de San Petrus de Tera, obra cumbre de este pensador sillenita, los tres Reyes Demonios "son hermanos, hijos del mal, señores sin otro reino más que el alma podrida de los malvados". En realidad no creo que existiese -ni exista- hermandad de sangre entre ellos pero, eso sí, es segura una alianza tácita. Los tres son venerados por las personas de corazón oscuro y su nombre es evitado en cada posada, en cada castillo, hasta en cada templo o iglesia de los Mares Tranquilos.

Tras la muerte de Teodorth III "el Engañado" a manos del traidor Avarrak, que según dicen se había logrado colar entre el séquito imperial en la Corte de Invierno, el Imperio atravesó una crisis que duró unos cincuenta años. Durante este tiempo se endureció la guerra en Kernia y se perdieron algunas plazas a manos no sólo de los kernios sino, en el norte, de un ejército enano. En los años siguientes se retomó el terreno perdido con la salvedad de la región circundante al castillo de Arrak que, por aquel entonces, estaba ya en manos de los kernios. Esta plaza nunca volvería a ser tomada por ningún ejército.

 

LOS INICIOS DEL DESTINO EN LAS TIERRAS DE ALA'I

La Historia de Ala’i es quizás de entre todas la más compleja de relatar en unas breves líneas. Como he mencionado el Profeta al Nassar llegó a la ciudad de Mirra en el 634 AS (el año vilonio 392) que para las gentes de Ala’i es su año 1, cuando el Rey de Reyes Yelvain llevaba ya doce años sentado en el trono imperial de Vilonia. En aquellas tierras las tribus y pueblos solían venerar a una multitud de dioses locales de origen chamánico. La ciudad de Mirra, por aquel entonces, era un avispero de comerciantes de muchos lugares, los pobladores de la urbe estaban divididos en una lucha civil entre dos hermanos, Umar y Yoshii, que llevaban ya decenas de años disputándose el control de la ciudad, con traiciones, engaños, compras e incluso juegos de todo tipo. La historia de estos dos singulares hermanos parece salida de un cuento. Umar era el hermano mayor, celoso por la fama de su hermano menor, que no sólo aspiraba abiertamente a la corona sino que además se acostaba con su mujer. Yoshii envidiaba la fama de su hermano de hábil administrador y le odiaba por la admiración que los militares le tenían. Entre tejes y manejes Umar acabó por crear la famosa secta de los asesinos (Se dice que en una montaña secreta cercana a Mirra posiblemente en las Montañas de la Luna) y amenazó a Yoshii en público. Éste último asesinó a la mujer de Umar para que pareciese que los celos habían finalmente decidido la situación. En la época en la que al Nassar llegó a Mirra, Yoshii había huído de la ciudad y Umar se había refugiado en la alcazaba para planear su venganza, que jamás llegó puesto que murió sepultado en la fortaleza que se vino abajo sin que nunca se encontrase explicación. Yoshii desapareció de las historias y tampoco se supo qué fue de él.

Lo que si se sabe es que al Nassar se hizo Malik de Mirra más por sus palabras que por su fuerza. Predicó la fé del Destino en los mercados, en los espacios públicos y en los baños y poco a poco fue ganando adeptos. La cosa no estuvo libre de conflicto pero Nassar siempre mediaba de forma sabia y sensata. Precisamente por eso muchas veces aparece mencionado su uso del turbante (es el símbolo de los cadís, hombres sabios y jueces) en las fuentes alinas. Tardó menos de dos años en tomar el trono de la ciudad. El nuevo monarca hizo construir una torre, a la que llamó mezquita, y desde ella, cada mañana, llamaba a la oración. Esto lo hizo todos los días de su larga vida, cinco veces al día.

La religión del Destino es una religión compleja que se basa en la idea de que la historia de cada uno ya está escrita, por lo que uno tiene que someterse a la misma, sea cual sea. Los Libros de Istus, escritos por el Profeta, dictan las leyes de Ala’i; romper las leyes es caminar contra el Destino. El problema son los cincuenta tomos de la Ley, que, desde aquellos tiempos, han de estudiarse tanto los cadís (jueces) alinos como los imanes (así se llaman los sacerdotes del Destino). La interpretación compleja del Destino, unido al ya de por si desordenado espíritu alino, son los motivos principales que impidieron a los habitantes de Ala’i –superiores incluso a los vilonios en campos como la Filosofía o la Medicina- el establecerse como un imperio hegemónico: la religión del Destino se expandió con tal rapidez y fuerza por todo Ala’i que el propio emperador vilonio Yelvain (llamado por muchos el Rey de Reyes) mandó reforzar las posesiones imperiales en el norte del continente de Ankay e incluso dirigió personalmente una incursión en el Desierto de las Dunas, donde impidió que muchas aspiraciones alinas sobre la costa prosperasen e incluso levantó la conocida Ciudadela de Vaith, que durante siglo y medio impidió la expansión alina hacia el oeste. Tras la muerte del Rey de Reyes el propio Profeta sitió la fortaleza al mando de un gran ejército alino y fue tomada en el 467 AS (el año vilonio de 535). Eso marcó el inicio de la expansión de los alinos por todo el norte de Ankay pues en los años siguientes ocuparon hasta los territorios que hoy en día poseen los Zarkos.

En los muchos años del Profeta y la instauración del Destino, éste afianzó la religión como algo propio de los hombres del desierto y creó un sistema monetario para Ala’i. Los alinos, en sus años de expansión, se caracterizaron por propagar su cultura pero respetar las anteriores. Las gentes de las tierras conquistadas y extranjeros eran llamados mawlas, que significa "converso" en Común, a los que se les obligaba a conocer los Libros de Istus, pero se les prohibía traducirlos. Todos los mawlas tenían que pagar anualmente un tributo llamado chizia.

Al Nassar vivió hasta el año alino 210, es decir, hasta el 421 AS (el año vilonio 581). A su muerte dejó unos dominios equivalentes a todo el norte del continente Ankay, salvo la costa de los Mares Tranquilos que pertenecía a Vilonia. Murió el último día del año y se puede decir que al día siguiente sus herederos ya estaban en guerra para hacerse con lo más posible de sus dominios.

 



La guerra interna en Ala’i (un evento habitual en esas tierras cada vez que un gran caudillo muere y el Profeta no fue una excepción) duró muchos años, casi medio siglo, y enfrentó a tuaregs, muyadim, ziríes, lamares, ayasidas, sansanios, iritas y karacenos, todas distintas facciones alinas. La paz no volvería a Ala’i hasta que la nieta del Profeta, Nayr al-Rashid ibn Nassar, se hiciese con el Califato de Mirra y trajese la paz al Desierto de las Dunas.

Durante varios siglos el poder alino no tendrá rival en Ala’i. El Califato de Mirra mantenía su poder de este a oeste sin entrar en conflicto con los territorios del Imperio Vilonio, con el que había un abundante comercio. Aparte de algunas luchas dinásticas intestinas y de varios conflictos armados, de importancia menor, con los Reinos Negros de Yu, se puede decir que el Califato vivió su época más dorada, que duraría medio milenio.


LA LLEGADA DE LOS ARCANOS


Corría el año vilonio 1002 cuando en los territorios norteños del Imperio, a orillas del actual lago Aark, algunas fuentes de la época mencionan la repentina aparición de un nuevo pueblo que inicialmente los vilonios tomaron por svardo; se llamaban a sí mismo arcanos. La primera nota que pude encontrar en la gigantesca Crónica Vilonia se trata de una carta del Gobernador de la Provincia de Dracalis Ulterior, Salinas Durgus del XXI Capítulo Imperial datada en el Segundo Mes:

"XXI. Y dicen que las costumbres de otros que llaman arcanos son muy diferentes. Pues ni tienen druidas que hagan oficio de sacerdotes, ni se curan de sacrificios. Sus dios es uno; de los demás ni aun noticia tienen. Levantan murallas y habitan en las tierras de ceniza, más allá de los Colmillos y quizás por eso ni presentan rehenes, tributo o batalla"

Siempre es tarea ardua cuando el estudioso del pasado ha de enfrentarse a una leyenda ampliamente aceptada como cierta. No existe ningún registro anterior al año vilonio de 1002 en el que se mencione la presencia de un pueblo en esos territorios a pesar de que habían sido explorados cincuenta años antes por el explorador vilonio Clinio el Joven. De sus Notas de Viaje por Dracalis Ulterior se puede leer:

"Recorrimos el lago que los svardos llaman por distintos nombres, Eremyn, Eramail o Thualana, por sus costas oriental, en busca de unas colinas sagrados que un druida mencionó. Supimos por él que hallaríamos unas viejas ruinas de los elfos pues antaño poblaban esta orilla hasta que un dragón atacó el asentamiento y muchos encontraron la muerte. El dialecto svardo de los etrones es complicado y la palabra dral se usa igualmente para designar dragón y volcán, por lo que podría ser que su desaparición no se tratase de otra cosa que un designio de Hadex, Dios de las Profundidades. Durante una Luna buscamos las ruinas cerca de los acantilados pero sólo encontramos campos vacíos, ríos y hierba alta."

Obviamente si hubiese una población autóctona de arcanos, Clinio el Joven se la habría encontrado en su periplo. Como eso no sucedió la conclusión es que no había en aquel entonces arcanos habitando las orillas del lago.

Cuando los arcanos entraron en la Historia, estaba claro que no podía tratarse de un pueblo svardo desconocido a pesar de los esfuerzos de los cronistas vilonios por encontrar sentido a su brusca aparición. El contraste entre los arcanos y los svardos era fuerte: hablaban distintos idiomas que no compartían raíz, tenían rasgos físicos diferentes, la cultura material, modos, costumbres y religión no tenían apenas nada en común.

La teología de los arcanos siempre tuvo un relato fabuloso para explicar la llegada de este pueblo: el Gran Arca. El nombre de los arcanos significa “que provienen del arca”. Adoran a un dios único llamado Gah. La religión arcana narra la existencia de un Viejo Mundo llamado Oerth en el que las costumbres y los hombres estaban muy corruptas por lo que Gah mandó a su hijo Sillevan para salvar a aquellos que que fuesen buenas personas. Se cuenta que Sillevan era hijo de un navegante y durante muchos años construyó con él un Gran Arca, una especie de barco inmenso en el que todos los puros de corazón del Viejo Mundo se marcharon para siempre.

Sillevan, en el Gran Arca, condujo a los arcanos hasta el Nuevo Mundo. Sin embargo la travesía fue larga y hubo dificultades, tantas que algunos de entre los arcanos dudaron de la palabra del Hijo de Dios y hubo un motín. Por un lado estaban los que tenían Fe, por otro los que la habían perdido, que se pervirtieron con ritos de Magia Negra. El enfrentamiento en el Gran Arca llegó a las armas y en el combate Sillevan murió y su cuerpo fue arrojado al vacío. Al día siguiente llegaron a las tierras que él había prometido. Como represalia, los arcanos que aún conservaban la Fe se alzaron contra los otros y les dieron muerte a todos salvo a uno, que consiguió escapar. Como no se conoce su nombre, le llamaron el Invisible y hasta hoy en día es como designan al diablo. Según el mito, con los restos del Gran Arca los arcanos fabricaron una empalizada y fundaron la ciudad de Akenar.

Toda esta leyenda resulta interesante pero desde luego es poco creíble. En mis años jóvenes inicié una disciplina a la que otorgué el nombre de Arqueología y que se basa en el estudio del pasado a través de los restos materiales que jamás mienten. Huesos, armas, tumbas, murales pintados, estelas y runas nos cuentan historias que permanecen olvidadas. Cierto es que los enigmas del pasado son difíciles de desentrañar pero el estudioso ha de, por lo menos, abrir los ojos a las evidencias.

Para desarrollar mi idea sobre la aparición de los arcanos he de explicar un antecedente: durante el año 1026 DS una de las grandes incógnitas del Orbe fue finalmente revelada pues supimos que más allá del Gran Océano había unas tierras a las que sus habitantes llamaban Eria. El primer encuentro entre gentes de ambos confines tuvo lugar el 11 de Junio de ese año, cuando un grupo de viajeros de allende los mares se encontró con el General Onaris de la Legión XIII de Akenar durante el sitio de la Montaña de Trasgos. Aparte de la importancia histórica de ese momento, algunos asuntos resultaron llamativos como que en ambos lados del Gran Océano se hablase un idioma muy similar, el Común. El cuerpo escolástico de Akenar sostuvo largos debates al respecto y surgieron varias teorías, algunas más disparatadas que otras. Durante mis estudios en la Escuela de Akenar decidí investigar las remarcables similitudes entre los arcanos y erios y defendí mi Tesis sobre tal materia y por ello fui apresado, encarcelado y excomulgado en tiempos del Emperador Acio I. Sólo la ayuda de la Orden de la Estrella y un poco de fortuna me libró de la hoguera.

Mi teoría es que los arcanos, de hecho, son erios. El idioma Común del Reino de Eria es prácticamente idéntico al nuestro, salvando algunas pequeñas y comprensibles evoluciones. La raza arcana es esencialmente idéntica a la eria, mediana estatura, pelo castaño oscuro, ojos claros. El feudalismo, una idea totalmente nueva en estas tierras a la altura del año vilonio de 1002 (puesto que los vilonios fundamentaban sus vínculos en la estructura familiar, como han hecho los elfos durante miles de años), no se diferencia en nada del feudalismo que lleva existiendo en el Reino de Eria desde tiempos inmemoriales. Símbolos heráldicos, nombres de familias, objetos sagrados y mágicos, arquitectura, poemas, canciones populares, festividades, todas las facetas de la vida común de Akenar tienen un claro precedente en el Reino de Eria. Además, hay restos arqueológicos imposibles de refutar, como que las "reliquias" del Gran Arca, conservadas en las criptas de la Catedral de San Gregorio en Akenar; cualquier marino las puede reconocer como propios de una embarcación de pequeño tamaño. También resulta evidente que las catacumbas y cloacas de la ciudad son de construcción diferente y anteriores al levantamiento de las murallas, quizás de algún asentamiento anterior cuyo nombre se ha perdido.

Pero eso no es todo. En Eria existen evidencias que van más allá de lo discutible. Hace algo más de un milenio en aquellas tierras existió un príncipe Aldarion, hermano de Aelfredo e hijo del rey Mack el Pálido, que desapareció con sus caballeros un tiempo antes de que Oswaldo el Usurpador subiese al trono. El joven príncipe, según los archivos erios, había "abrazado una Fé diferente a la de su padre y su hermano", que seguramente eran adoradores del viejo Dios Pelor. No sería de extrañar que Aldarion, al ver la situación de corrupción en la que se encontraba el Reino de su padre, se convirtiese a la religión del que allí llaman St. Cuthbert, Dios de la Justicia, que casualmente tiene el mismo símbolo que Gah, una Cruz -que simboliza para los erios el lugar donde se ajusticia a los ladrones-. Tampoco sería extraño que se marchase no sólo con sus caballeros, sino con carpinteros, labradores, bardos, herreros, magos, soldados, mujeres, niños y, por qué no, un profeta, Sillevan, fuese éste hijo de Dios o no.

Así pues, si mis cálculos son ciertos, Aldarion se exilió del Reino de Eria con Sillevan y un grupo de seguidores de St. Cutbert, o Gah. Cruzó las tierras occidentales y el Gran Océano, hasta dar por casualidad con algún tramo de costa en Draak. Es posible que tuviesen algún tipo de evento en las ciudades vilonias de Nevesy y Salé, aunque eso ya es puramente especulativo. Subieron desde el Mar Ilko por el río Dor, seguramente buscando un lugar agraciado para asentarse, y qué mejor para un erio que al lado de un lago (pues en Eria son muy abundantes). No sería raro que la muerte de Sillevan no se produjese por los mismos motivos que cuenta la leyenda, quizás incluso fue motivada por su condición de plebeyo más que por su capacidad de predecir el futuro. Si es probable, por cómo evolucionaron las cosas posteriormente, que fuese alguien querido y respetado, y que la Magia Negra tuviese que ver en su muerte. Tras esto, hace diez siglos, Aldarion fundó la ciudad de Akenar, quizás sobre las ruinas de alguna otra vieja ciudad anterior que el explorador Clinio el Joven, décadas antes, no consiguió descubrir.

El primer Rey de Akenar se llamó Darion I el Santo. Su símbolo fue una Cruz, que representa para los arcanos el mástil cruzado del Arca. Según los escritos arcanos, sabemos que un pequeño ejército vilonio atacó la ciudad en el año 12 DS, el año 1014 vilonio, pero fue repelido con grandes bajas por ambos lados. Al parecer los arcanos no sólo conocían el acero, sino que habían levantado unas murallas de considerable tamaño en apenas cinco años para defender la ciudad (una costumbre muy arraigada en Eria).

 

EL DECLIVE DEL IMPERIO VILONIO

En el siglo I DS asistimos a un proceso de debilitación de los dominios vilonios y las causas son muchas. En primer lugar, el control de unos territorios tan extensos generaba importantes problemas logísticos y administrativos. Añadido a eso -pero no de poca importancia- estaba la constante y erosiva lucha política entre las principales familias nobles vilonias; también hubo cierta relajación moral en las grandes urbes imperiales y, por último, una paulatina acumulación de necesidades militares en las fronteras más lejanas que requirió un importante esfuerzo por parte del Imperio.

En el año 25 DS el rey svardo Wisimar Dranaris y su hijo Gunderic (poseedor del legendario Escudo de Aegis) cruzaron la frontera del Imperio y atacaron las posiciones en la Aynea Ulterior, según dicen en busca de mithril. Repeler este ataque significó más de ocho años de campañas militares en las montañas aparte de importantes levas en las provincias de la Aynea Superior y Citerior, Vúlpara Acai, Laetia e Irelia. Simultáneamente en el norte de Ankay nos llegan noticias a través de la Crónica Vilonia de los primeros ataques alinos a los enclaves comerciales de la costa, sobre todo en Próxima Ankay e Ylirantia. Tampoco eran infrecuentes las escaramuzas con los Zarkos en la Aknay Proconsular. Eran años de peligro y dudas. En el año 79 DS el Imperio sufrió una derrota importantísima: tras dos décadas de guerra contra las tribus locales que hostigaban las posesiones vilonias del oeste, en la Occitana Inferior y Superior, el General Mario Luppus tuvo que ordenar la retirada de los imperiales para evitar una masacre sin precedentes. Las ciudades fueron evacuadas y todos aquellos que no eran vilonios fueron dejados a su suerte. Según fuentes de la época esta debacle contra enemigos teóricamente inferiores sólo fue posible debido a que uno de los caudillos semiorcos, Jorgothorn, consiguió unificar a las estirpes que lo aclamaron como Rey de los Kernios. La retirada de Mario Luppus representaría el final definitivo de los imperiales en aquellas tierras (que perdieron de un plumazo dos provincias) y el inicio del Reino de Kernia donde la religión de Assur caló definitivamente entre los semi-orcos (que sería llamados kernios en la Crónica Vilonia desde entonces). La escolástica imperial dictaminó que Assur, Dios de la Guerra, era el propio Hextor en su forma humanoide. Otros, sin embargo, sostuvieron que se trataba del hijo de Gruumsh, Dios de los Orcos. A pesar de mis intentos, no he conseguido tener acceso a ninguno de los pergaminos sagrados que los kernios conocen como Estelas de Assur, aunque he descubierto que en lengua orca el término As significa dios y shar significa infinito. Por tanto, para los kernios no es sólo un dios de la guerra sino el señor de todas las cosas, el Creador.

Volviendo a lo que nos ocupa, que es el declive del Imperio Vilonio, es importante saber que los Nigromantes habían sido una de las piezas claves en la hegemonía imperial hasta el momento. Sin embargo el número de hechiceros empezó a reducirse por motivos totalmente inexplicados. En la Crónica Vilonia se menciona que en el primer cuarto de siglo había más de un centenar de niños y niñas que intentaban pasar las pruebas esotéricas en la Escuela de Artes Oscuras, en Haldheim. A finales del mismo siglo el número se había reducido a una décima parte. Preocupados por este proceso los Nigromantes decidieron cambiar de ubicación la escuela y la trasladaron a la provincia de Urumaris (las tierras que hoy en día llamamos Campiña), a un misterioso lugar llamado Punta Aguja. Pero esto no solucionó nada y las filas de los Nigromantes irían menguando de forma notable a lo largo de los siglos.

 

LOS PRIMEROS AÑOS DE AKENAR

Los inicios de Akenar fueron duros pues el enclave elegido por los arcanos estaba rodeado de pueblos bárbaros y seriamente amenazado por el sur por el Imperio. Varios fueron los intentos de saqueo por parte de los svardos, primero los etrones, luego los vardanos e incluso el clan enano de los Kotón que habitaba lo que llamaban los Colmillos (hoy en día las Columnas de Dios) atacó la ciudad en el año 66 DS. Los imperiales, que eran una amenaza mucho más seria, ya habían atacado en el año 12 DS y volvieron a intentarlo taimadamente en el 51 DS. Los arcanos defendieron Akenar un ataque tras otro y en pocos años se ganaron una labrada fama como constructores de murallas y fabricantes de armas y armaduras sin igual.

En el año 70 el Rey Darion acabó su obra llamada el Códice Sagrado, que es el libro más importante de los sillenitas (los adoradores de Gah) y un compendio de las enseñanzas de Síllevan, el Hijo de Dios. El Códice Sagrado está dividido en los Diez Libros: el Libro del Origen (I), el Libro del Arca (II), el Libro de Salmos (III), el libro de la Justicia (IV), el Libro de los Cantares (V), el Libro de los Misterios (VI), el Libro de la Nueva (VII), el Libro de los Vasallos (VIII), el Libro de las Cruzadas (IX) y el Libro del Fin de los Días (X).

La ciudad iba creciendo paulatinamente. La Fortaleza Negra fue terminada en el año 85 DS cuando la ciudad contaba con algo más de diez mil habitantes según el censo de la Iglesia, que había sido creada oficialmente en el 3 DS por San Gregorio, uno de los clérigos sillenitas llegados en el Arca. El Santo estableció que a nivel religioso la sociedad se estructuraría de forma jerárquica: obispos, presbíteros (clérigos), seglares y paganos. Sería San Lucio el creador de la Inquisición sillenita en el 90 DS. Al explorar unas ruinas encontradas bajo Akenar se encontró un libro llamado Galdrabók (Libro de la Magia), un grimorio escrito por el mago Zoroastro con 47 hechizos. El Santo creó inicialmente la institución para confiscar y vigilar los objetos mágicos que aparecían ocasionalmente bajo la ciudad aunque no tardó mucho en convertirse en una institución orientada a combatir la magia negra y brujería.

El Gobernador de la Dracalis Ulterior, Aulus Nepos, visitó el norte de su provincia en el año 99 DS y fue el primer mandatario imperial en visitar Akenar. El vilonio se reunió con el Rey Darion I y juntos visitaron las obras de la Catedral de San Gregorio, a medio construir. El motivo real de la visita de Aulus Nepos era valorar si los arcanos y la propia ciudad eran valiosos como para justificar el armar un ejército imperial y conquistarla de una vez o si, por el contrario, no merecían el esfuerzo y por tanto se podía firmar con ellos alguna alianza estratégica que aliviase la frontera norteña y así poder olvidarse de ellos. Optó por lo segundo y, al regresar a su fortaleza en Avignac, escribió al Emperador:

"Altísimo. Tras mi exhaustivo viaje por el norte de la Dracalis Ulterior y mi visita a la ciudad de Akenar, no encuentro justificación alguna para las palabras de vuestro Oráculo. Se trata de un lamentable estercolero irrelevante, angosto, maloliente, de casas mal construidas y poblado por gentes bárbaras y simples. Los arcanos son pocos, austeros y simples, su única virtud consiste en la tozudez"

Por tanto, en el año 103 DS el Imperio Vilonio y el Reino de Akenar pactaron una alianza o feodum (que será de cierta importancia siglos más tarde). Según la Crónica Vilonia (pues los archivos arcanos se perdieron en un incencio) el Imperio se comprometió a considerar a los arcanos como aliados y por tanto exentos de pagar el conocido Diezmo (que el Imperio exigía a muchos vecinos como compensación por no conquistarlos) a cambio de que los caballeros y soldados de Akenar defendiesen la mermada frontera norteña de los ataques svardos.

Pocos años después, en el año 119 DS, el reino tuvo la oportunidad de cumplir su parte del pacto cuando una fuerte rebelión de esclavos -liderada por un tal Pucro- estalló en la provincia imperial de Bestalia, al este de Akenar. La mismísima Pretora Vilelia Sabina fue asesinada en una visita a unas termas y fue su sucesora, la Pretora Valeria Galba, la que pidió ayuda al Emperador Livio Aelio. Ante la peligrosa demora de una leva en la Dracalis Citerior los generales imperiales, azuzados por los movimientos políticos de la familia Galba, solicitaron ayuda al Rey de Akenar. El Rey Darion, con un ejército de 300 caballeros, 1000 arqueros y 2000 soldados de a pie, sofocó la rebelión entre los años 120 y 122 DS. Pucro fue enviado a Nevesy cargado de cadenas y no sabemos -las Crónicas no lo mencionan- qué suerte corrió. Este evento da cuenta del modesto tamaño del ejército de Akenar pero también de una importante capacidad de guerra. Es también la primera vez que el Caballero Verde sale en una crónica llevando su legendaria armadura (con la que no podía ser herido), pues era uno de los paladines del Rey.

En el año arcano 142 DS murió Darion I. No le sucedieron sus hijas, sino el que había sido Senescal, Balthazar el manco, que trató de saltarse sus propias leyes en juicios y beneficiando a sus seguidores más leales. A esto se opusieron los clérigos sillenitas, y el rey Balthazar masacró a treinta de ellos, lo cual le costó la vida a manos de San Jerome, su hijo. El Rey San Jerome, desde el año 145 DS, reformó la Iglesia y extendió enormemente las tierras vasallas de Akenar no sólo mediante la guerra sino con pactos y alianzas con los pueblos svardos vecinos. A la altura del 190 DS las tropas de Gah ayudaron al Emperador Licino Aelio en su guerra contra el usurpador Tito Probo. La guerra fue muy sangrienta y sólo la intervención de Akenar salvó el trono del Emperador de modo que al término de la contienda todo el norte de la provincia Dracalis Ulterior pasó a ser parte de los territorios arcanos. Casi simultáneamente, en el norte San Jerome dominó a las Trece Tribus. Poco después Akenar invadió a una coalición de svardos que dos décadas atrás, al oeste del lago Aark, habían conquistado las provincias imperiales de Gladius y Áquila. A pesar de que los cronistas del siglo II se esmeran en maximizar las glorias del ejército arcano en esta contienda denominada Guerra de Áquila, es indudable el papel que tuvo lugar en la misma el que era Consejero Real, el mago Rary (apodado "el traidor", aunque no se registró el motivo). La Iglesia, y en especial la Inquisición, siempre puso gran empeño en ocultar cualquier logro de las artes mágicas y prefieren mencionar la voluntad de Gah en las victorias. Encontré sin embargo un pergamino de runas svardas que copio aquí literalmente:

"Entonces aqueste Rey mandose a parlamentar con los grandes Slesvig y Hagga Oncededos a las afueras de questa vila de Nedhia efrente sus grandes murallas. Apenas vinieran coel rei seiscentas almas con fierro y Slesvig riose dellos mas Hagga díjole que fuese prudente pois connel rei viniera un omme misterioso al que dicían el Traidor. Falaron los qatro y no encontraron acuerdo posible. Volvieron los svardos a la seguridade de Nedhia mais no era tanta pues según entraron escuchose un ruido como un hueso de gigante roto e las portas vinieron abaixo e muitas piedras y entonces seiscientos ferros ya no fueron poocos"

De una forma u otra, el reino de Akenar se fue expandiendo de forma paulatina.

 

LA RUPTURA DEL IMPERIO VILONIO

 

Los tresios, conquistados y dominados por los vilonios desde hacía casi medio milenio, habían protagonizado numerosos levantamientos a lo largo de esos siglos. A pesar de que los cronistas de la Isla de los Palacios se esmeran en teñir tales revueltas de amor patrio, la realidad de los registros es que casi todas habían tenido que ver con protestas por nuevos impuestos imperiales o rebeliones locales debido a corruptelas políticas. Ni uno solo de los episodios violentos en Tresia antes del siglo II DS tuvo que ver con ninguna intención separatista. De hecho incluso la que llevó a ello tampoco estuvo dirigida por los teócratas que, tiempo después, ostentarían el mando en la isla. El instigador inicial fue el general vilonio Aymar Faelar, primo segundo del Emperador. Tras meses de erosión política y sobornos, la isla se rebeló contra el Imperio en otoño del año 149 DS proclamando al Rey Aymar como Señor de Tresia.

Era de esperar una respuesta imperial. En Vilonia se empezó a preparar una flota para sofocar la rebelión. La fuerza habría de estar lista para el año siguiente, el 150 DS. Temiendo esta respuesta el Rey Aymar intentó afianzar la lealtad de los tresios ante lo que se avecinaba y para tal efecto reinstauró los antiguos cultos y las costumbres prohibidas. Está claro que el nuevo monarca no midió correctamente los riesgos que entrañaba esa decisión ni había meditado con cautela los motivos que siglos atrás habían motivado las prohibiciones. Quiso la fortuna que una gran tormenta en el Mar de Sargos acabase con la poderosa flota vilonia enviada desde Haldheim, Rigus, Ilkamar, Wesius y Urdum para retomar la provincia insurrecta de Tresina. Esto fue interpretado por los sacerdotes tresios como una señal de su Único Dios, Atros: se había cumplido la profecía de que una Voz Divina marcaría el principio de una nueva era para ellos como Pueblo Elegido. Librado, al menos temporalmente, de los ejércitos imperiales, el Rey Aymar y su corte de vilonios quizás pensó que había zafado las amenazas sobre su Corona sin percibir que su sino acababa de sellarse: días después del descalabro marino imperial, una multitud de sacerdotes de Atros irrumpió en el palacio del Rey, cuchillos en mano, y mató a todo vilonio que encontró. Por supuesto el Rey Aymar fue de los primeros en perecer. Sólo escaparon un puñado de cortesanos, algún Nigromante y la Princesa Imra, hija del monarca.

La Princesa Imra viajó en barco a la provincia de Everonia donde encontraría un enorme número de simpatizantes y allegados, cansados de Emperadores que jamás pisaban aquellos lares, políticas lejanas y altos impuestos. En el año 155 DS todas las provincias de la región vúlpara se separaron del Imperio Vilonio. En abril de ese año la Everonia, Islaica, Vúlpara Acai, Pirea, Laesia, Daemos, Mesalia, Agonesa, Lacustrana y Lyria formaron el que se dio en llamar Nuevo Imperio. Gondomar, sin embargo, se separó oficialmente del Imperio tres años después tras el llamado Episodio de los Emisarios (en el que el jefe de los enviados del Nuevo Imperio, Ragaalis, raptó a la sacerdotisa de Corelion de Gondomar, Adrial Se-Ahnara, lo cual dio fruto a innumerables epopeyas). Finalmente Gondomar no se sumó al Nuevo Imperio sino que decidiría permanecer como República. Entretanto, en la ciudad de Everonia se coronó la Basilea Imra (es como se dice "monarca" en idioma ilko). Fue el inicio de la Ruptura, que aunque en los textos del Nuevo Imperio pareció algo inmediato, otros indicios documentales desvelan que en algunos lugares tardaría en consumarse el resto del siglo II DS. En teoría las provincias vilonias de Ankay Lejana, Ankay Proconsular, Aritana y Talionaica seguían perteneciendo al Imperio de Vilonia pero la realidad fue bien distinta pues el contacto era inexistente, la administración imperial se derrumbó y cierto número de ciudades-estado comenzaron a competir entre si por el dominio de los territorios norteños del continente de Ankay. Fue un período caótico de luchas y señores de la guerra que se prolongaría por un siglo.

Tras la Ruptura, ambos imperios estaban oficialmente enfrentados pero no existía capacidad militar por ninguno de los dos lados para consumar una guerra aunque eso no evitó un episodio extraordinario en el año 202 DS, la sangrienta toma de Radagar por parte del Nigromante Nylian y un pequeño ejército de mercenarios al servicio del Imperio. Tras eso, en tiempos del Basileo Sildar II, nieto de la Basilea Imra, la Ruptura fue completa.

En Tresia se había instaurado la Teocracia de Atros, Dios del Mar y del Comercio, posiblemente conocido en otros lugares con el nombre pagano de Fharlanghn o Ioun, en los textos más ancestrales.
 


La Ruptura no significó la paz en el Nuevo Imperio, los basileus Sildar III y Sildar IV, se pasaron la mayor parte de sus mandatos combatiendo la piratería de Sarkai (ésta jamás había sucumbido bajo el poder vilonio) y en guerras puramente comerciales con Tresia. El Emperador Sindar IV murió traicionado en su Corte en el año 333 DS, a manos de un asesino presuntamente pagado por los tresios, lo que hizo que su descendiente, Sindar V, jurase hundir todos los barcos de la Isla de los Palacios que surcasen los mares del Nuevo Imperio. Muchos estudiosos de la Historia llaman a esto Guerra de los Piratas, que sacudió el Mar de Sargos durante todo el siglo IV y que no sólo enfrentó a los navíos tresios y del Nuevo Imperio, sino a todas las ciudades libres, orcos del mar, kernios y mercenarios del oeste de los Mares Tranquilos con la única excepción de Gondomar. En esta guerra naval los navegantes tresios e ilkos demostraron su enorme habilidad como marinos y el Mar de la Niebla jugó un papel crucial como escudo defensor de la Isla de Tresia, que aparte de sus barcos apenas contaba con murallas o castillos en el interior de la isla. Fueron años turbios y peligrosos, se trata de los tiempos de la capitana Keya, de la compañía mercenaria de los Unae (que cambió de bandos hasta siete veces), de las narraciones del cronista Utarco y de las sonadas batallas de Mira, Salsana, Mesalia y Corenya.

La guerra y el botín atrajeron a numerosos mercenarios de todas partes y algunas consecuencias fueron mucho peores de lo que el propio Sindar V o sus hechiceros habían previsto: en las tierras de Ala’i, que después de varios siglos de paz había caído nuevamente en un conflicto civil, tras la muerte del Califa de Mirra, surgió con fuerza una facción muyadim, de guerreros del desierto y piratas de barcos de velas triangulares. Los muyadim barrieron en pocos años todas las viejas provincias vilonias del Ankay, desde este a oeste y expulsaron a todos los vilonios y vúlparos de toda la costa hasta Kernia, donde los alinos intentarían invadir las tierras más fértiles del Reino de las Estirpes (que es como se autodenominaba Kernia). La batalla decisiva se produjo en el año 377 DS cuando el Rey Orkrist Doshachas aplastó a los alinos en el Paso de Huum. El monarca kernio obtuvo una victoria totalmente desmesurada según las fuentes de la época, lo que hace dudar de la veracidad de los números. Todos los registros (incluso los alinos) coinciden en que el Rey kernio llevaba consigo las Dos Espadas de Sangre, según la leyenda dos armas mágicas bendecidas por Assur.

A pesar de la formidable derrota de los alinos en el oeste, sus barcos realizaron ataques por toda vúlpara. En un primer momento los generales del Nuevo Imperio se temieron una gran alianza contra ellos, entre Tresia y Ala'i pero la quema de parte de la flota tresia dispuesta en Agon a manos del pirata alino Silomé disolvió estas dudas. Por si fuera poco, la Isla Prometida (como los tresios llaman a su tierra) sufrió un breve conato de invasión a manos del Califa Mohamed al-Yasarii, que murió misteriosamente en la razzia en el año 380DS. Tras este suceso, la facción muyadim, más interesada en asentar su poder en el oeste de Ala’i que en la propia Mirra, fundó el Califato de Libah en los antiguos territorios de la provincia de Ankay Proconsular. A pesar del fracaso de la invasión, el sur de Tresia estaba terriblemente amenazado de modo que la Teocracia de Atros decidió poner fin al conflicto con el Nuevo Imperio mediante el pago de un formidable tesoro al Basileus Sindar V, que incluía algunos objetos mágicos de cierto renombre como la Copa de Cristal Verde, la Espada de Vorpal y la Baraja de las Doce Cabezas. El Basileus también pidió cien zelotas rehenes que, con los años, se convertirían en la guardia personal de élite del Basileus conocida como la Guardia Tresia. La paz se firmó en el año 390 DS.

 

LOS SIGLOS OSCUROS DE AKENAR

Existe cierto vacío histórico a finales del siglo II DS en lo que se refiere a la documentación escrita acerca de la ciudad de Akenar. No sólo los incendios fueron mermando paulatinamente los datos sobre esta época sino también los pérfidos insectos de la polilla y el zurrel, cuya presencia desapercibida puede resultar en la destrucción total de enormes cantidades de pergamino en un archivo privado o una biblioteca mal atendida. En tales casos me he visto obligado a consultar referencias de otro tipo, ya sea la lectura indirecta de objetos materiales como pinturas, esculturas, tapices e incluso monedas, como fuentes orales, es decir, los relatos de los pocos elfos de la Bóveda que estaban vivos en aquel entonces -son muy escasos los que alcanzan los 800 años y se cuentan con los dedos de media mano los milenarios- así como algunas confirmaciones del mago Rary "el Traidor" y su hijo Asmund, ambos dotados del extrañísimo don de la Larga Vida.

Así, cotejando, he descubierto que en varias líneas genealógicas arcanas se registran nombres de reyes que no llegaron realmente a existir o personajes duplicados o monarcas cuyos años de reinado no coinciden en distintas fuentes y un galimatías sin orden ni concierto. Por mencionar dos o tres ejemplos del este caos: a pesar de mis dudas iniciales, puedo afirmar que sí existió el mítico Rey Teodoro el Blanco, del cual se dice que curaba la lepra con su mera presencia, pues el propio Rary le sirvió y encontré en una cámara de un banco enano un arcón de monedas con la inscripción RTA, que imagino que se refiere al "Rex Theodorus Albae" de uno de los Tres Sellos Reales; no existió nunca el Rey Preste ni su consejero gnoling Gildo de Garvil; si bien se mencionan con avidez en numerosas canciones y chascarrillos populares, ambos fueron posiblemente inventados por el trovador Lambeth d'Galiac en su famosos Cuentos de Cambia. Y si, la Dama Avice de los cantares fue la heredera del Caballero Verde; estoy seguro de su existencia pues encontré su tumba en unas ruinas en un subterráneo de Halcóngris.

Podría afirmarse que principios del siglo III DS el Imperio Vilonio utilizaba al Reino de Akenar como muro de contención de todos aquellos pueblos norteños svardos que habían representado una amenaza en las décadas pasadas. Bajo el reinado del Rey Eadred el Martir y la Reina Ethwyn II, los arcanos enviaron emisarios al reino svardo de Atria en el año 231 DS. Aquel había sido fundado por Trevor el Errante, con la ayuda de las sacerdotisas adoradoras del Sol, divinidad a la que daban el nombre de Pelor. El nombre "pel" proviene de la suma de las runas svardas "pa" (fuego) y "el" (aire); de modo que pelor más que un nombre es un significado: "aquel que habita en el sol". Los clanes y tribus svardas se habían unido en aquel reino que, a pesar de ser joven estaba poblado por gentes vigorosas, contaba con tierras húmedas pero muy fértiles y una fuerte alianza con el Reino Faérico de Yvonesse que les proporcionaba grandes tranquilidades en el oeste. En aquellos tiempos reinaba Matilda la Sabia, la cual se dice hablaba numerosos idiomas aparte del svardo, incluidos no sólo vilonio y común sino también orco y élfico. Los emisarios arcanos querían conseguir permisos de pastoreo en los alrededores de Fuerte del Sol, el castillo atrio más sureño que cerraba el acceso a los valles de los ríos Carmo y Enda. Las fuentes atrias indican que el permiso fue concedido pero las crónicas arcanas dicen los contrario. Al año siguiente, el 232 DS, una pequeña alianza de señores feudales arcanos comandados por la legendaria Condesa de Malahute, Lady Magred, atacó por sorpresa Fuerte del Sol y lo tomó a sangre y fuego. Dicho asalto se inmortalizó por los trovadores arcanos en la famosa Oda de Malahute. Siglos después las ruinas de Fuerte del Sol acabarían siendo reconstruidas y son los cimientos del que hoy en día llamamos Castillo de la Tabla.

La caída de la fortaleza atria fue el principio de una larga contienda que empezó así, con ataques ocasionales de un lado del río al otro; eso dio paso a incursiones de castigo por parte de nobles de ambos reinos. En el año 239 DS la ciudad arcana de Escávalon fue quemada y saqueada por jinetes atrios, un año después el Rey Eadred el Martir reunió un ejército y marchó al norte saqueando Pinea como represalia y ya a esas alturas se podía hablar de guerra que alcanzó su punto más recordado cuando su produjo la famosa Primera Batalla de Quebrada en el año 244 DS en la que murió la Reina de Akenar Ethwyn II en un contraataque. Entonces el Rey Eadred el Martir perdió el juicio y realizó una carga de caballería descabellada contra el frente del ejército atrio liderado por la Reina Matilda la Sabia; el monarca fue capturado y murió aquella noche debido a las graves heridas recibidas; se cuenta que se negó a recibir ningún tipo de curación por parte de las sacerdotisas de Pelor (de ahí su sobrenombre). A pesar del duro varapalo recibido por Akenar, el sucesor y primo de la fallecida reina, Marcel II, continuó la guerra entre ambos territorios con sucesivas campañas que culminaron en la llamada Traición de las Lanzas, en el año 286 DS, donde el Rey Marcel II se reunió para hablar de la paz con la mayor parte del culto solar atrio en una antigua atalaya enana en las cercanías de Trois. Numerosos caballeros arcanos emboscaron y dieron muerte a la mayor parte de las sacerdotisas de Pelor. La reina atria de aquel entonces Delaida II (nieta de la reina Matilda pero sin la legendaria perspicacia de su abuela) consiguió huir con vida. En los meses siguientes, a pesar de la tenaz resistencia en algunos castillos, el reino de Atria acabó por ser derrotado, sus ciudades fueron conquistadas, la monarca enviada a Akenar como rehén junto con dos docenas de hijos e hijas nobles, sus tierras repartidas y su señorío sostenido bajo régimen feudal tributando directamente al Rey Marcel II de Akenar cuya primera orden al entrar en Tréveris fue la de demoler el Templo de Pelor y erigir sobre él la Catedral de Eadred el Martir. Aunque el disfrute le duró poco pues apenas un año después el Rey murió tontamente ahogado en uno de los fosos de agua que rodean la Fortaleza Negra.
 

Las tierras que hoy conocemos como la La Campiña eran conocidos como Bestalia en tiempos del Imperio Vilonio. En el año 247 DS el pueblo svardo de los lecios había invadido el territorio, llegados por mar desde las islas de Skai. El Imperio había sido incapaz de hacer frente a la situación y había pedido ayuda a Akenar pero éste se encontraba en su propio conflicto con Atria por lo que la provincia se derrumbó. Los bárbaros svardos crearon entonces el Reino de Lecia, cuya capital estaba situada en la ciudad fortaleza de Wylham. También los lecios fundaron dos o tres reinos menores, como el Señorío de Camberlaar y el Reino de Gall. Y ya a la altura del año 270 DS los tres territorios peleaban entre si por dominar la región, o al menos hasta que la dama Ingrid, hija del enfermo y anciano rey de Lecia, Godón II, viajó a Akenar para intentar una alianza con Marcel II "el Engañador". A pesar de la edad de la dama Ingrid (que se acercaba a la treintena cuando ocurrieron estos hechos) el rey arcano, cuya situación estaba en entredicho por no contar con descendencia, aceptó. Así pues el Reino de Mecia y Akenar fueron uno bajo el reinado del primogénito de ambos, Marcel III el Ilustrado, que subió al trono en el 287 DS con apenas quince años; durante su breve reinado también consiguió anexionarse el resto de territorios lecios, Camberlaar bajo amenaza militar y Gall con la construcción de un monasterio sillenita que consiguió convertir a muchos en la ciudad debido a ciertos milagros (de credibilidad ambigua); de hecho la ciudad cambió su nombre a Saint Gall. Los arcanos empezaron en aquellos tiempos a llamar "Campiña" a todas las llanuras verdes que se extendían al este del río Guyón.

 



El Imperio Vilonio en varias ocasiones reclamó las tierras que el viejo Godón II le había arrebatado medio siglo atrás pero el Rey Marcel III reunió a numerosos letrados eclesiásticos versados en Derecho Vilonio para contrarrestar legalmente aquellas peticiones. Incluso llegó a declinar una invitación formal para presentarse en Nevesy en el año 292 DS. El rey arcano murió en una emboscada de orcos mientras regresaba a Akenar desde Tréveris, en el año 294 DS. Heredó el trono su hijo Elgar que contaba con tan sólo 3 años. La Reina Madre Ingrid nombró Senescal del Reino a una militar de origen arquitano, Guillermina de Bulé. Se trataba de una mujer experimentada y capaz que años atrás había combatido en las filas del Imperio Vilonio. La costa del Mar Ilko, bajo control imperial, atravesaba un período de gran incertidumbre debido al episodio del Nigromante Didio Aetius, un hechicero vilonio de gran poder que mató a muchas gentes en las provincias costeras de Carpina y Arquitania. Con la excusa de buscar al Avatar Renacido, una leyenda vilonia que decía que un señor de los infiernos nacería bajo determinada combinación astrológica, la provincias vivieron varios años de terror a los que hubo que añadir la gran peste del año 295 DS que mató a un tercio de los habitantes. Cuando el año 296 DS la Senescal sitió la ciudad de Carpina, el casus belli de Akenar fue detener la locura de Didio Aetius que antes de morir mató a una gran cantidad de caballeros y clérigos sillenitas. Guillermina de Bulé se manejó con habilidad con los emisarios vilonios y contra todo pronóstico mantuvo el control de la plaza consiguiendo así la primera salida directa al mar Ilko del Reino de Akenar.

Poco después Elgar fue coronado Rey de Akenar y se iniciaron las obras de la catedral de San Darion. El Imperio de Vilonia, a pesar de las tensiones generadas por la toma de Carpina, envió emisarios para invitar al Rey Elgar a la coronación del Emperador Offa, en el año 310 DS. Por supuesto, el Imperio de Oriente, que poseía gran parte de la franja costera de todo el Mar Ilko, no veía con buenos ojos los avances arcanos en el litorial. Todo esto lo sabía el Emperador, que aunque era más joven que el rey arcano, era un dirigente mucho más hábil. En los dos encuentros que tuvieron el Rey de Akenar y el Emperador se firmaron pactos, ambos perjudiciales para Akenar. El Rey accedió a pagar un Diezmo al Imperio por salvaguardar su frontera del Sur y preservar Carpina, y en segunda instancia tuvo que mandar caballeros sillenitas como auxiliares del ejército vilonio.

El semielfo Offa sobrevivió a varios reyes de Akenar, y a lo largo de todo el siglo IV DS evitó que el Reino se expandiese, a base de pactos, casamientos y alguna traición. En el año 390 DS, cuando murió el Emperador Offa, las fronteras de Akenar seguían como cien años antes.

 

Este proteccionismo del Imperio Vilonio de Oriente no pasó desapercibido a todos. En el año 402 DS subió al trono Umberto de Acre, hermano menor del antiguo rey (que murió sin descendencia). El Rey Umberto, ayudado por su consejero Dionis, un elfo exiliado de Myrl (nada menos que el primo de los monarcas elfos Aeryn Myrl y Yania Myrl) retomó la antigua costumbre sillenita de expandir los territorios. Con la ayuda de su consejero (que al ser elfo facilitaba mucho el entendimiento) consiguió que el vecino Reino Faérico de Yvonesse, cuyo monarca ya era Tanis Wym -perduraría al frente por siglos-, se convirtiese en vasallo de Akenar. Quizás el Rey Tanis prefirió cierto menoscabo en su honor a cambio de una promesa de paz que Akenar siempre cumplió. Por otro lado el Rey Umberto reorganizó los territorios y legalizó el hasta entonces prohibido culto de Pelor, así como otros cultos de dioses paganos que empezaron a ser permitidos en las fronteras del reino. Convirtió los grandes territorios de Atria en un Ducado, quizás para intentar sanar antiguas rencillas (aunque la primera Condesa de Atria fue Lady Adele de Kent, una noble leal al Trono de ascendencia arcana). Tras eso conquistó las tierras de Lundor en una victoriosa campaña de doce años de duración. En el año 424 DS, dejó de pagar el Diezmo al Imperio Vilonio de Oriente, lo que le enfrentó directamente con el Emperador Offa II y dio comienzo a lo que muchos llaman la Guerra de los Dos Siglos.



LA GUERRA DE LOS DOS SIGLOS


A pesar de lo que narran las crónicas sillenitas, cuando Akenar dejó de pagar el Diezmo al Imperio Vilonio y la noticia llegó hasta la Corte de Verano en Nevesy, ni el Emperador Offa II ni sus consejeros le dieron especial importancia. No era algo muy infrecuente que un territorio bajo un feodum se revelase contra los pagos en oro, plata y especie y en especial en años malos, como el 424 DS en el que se había producido muy malas cosechas en todo el sur de Draak. Todo habría resultado normal si los emisarios enviados por los vilonios al año siguiente hubiesen regresado de Akenar habiendo negociado algún tipo de reparación o con algún acuerdo; sin embargo no fue así. Los tres diplomáticos no consiguieron hacer ceder al Rey Umberto a pesar de las amenazas de guerra. Según las crónicas sillenitas al monarca arcano se le había aparecido una imagen de “un estandarte con una cruz y una voz celestial le había prometido la victoria si se enfrentaba al Imperio Vilonio” ; así, guiado por su fervor religioso y sus visiones, el Rey despachó la vía pacífica que proponía el Imperio. Tras estudiar los documentos de las reservas de grano, el precio del pan y los recursos con los que contaba el reino de Akenar, es posible aventurar la hipótesis de que el Rey simplemente no tuviese con qué afrontar el Diezmo y prefirió la posibilidad de una contienda en vez de tener que obligar a su pueblo a sufrir unas penurias difíciles de soportar.

El ejército vilonio, debido a las hambrunas que las provincias imperiales también habían sufrido, tampoco estaba en condiciones de iniciar una campaña militar, de modo que el Emperador Offa II declaró la guerra al Reino de Akenar en el año 426 DS sin que hubiese la menor intención de movilizar un sólo soldado o caballero. Sin embargo los dos años siguientes resultaron muy buenos y por tanto aceleraron la recuperación de las provincias y de la potencia militar imperial; por tanto fue en la primavera del 429 DS cuando el propio Offa II desembarcó en las tierras del continente. En aquellos tiempos Arquitania era una de las más prósperas provincias del Imperio de Oriente, y fue allí donde se iniciaron las levas y donde las legiones empezaron a reunirse.

 


Al tratarse de dos dominios con amplios territorios la guerra tuvo diversos escenarios y distintas etapas. La primeras escaramuzas entre arcanos y vilonios se produjeron en el sur, en las cercanías de la ciudad de Hanor, que se encontraba bajo la influencia arcana desde algún tiempo atrás aunque tradicionalmente había sido un importante puerto imperial que controlaba la salida del río Dor. En el año 435 el general vilonio Druso Óptimo asaltó y tomó Hanor tras cinco años de asedio y todas las posesiones de Akenar en la costa del Mar Ilko fueron retomadas por los vilonios. Tras eso, todo el sur del Reino de Akenar fue atacado en castillos y burgos. En el norte la provincia imperial de Gaecia lindaba con el Ducado de Atria, donde el Duque Bertrand armó un ejército con una notable participación de arqueros elfos de Yvonesse. A pesar de eso sufrieron una importante derrota en la batalla de Echester en el año 436 DS entre otras cosas por el genio militar de la Censora Amida Glaca y las dos clientes nigromantes, las Hermanas Tovare.

Ciertamente la primera victoria arcana se produjo lejos de Akenar, al oeste de las Marcas Alures, donde en el año 439 DS un ejército vilonio compuesto por lanceros humanos y un importante destacamento de ballesteros enanos avanzaba en dirección norte por un territorio de colinas suaves muy desventajoso para las tropas enanas. Los vilonios intentaban aprovechar la delicada situación en la que había quedado sumido el Reino de Akenar y asestar un golpe por cada punto cardinal posible. Sin embargo los enanos, y sobre todo el líder de estos, Gront du Gank, tuvo una fuerte discusión con el General vilonio Praco Julo debido a diferencias de opinión sobre el terreno a elegir y se negó a seguir sus órdenes incluso cuando los exploradores alertaron de la cercanía de un contingente de caballería arcana que había realizado una incursión. La batalla que se produjo fue más vergonzosa que sangrienta y la actitud de Sire Owain el Dulce, un paladín sillenita que estaba al mando, sería determinante muchos años después: el joven caballero capturó a muchos prisioneros pero todos fueron respetados y mantenidos en cautividad en la lejana Gaelot. A cambio de ellos se pidió un rescate en mithril que las familias enanas pagaron gustosamente pocos años después a cambio de sus guerreros.

El Rey Umberto, famoso por su carácter decidido y agobiado por las derrotas en norte y sur, intentó entonces un sorprendente ataque directamente contra la isla de Vilonia, seguramente intentando alcanzar las ciudades de Haldheim o Nevesy. Partió con una flota desde la ciudad de Wessex y desembarcó con un pequeño ejército al oeste de Vilonia, pero un Oráculo imperial predijo aquel movimiento y fue derrotado y capturado por uno de los lugartenientes de Offa II, Severo de Haldheim, en la batalla de Ilva, en el año 437 DS. Entretanto, el Emperador continuó con su avance en el sur de Draak.

En Akenar, el Consejero del Rey Umberto, el elfo Dionis (que fue santificado años después de su muerte, en esta época se le trataba con el título de Prelado Real) se apresuró a preparar las defensas. Se hizo una leva especial por todo el Reino y se presentó batalla en las cercanías del río Dor, en la que se conoce como Batalla del Río, en el año 440 DS, en la que se enfrentaron ocho mil caballeros, soldados, lanzas y arqueros arcanos contra -según dicen- una fuerza diez veces superior. De haberla ganado, ésta seguramente habría sido sido la batalla decisiva para los vilonios en aquella guerra pero en cambio se convirtió en la primera ocasión que la Orden de Magia prestó ayuda al elfo Dionis en batalla, a cambio de una indulgencia vitalicia permanente para todos los magos de dicha Orden en las tierras de Akenar, que hasta aquel entonces eran perseguidos por la Inquisición como todos los demás. Dicho trato llevó a la victoria al ejército sillenita, con el añadido inesperado de la captura del mismísimo Emperador Offa II, lo que garantizó unos años de tregua mientras se planeaba un intercambio de monarcas y se esfumaban los sueños vilonios de una victoria rápida y sencilla. Pasaron unos años de incertidumbre pero ésta se disipó con rapidez en el año 449 cuando empezaron a avistarse barcos de velas cuadradas en las costas levantinas de Draak por el Mar de Vith y el Mar de Oniss. A lo largo de medio siglo las costas de Gaecia, el Ducado de Campiña, la Drácalis Citerior e incluso las propia Cirannia y Vilonia sufrieron salvajes ataques de los saqueadores humos que bajaban huyendo del los inviernos fríos que se produjeron en Hummark en el siglo V. Las provincias imperiales lejanas del norte, Humeria y Árgamo se perdieron para siempre, aunque nunca habían estado bajo un control muy efectivo y se trataba más de emplazamientos comerciales que de verdaderas conquistas. En el sur, allí donde atacaban los bárbaros se olvidaba la guerra entre Vilonia y Akenar pues sembraban el caos y la destrucción por igual. Al ser adoradores de dioses sangrientos, realizaban matanzas masivas y dejaban un rastro costero de muerte y destrucción. Fueron, por ejemplo, responsables de la quema de Artoin y el saqueo de Wilham. La fortaleza vilonia de Dumswich sufrió durante estos años decenas de intentos de asedio pero jamás fue tomada.

 

A pesar del enemigo externo, la Guerra de los Dos Siglos tuvo un nuevo episodio en el año 459 DS pues la naturaleza humana del Rey Umberto hizo que muriese estando prisionero en Vilonia. Poco antes Offa II había sido liberado a cambio de un pago en oro espectacular para el que muchos templos de Corelion del Imperio tuvieron que diezmar sus tesoros a lo largo del Mar Ilko. El monarca juró no llevar armadura nunca más contra tropas de Akenar (entendido como que nunca realizaría actos de guerra contra el Reino) pero según fue liberado regresó a Haldheim y preparó su regreso levantando un ejército de proporciones muy notables. Eso si, en lo poco que le quedó de vida cumplió su palabra y el Emperador jamás volvió a ponerse una malla o coraza. Subió al trono de Akenar el monarca Lothario el Temido que según escuchó las nuevas llegadas del Imperio se preparó para continuar la guerra. El Rey fue tristemente célebre en aquellos tiempos por no conceder cuartel a casi ningún enemigo, lo cual recrudeció las luchas en el sur del Reino. En el año 462 DS se enfrentó y derrotó a Offa II en la Batalla del Puente, con la que Akenar consiguió hacerse con Avignac, la fortaleza más importante de Arquitania. A pesar de la victoria arcana los nigromantes vilonios causaron bajas muy serias en el ejército de Lothario el Temido. Todo hacía pensar que habría que esperar un par de décadas para que la guerra prosiguiera pero el Rey, acompañado sólo de una tropa de caballeros arcanos y los famosos magos Rary y su aprendiz Tenser, realizó una incursión por sorpresa en el año 466 DS en la que tomó la ciudadela de Rui y mató al propio Emperador Offa II, lo cual se celebró en Akenar como si la guerra hubiese llegado a su fin.

Desgraciadamente nadie había pensado en la Princesa vilonia Aelene, única heredera, que se encontraba en Gaecia repeliendo a los bárbaros humos cuando su padre murió (según se dice a manos del muchacho Tenser). Ella fue coronada Emperatriz Aelene III el día de Añonuevo del año 466 DS y tras esperar los Trece Días de luto, se fue acompañada de su escudera Beala a unas viejas ruinas no muy lejos de Dumswich. Se cuenta que allí encontró la espada mágica "Almith", forjada en tiempos de Antigua. También se cuenta que encontró un gran tesoro y con él levantó un poderoso ejército no sólo de vilonios sino contratando numerosos mercenarios svardos e incluso humos. Hasta se dice que sus tropas contaban con trolls de batalla. De modo que mientras aún la cabeza del Emperador Offa II pendía sobre una lanza sobre los muros de Rui, la Emperatriz Aelene III avanzó desde el norte conquistando todo lo que encontraba a su paso en Atria. La nueva de la amenaza le llegó a Lothario el Temido estando en el sur y en contra de los consejos del elfo Dionis, éste envió a su mago Rary para que ayudase al hijo de la Duquesa de Atria a contener a Aelene III. El caballero se llamaba Sire Geoffroi de Charny y su madre Lady Christine se encontraba en el lecho de muerte (por extrema vejez), lo cual le puso al mando de los ejércitos norteños de Akenar y una gran tropa de arqueros elfos. El símbolo de la Emperatriz era un Águila Dorada y por eso la batalla más importante que tuvo lugar en aquellas tierras se llamó Batalla del Águila en el 467 DS, donde Aelene III destrozó al ejército arcano liderado por Sire Geoffroi (que murió en la refriega), causó importantes bajas entre los elfos arqueros y capturó al mago Rary, que estaría prisionero en Nevesy hasta el fin de la guerra, en la que hoy en día llaman Torre del Anciano. Tras el desastre militar todo el norte del Reino se encontraba indefenso ante la Emperatriz y las conquistas vilonias fueron muchas. A estas preocupaciones se añadió otro fracaso arcano en el oeste pocos años después, en el 475 DS. Por órdenes de Aelene III el general vilonio Pucio Draco realizó un ataque sobre la Marcas Alures desde Irelia. Las tropas arcanas, compuestas en gran parte por arqueros alures, intentaron cerrar el paso al ejército vilonio en el desfiladero al norte de Kayholt. Sin embargo las tropas enanas con las que contaba Pucio Draco eran expertos montañeros y acabaron desbaratando la emboscada y muchos arcanos murieron allí en los despeñaderos. El fiasco fue tran grande que el Imperio Vilonio conquistó todas las tierras del sur de la Marca y formó la Provincia de Erk que representaría una espina clavada en la espalda de Akenar hasta el fin de la guerra. En el año 478 DS se acordó una tregua de doce años entre vilonios y arcanos para hacer frente a las invasiones de norteños humos. Al año siguiente murió el Rey Lothario y los Notables de Akenar designaron al consejero elfo Dionis como nuevo monarca arcano. A pesar de las leyendas sobre el Santo y todos sus éxitos, cualquier cronista que valore la justicia podrá decir que su reinado estuvo lleno de problemas y algunos errores importantes, como por ejemplo la Revuelta de las Hermandades que tuvo que sofocar en el año 485 DS en la que muchos campesinos del reino se levantaron contra sus Señores liderados por Jules de Gant, un caballero que había renunciado a sus tierras. Los campesinos llegaron a saquear el exterior de la ciudad de Akenar y el Monte del Arca y poco les faltó para tomar la Fortaleza Negra. Jules fue ejecutado ese año por orden del Rey, pero el elfo bien que se cuidó de emitir un Perdón Real para todos los villanos involucrados en la Revuelta.

En otro orden de cosas, personalmente creo que una consecuencia imprevista de las maniobras norteñas de Aelene III fue que muchos mercenarios svardos regresaron a sus tierras norteñas con historias de grandes saqueos en Atria. Tales historias se convirtieron en eddas y sagas cantadas por los bardos en los salones largos de Svardia y acabaron por llegar a oídos del Alto Rey Erik Hierronegro y sus dos temidos hijos, Figga el Hueso y Rulf-Lampiño. Se trató, a lo largo de la Historia, de uno de esos breves momentos en el que todos los norteños obedecían a un mismo monarca. De modo que el Alto Rey, que poco tiempo atrás había aplastado a los clanes orcos del oeste y los había hecho retroceder hasta la Montaña de los Trasgos, se interesó entonces por los muchos tesoros de los monasterios e iglesias y por la gran cantidad de esclavos que había en los territorios imperiales. Así pues en el año 501 DS atacó la frontera con Vilonia, lo cual detuvo en seco la guerra entre el Imperio y Akenar en el norte. Las Marcas Alures, Atria y Gaecia por igual sufrieron saqueos y conquistas svardas y durante un tercio de siglo esos territorios estuvieron sumidos en el caos y terror más profundo, al menos hasta la muerte de Erik Hierronegro, cuando sus hijos se enfrentaron entre sí por el trono del padre y todos los logros el Alto Rey se los llevó el viento.
 

Aelene III sabía que se enfrentaba a un oponente sabio y paciente, el Rey Dionis. Quizás fuese precisamente la condición de elfo la que la Emperatriz supo aprovechar mejor puesto que el Rey no gustaba de sacrificar hombres en batalla (por lo que era muy apreciado por sus soldados y caballeros) y prefería la espera a la acción. Aelene III poseía espías en el Reino de Akenar que la mantuvieron bien informada, de modo que cuando el Rey Dionis acabó de armar en Wessex una flota de invasión a Vilonia, la Emperatriz estaba preparada para el suceso y con una flota ilka mejor dotada que la arcana. Esto era el año 511 DS. La Emperatriz interceptó la maniobra en las aguas cercanas a la ciudad de Draco (cuentan que los lugareños pudieron ver la batalla naval desde las murallas) y hundió la práctica totalidad de navíos arcanos. Por fortuna unos días antes un augur gitano que navegaba con la flota de Akenar había profetizado el desastre y la Baronesa M. Kempe (no conocemos su nombre, sólo la inicial) había ordenado desembarcar el ejército en la costa. De este modo miles de hombres salvaron la vida en la Batalla Naval del Augur. Tras esa gran victoria en la que tres cuartos de los barcos de Akenar se perdieron, los vilonios atacaron el propio puerto de Wessex y no sólo capturaron la ciudad sino que también se embolsaron todos los impuestos anuales en plata de toda la Campiña (que deberían haber sido enviados a Akenar meses atrás, pero el trabajo de sabotaje del famoso delincuente Esteón de Curia, fuente de muchas canciones de ladrones, tuvo su fruto). La ofensiva imperial no se detuvo ahí, el ejército avanzó y sitió la ciudad de Saint Gall en el 514 DS, que resistiría por 19 años el asedio. Desafortunadamente para el Imperio, durante el sitio de Saint Gall las tropas vilonias sufrieron una fuerte epidemia de cólera y la propia Aelene III murió a causa de ese mal en el 516 DS . Su hijo Aemir heredaría el Trono Imperial tras ciertas diferencias en Nevesy sobre quién debía hacerlo (el nuevo Emperador tenía seis hermanos que murieron durante la famosa Cena Oscura). De hecho se dice que Aemir era nigromante y adorador secreto del Rey Demonio Oonegith, rumor que no está totalmente confirmado. Fuese o no seguidor del Mal, el Emperador Aemir era claramente tenebroso en sus métodos y representaba todo lo que los arcanos detestaban de sus vecinos vilonios. Esclavista, amante de los sacrificios y los juegos de arena, el Emperador no dudaba en usar no-muertos en batalla contra las tropas de Akenar y Magia Negra si eso le podía dar algún tipo de ventaja. Esto lo demostró al poco de subir al Trono en el año 519 DS en las tierras de Arquitania. Tras una sucesión de pequeñas derrotas vilonias, el ejército de Akenar comandado por la paladina Lady Hilda d'Avegne, Condesa de Rui, fue conducido a una trampa en las cercanías del Bosquealto. El propio Emperador había preparado la que se dio en llamar "Emboscada del Nigromante" puesto que miles de esqueletos rodearon al ejército arcano en una colina y nadie salió con vida. Cuentan que la Condesa Hilda, rodeada de enemigos, se refugió en un molino y le prendió fuego para que su cuerpo no fuese poseído y mancillado por la magia negra. Más de cuatro mil soldados murieron aquella noche.

 

Si bien el Rey Dionis carecía de la brillantez militar de la Emperatriz Aelene III o del ansia de sangre del Emperador Aemir, el elfo destacaba sobre todas las cosas por su talante conciliador. De alguna manera todos a su alrededor le tenían aprecio y jamás rompía la palabra dada, costase lo que costase. Por eso el monarca libraba sus batallas en el campo de la diplomacia y no con la espada y el arco. Al menos no todas. En el año 521 DS, tras varios años de negociaciones secretas, se produjo la famosa Rebelión de Marla, en la provincia imperial de Ilkamar. Hasta ese momento una de las ventajas del Imperio sobre el Reino de Akenar era la capacidad de mover mercancías, tropas y continuar un comercio activo con Ankay y Vúlpara que mantenía siempre llenas las arcas imperiales a pesar de la guerra. Por otro lado Akenar era un Reino exhausto, agostado por las batallas, las hambrunas y las pestes; era dudoso que pudiese mantener el ritmo bélico por muchos años. El elfo Rey había previsto aquello y había utilizado los últimos fondos disponibles -se habían vaciado todos los tesoros de todos los monasterios sillenitas y el Rey llegó a fundir la Corona de Darion para sacar plata de ella- para sobornar escandalosamente al Gobernador Gildo Capeto, un ilko que lideraba el Gremio de Marinos en Ilkamar. El acuerdo con maese Gildo fue que se revelase contra el Imperio, jurase fidelidad a Akenar, y a cambio el Rey convertiría las islas en un Principado y tendrían importantes ventajas mercantiles sobre todo el Reino. Por supuesto no hubo que sobornar sólo al Gobernador sino a todo el Gremio de Comercio, al los mandos del ejército y a algunos sacerdotes de los Templos. El Rey Dionis intuyó acertadamente que sin una garantía de respeto de los cultos tradicionales no existía ninguna posibilidad de acuerdo por lo que unos meses antes promulgó la Carta Real Via Factum, una Ley de Akenar en la que se aseguraba la libertad de culto siempre que la Iglesia no encontrase "principios de oposición fundamental", como por ejemplo la Magia Negra o los sacrificios humanos.

Como decíamos, en ese año de 521 DS se produjo la mencionada Rebelión de Marla y eso se tradujo en que el Imperio Vilonio perdió la mitad de la flota. El comercio imperial sufrió en gran medida y las arcas de Akenar empezaron a aliviarse debido al trato conseguido. Por contrapartida el Mar Ilko se convirtió en otro lugar de batalla, proliferaron los piratas y los vilonios de Westus Urdum intentaron tomar las riendas del comercio marino imperial. Ese mismo año sucedieron otros dos eventos de gran importancia que fueron la Batalla de Quebrada y la de Crucis. La primera se produjo en el norte y volvió a evidenciar los métodos del Emperador Aemir, que antes de enterarse de la traición de los ilkos decidió dirigir su atención personal al norte pues la situación era más delicada debido a las invasiones bárbaras, pues el Alto Rey Erik Hierronegro seguía con su intención de conquistar todo el norte fuese de quien fuese. De hecho los vilonios intentaron hacer un pacto con el svardo pero esta vez sin éxito. Es más, varios campeones berserker, a lo largo de los años, trataron de matar al Emperador, y ésta es una de las cosas que hace pensar que los hombres de aquellos tiempos realmente estaban convencidos de que Aemir era un esbirro de Oonegith. En fin, el Emperador había avanzado hacia el sur y había encontrado oposición en Quebrada, unas tierras con una gran población gnoling. Una coalición de familias feudales gnolings adoradoras de Pelor se alió con la señora de Quebrada, la sillenita Lady Clarisa. La batalla acabó en una masacre y todo el ejército de Akenar fue aniquilado por las legiones vilonias y sus auxiliares no-muertos, que los superaban 3 a 1... pero fue precisamente el uso de nigromancia y las noticias del martirio de Lady Clarisa (un homenaje del Emperador al recuerdo de Rey arcano Eadred el Martir, muerto intramuros en aquel mismo sitio tres siglos atrás) las que desataron una oleada en el Reino de fervor religioso sillenita, la Inquisición creció en adeptos y no tardaron en formarse varias órdenes militares como los Caballeros de Quebrada o la Orden de la Piedra, dedicadas en cuerpo y alma a combatir la Magia Negra. Desgraciadamente no todo el mundo supo distinguir unas magias de otras por lo que después de Quebrada muchos zahoríes, druidas, curanderos, mujeres sabias y algún que otro mago, sufrieron las iras de los arcanos de forma injustificada.

La batalla de Crucis que mencioné más arriba fue el intento imperial de asestar un golpe terrible en el corazón de Akenar. En realidad fue doble porque las crónicas registran un ataque en la propia Akenar y una batalla en la ciudad de Crucis. Se habla casi siempre de la batalla porque el ataque pasó desapercibido para mucha gente: tres navíos fluviales transportaron a siete nigromantes hasta las colinas cercanas a la ciudad y, por lo que se sabe, intentaron levantar un ejército siniestro de no-muertos que sembrara el pánico en la Corte y arrasara la mismísima Fortaleza Negra. Cuenta la leyenda que un escudero llamado Percy, nacido en el Castillo de la Tabla, acompañaba a su señor Sire Alynore camino a Arquitania, cuando se encontraron accidentalmente con la incursión vilonia. Según la Canción de Percy, su señor murió atacando a los hechiceros pero él pudo esconderse en unas rocas sin ser visto. Rezó y rezó y al atardecer escuchó una voz que le hablaba, un ánima que había acudido en su ayuda llamada Melusina, que según la canción era una doncella que había muerto en aquel lugar años atrás y no quería ser invocada por la nigromancia y por tanto ayudó al chico. Melusina guió a Percy hasta una cueva donde ella sabía que había una lanza mágica llamada Solais (aunque otras versiones de la Gesta dicen que era una Espada Celestial, depende del trovador que lo cante) y luego le guió en la oscuridad hasta el campamento vilonio donde siendo tan pequeño pudo pasar desapercibido y uno a uno fue matando a los siete brujos. Gracias a Melusina consiguió escapar. Ese muchacho, original del Castillo de la Tabla, acabaría siendo uno de los caballeros más famosos de Akenar, Sire Percy el Justo, paladín del Rey Dionis. Y muchos años más tarde, cuando el monarca de Akenar Joam I fundase la Orden de la Tabla, sería en honor a Sire Percy y Melusina.

Volvamos a la batalla de Crucis y ese año de 521 DS. Los reveses de la guerra de años anteriores habían reducido mucho la capacidad de defensa de Akenar de modo que fue muy complicado detener el avance del ejército vilonio por el sudeste, siguiendo el valle del río Guyón y aprovechando éste para facilitar el abastecimiento. Por tanto no fue una gran sorpresa que la ciudad de Crucis fuese sitiada en primavera. Sucedió entonces que los exploradores vilonios no habían calibrado bien los peligros entre habían de enfrentar, entre ellos que habían dejado a las espaldas la Marca Umbría, que es un condado élfico vasallo de Akenar. Se decía que los arqueros del lugar era los mejores del Orbe y aunque no eran muy numerosos los elfos empezaron a hostigar diariamente al ejército vilonio. No se trataba de ataques frontales sino de pequeños daños, muertes de vigías, incursiones nocturnas, envenenamiento de aguas, mensajeros perdidos y de todo un poco. Poco a poco fueron haciendo mella en los sitiadores que hostigaron con fuerza aldeas y burgos de la región en busca de los arqueros del rey, sin éxito. Dos meses después de empezar el asedio las tropas vilonias se encontraban crispadas por la resistencia de las murallas de Crucis y fue entonces cuando la Condesa, Lady Elvira, usando un pasadizo en la roca cavado por enanos (y cierta ayuda del mago Tenser) sacó de la ciudad a la mayor parte de los soldados y caballeros, dejándola casi desprotegida. Una mañana de niebla el ejército de la condesa se preparó escondido en un bosque vecino y atacó el flanco vilonio. Los imperiales pensaron que se trataba del ejército del Rey que había acudido en ayuda -no sabían que el Monarca apenas tenía soldados para defender Akenar- y que sumado al de la Condesa serían suficientes para aplastarlos contra las murallas de Crucis, de modo que se retiraron de forma precipitada... lo cual sobra decir que acabó en un desastre absoluto. La persecución del ejército vilonio y sus muchas bajas son el motivo principal de la Canción del Arquero y los versos del Primer Cantar de Doña Elvira. El Segundo Cantar versa de sus amoríos con el Rey elfo, pero esa es otra historia. A pesar de esto, recordemos que el Imperio Vilonio se había adueñado de gran parte de la Campiña. Antes de que los efectos de la Rebelión de Marla se hiciesen notar en las costas imperiales (y sus arcas), los caballeros vilonios hicieron valer su superioridad en el este, de modo que en el 525 DS se alzaron nuevamente con la victoria en la Batalla del Llano, en la que contrarrestaron una vez más la resistencia de los nobles arcanos. Ese mismo año el Rey Dionis, tras evaluar la situación del este y temiendo la posible caída de Saint Gall (lo cual abriría el camino hacia el corazón del Reino) viajó a Yvonesse por segunda vez en su vida (lo había hecho años atrás en tiempos del Rey Umberto) y pidió en persona al Rey Vasallo Tanis Wym que enviase con él hasta el último arqueros que Yvonesse pudiese permitirse; a cambio le hizo llegar al Rey Vasallo un angreal de Corelion que el Rey Dionis tenía guardado en Akenar y no era otro que la Luna de Plata, que fue enviada a Iliya no sin ciertos problemas (intentó ser robada). Dicho objeto tendría importancia muchos siglos después. En fin, que el Rey Dionis había aprendido bien la lección de la Marca Umbría y se había dado cuenta de que el verdadero punto débil de la caballería vilonia no era enfrentarse a lanceros sino a arqueros. Armar un ejército entero le llevó varios años en los que las victorias imperiales se sucedieron en el este. Hasta año 533 DS, que fue cuando el Rey Dionis marchó a la Campiña y en Camberlaar, aprovechando los terrenos pantanosos, consiguió una victoria aplastante sobre el ejército vilonio. Ese momento decisivo provocó el final del asedio de Saint Gall y dio un respiro necesario al Reino de Akenar, que además aprovechó varios años malos de razzias bárbaras en las costas de Gaecia para atacar la provincia desde la Campiña y tomar con relativa facilidad la ciudad amurallada de Cahyn, en el año 544 DS.

Muchos historiadores enanos consideran que el verdadero giro de la Guerra de los Dos Siglos se dio con el llamado Pacto de Aynea, en el año 545 DS. Muchos señores enanos de los clanes de las montañas habían recibido con gran disgusto las noticias de las matanzas perpetradas por el Emperador y se encontraban muy contrariados por poner sus hachas al servicio del Imperio Vilonio. A eso hubo que añadir que muchos de esos señores habían participado en la Batalla de los Campos de Arham, donde su vida había sido perdonada por los arcanos. El propio Gront du Gank, que hacía sido derrotado cien años antes, intentó restaurar su honor ayudando a los suyos a alcanzar un trato con el Reino de Akenar que fue bastante simple. El Rey Dionis debía en primer lugar prestar la ayuda militar necesaria para que el Pacto fuese un hecho y además reconocer Aynea como un territorio independiente sobre el que ni él ni sus descendientes tendría ningún tipo de jurisdicción ni mando ni poder ad eternum. A cambio de eso el linaje real de Aynea (es decir, la Casa Boktor) pagaría un diezmo cada cinco años a Akenar mientras mantuviese la corona del Reino Enano y prestaría ayuda militar en condición de alianza cuando tuviese los medios para hacerlo. Aunque fue una negociación ardua finalmente se llegó a un acuerdo y se firmó en idénticos pergaminos mágicos en idioma Común y Enano, uno de los cuales se guarda en la actualidad en la Escuela Palatina de Akenar (es el único documento bilingüe que se conoce y el lingüista y adivino Nystul intentó a partir del mismo deducir la gramática enana, sin conseguirlo). Tampoco fue algo que sucediese de un día a otro, los arcanos enviaron tropas para ayudar a los enanos que apoyaban a la Casa Boktor a hacerse con el trono pero no todos los clanes estaban de acuerdo e incluso surgieron algunos otros pretendientes a la Corona de Mythril. Algunos bastiones vilonios se resistieron y podría decirse que ocupó casi una década de conflictos civiles que llegase el orden a Aynea. Así fue como el Rey Dionis acabó con un aliado importantísimo para el Imperio Vilonio que a pesar de eso se mantuvo fuerte en los territorios de Erk.

El Emperador, muy molesto por lo sucedido en Aynea, montó en cólera y planeó su enésimo ataque sobre Akenar. En esta ocasión eligió atacar por el sur, en el año 551 DS. Su ejército se reunió con grandes problemas en Salé, que estaba bloqueada por navíos ilkos aliados de Akenar. La tropa vilonia, muy numerosa, marchó al norte durante varias semanas y encontró por fin oposición a la altura de Mérilon, una ciudad de construcción vilonia que había sido ocupada por los arcanos poco tiempo atrás. Enfurecido, el Emperador guió la batalla él mismo y sus Nigromantes mandaron numerosas plagas a la ciudad que mataron a muchos. Cuando la ciudad se rindió el Emperador Aemir mandó quemarla y aquello resultó en la primera destrucción de Mérilon, que no la última. Aparte de caballeros, soldados y escuderos arcanos, miles de campesinos murieron quemados en la ciudad y los que huían fueron aseteados por la espalda. Aquello se conoció como la Masacre de Mérilon y fue la única vez en el reinado de Dionis en el que éste perdió su temple habitual pues cuando se enteró de la noticia mandó ejecutar a cien caballeros vilonios que estuviesen prisioneros, y así se hizo en una noche de dos lunas llenas. El ansia de sangre de Aemir no se detuvo ahí. Durante años estuvo asestando golpes en todo el sur de Draak, de los cuales otro importante fue la Batalla de las Tres Torres, donde volvió a utilizar no-muertos entre sus filas a pesar del pánico (y daños) que a veces ocasionaban en sus propias tropas. En esa ocasión los arcanos, a pesar de la derrota, empezaron a utilizar fuego vúlparo contra los no-muertos y desde aquella ésta empezó a ser una práctica de batalla habitual para deshacerse de los que llamaban ghuls, unos engendros indescriptibles comedores de carne pero, sin duda, sensibles al fuego.

Por esa época el Pacto de Aynea ya se había cerrado con fuerza y la Casa Boktor se encontró en condiciones de formar un ejército enano y mandarlo al este para reforzar al de Akenar que luchaba por retomar Erk. Los vilonios no sólo se vieron obligados a retroceder sino que acabaron por rendir la provincia Irelia al completo ante la imposibilidad de defensa, en el año 560 DS. Sin embargo no salió todo de forma ideal pues un sirviente leal al Imperio apuñaló al Rey Bormir de Boktor el mismo día que entró en la ciudad de Irelia. El monarca murió al instante y pocos días después su joven hijo Umli de Boktor heredó la Corona de Mythril. Angustiado por los avances arcanos en el oeste, el Emperador Aemir decidió volver a apretar desde norte y sur un tiempo con la esperanza de derrotar finalmente al Rey elfo. No vivió para contarlo pues en plena contienda norteña, cuando los vilonios acaban de hacer brecha en las murallas de Tréveris y empezaban a saquear la ciudad, una flecha perdida acertó al Emperador en un ojo y no hubo magia que le salvase. Se ignora la identidad del arquero pero es un enigma el cómo pudo sortear los encantamientos que protegían a Aemir de asuntos tan mundanos -y tan letales- como el que le mató. Sobra decir que las tropas vilonias se retiraron de Tréveris derrotadas y hoy en día hay un altar en el lugar donde se encontraba el Último Emperador Vilonio cuando fue alcanzado por su destino. Para muchos ese fue el fin de la Guerra de los Dos Siglos. El Imperio Vilonio jamás volvió a tener Emperador, pero siendo la máquina de guerra que era, aún tardó muchos años en caer como un gigante.

El primer motivo que evitó que Akenar aprovechase el momento fue la Peste del Norte, una fortísima epidemia que diezmó a la población del reino de forma implacable y sin tener en cuenta condición social o riqueza, aunque algunos privilegiados podían costearse carísimas curas ofrecidas por algunos clérigos que cobraron fama de santos, entre ellos el propio Rey, del que se decía que curaba la peste con las manos. Desde el año 570 DS todo el mundo le llamó San Dionis. A pesar de eso el daño fue importante mucha gente empezó a pensar que se trataba de una última maldición del no-muerto Aemir, que se reía desde su tumba. Se calcula que entre los años 570-575 DS la población del Reino se redujo en una quinta parte.

 

En el año 577 DS los svardos que habitaban las tierras de Avlon, al oeste de las Marcas Alures, empezaron a desplazarse hacia los territorios de Akenar y empezaron a atacar poblados y ciudades arcanas. Se trataba de saqueos y emboscadas más que de una guerra propiamente dicha pero sus ataques no cesarían por mucho tiempo, hasta la construcción -casi un siglo después- de un sistema de atalayas para avistar los ataques. Y mucho después llegaría la construcción del Muro de Joam, del que hablaremos más adelante.

Desde la muerte del Emperador los vilonios estaban dirigidos por un grupo de nobles conocido como Senado, y votaban las decisiones. Dicho Senado realizó varios varios intentos de retomar el control del mar Ilko, de ahí la sonada Batalla Naval de Osarra, en la que los navíos del Principado derrotaron a la flota vilonia de Wesius Urdum, en el año 589 DS. Por tierra, la última incursión vilonia en Akenar se produjo en Áquila, que fue atacada en el año 590 DS por los restos del ejército imperial del sur que a pesar de estar en decadencia resultaba igualmente mortífero y perecieron más de dos mil arcanos defendiendo la ciudad. Sin embargo San Dionis no iba a dejar pasar su oportunidad de acabar con la guerra. A finales del siglo VI armó un último ejército en Akenar que fue dividido en tres cuerpos. Uno fue enviado al Celeste y dirigido por Lady Anna de Tyhen. El otro fue enviado a Salé y dirigido por el propio San Dionis. El tercero partió al norte bajo el mando del Obispo Uthil, que no encontraría la menor resistencia a su paso. El asedio de Celeste concluyó en el año 599 DS con la caída de la ciudad, una de las joyas del Imperio. Lo mismo sucedió con Salé, que fue tomada por San Sionis en el año 601 DS. Años más tarde ésta ciudad se convertiría en un lugar de peregrinación porque es donde estaría la tumba del Santo; pero ya volveremos sobre eso. Cuatro años después el Rey también tomó Westerdam y lo único que quedaba del Imperio era la propia isla de Vilonia que además se enfrentaba a una revuelta de los clanes de Cirannia por aquel entonces.

Si bien la caída de Vilonia podría ocupar varios libros, la resumiré en pocas frases. Solo queda mencionar la Batalla del Acantilado del año 611 DS, donde San Dionis desembarcó victorioso en la isla y derrotó a las pocas legiones que le esperaban. La Inquisición quemó a los pocos nigromantes que apresaron. En el año 615 DS se produjo la caída de la Corte de Haldheim y tras eso la última victoria vilonia, la Batalla de la Ciénaga, donde un grupo de caballeros desesperados atacó el campamento del Rey en plena noche y estuvieron a punto de acabar con él (el elfo resultó gravemente herido pero su fiel clérigo Cormac le salvó la vida con conjuros sagrados. Finalmente en el año 623 DS el Rey San Dionis aceptó la rendición del Senado en Nevesy y obtuvo para sí el Trono Imperial, que fue transportado a la Fortaleza Negra en Akenar. El mago Rary fue liberado. Al regresar a la ciudad, San Dionis se coronó Emperador y Akenar dejó de ser un Reino. La Guerra de los Dos Siglos había concluido. El Imperio Vilonio llegó a su fin en su año 1625.

 

EL TERCER CALIFATO
 

Pocos tiempo antes de la victoria de Akenar sobre el Imperio Vilonio, en el año 600 DS, había triunfado en Ala’i (concretamente en la ciudad de cúpulas doradas de Mirra) otra facción alina que apoyaba al Cafifa Agmeh ibn Nassar, un jovenzuelo con afán de fama y conquistas. Agmeh había gastado miles de dinares en mantenerse bien informado sobre acontecimientos y batallas de la Guerra de los Dos Siglos, a pesar de que ésta discurría a miles de millas de sus palacio. Los adivinos y magos eran comunes entre su corte, así como los espías y mensajeros. Agmeh también se hizo rodear de emires militares, muchos de ellos tuaregs del desierto mucho más duros que la mayor parte de los alinos de ciudad. Fueron estos guerreros los que, al tener nuevas de la desatención vilonia de sus provincias ribereñas con el Mar Ilko, recomendaron al Califa que atacase a su enemigo debilitado como un perro aseteado. Ansioso de gloria, Agmeh se puso al mando de un ejército bien dotado de jinetes y atacó los restos de las posesiones imperales en el norte de Ankay, que se fueron rindiendo con poca resistencia a pesar de sus inmensas extensiones. Así, una tras otra, se hizo con Ylirantia, Talantia, la Arenaica y Aritana con gran facilidad. En Talionaica encontró más resistencia, sobre todo porque las tribus de trasgos del desierto campaban a sus anchas por el territorio y eran imposibles de dominar. La única provincia que se mantuvo firme fue Próxima Ankay, que surtía con grano a los ejércitos vilonios y por tanto resultaba de importancia supina para el Senado pues por aquel entonces el último Emperador ya había muerto. Esa provincia se mantendría fiel al Imperio hasta la caída del mismo en el año 623 DS y aún después se convertiría en el Reino de Famia por algunos años (de hecho Gzar era el puerto comercial más importante de Aknay por aquel entonces). A la altura del año 610 DS Agmeh ibn Nassar había conquistado toda la costa, en tan solo cinco años: el joven Califa se ganó el sobrenombre de el Victorioso sin apenas merecerlo.

Dos años después el Califa, embriagado por sus victorias fáciles, inició la conquista de Sigia, la tierra de los Dos Reinos, faraones y los Dioses Muertos. Los sigios resultaron ser mucho más duros que los vilonios y aunque los alinos finalmente doblegaron Sigia, el monarca murió ahogado mientras atravesaba unas arenas movedizas durante una batalla. Una vez más los alinos se enzarzaron en luchas civiles que acabaron con la división de los dominios del Califa muerto, el norte de Ala’i siguió gobernado por los califas de Mirra pero el sur, principalmente los emires alinos que habían conquistado Sigia, fundó una nueva estirpe de adoradores del Destino llamada Tercer Califato, que pretendió –sin éxito- imponerse sobre los creyentes en detrimento de Mirra o Libah. La situación desordenada de Ala’i no pasó desapercibida a los que se creían con derecho a la costa del Mar Ilko: los arcanos.