Siempre es difícil hablar de los tiempos
pasados. He leído cientos de crónicas eclesiásticas que narraban la Historia del
Imperio y los Mares Tranquilos, repetida hasta la saciedad una y otra vez con
todo lujo de detalles acerca de batallas, reyes, obispos, milagros y
construcción de castillos y burgos. Puedo jurar por el Creador que nunca
encontré dos de estos escritos que contase una versión idéntica de un mismo
suceso. Eso da que sospechar. Sumemos a eso la clarísima exageración en las
cifras recogidas acerca de ejércitos, barcos, reses, enemigos, piezas de oro e
incluso años de reinado o habitantes de un lugar. Y la inexactitud de los mapas
que, comparados unos con otros, son contradictorios. No da mucho lugar a un
estudio serio acerca de la historia de nuestro pasado. Empiezo pues este
cometido con humildad a pesar de que mi objetivo es inmenso: dar un poco de
sentido al enorme enigma que es la Historia. Opino que esto arrojará un poco de
luz al misterio de nuestra propia existencia, comprender de dónde venimos, quiénes
somos y el porqué de las cosas. Sin eso no somos mucho, gentes que habitan
ciudades amuralladas, que viven y mueren sin más.
Por otro lado invito al lector de este libro a poner en duda todo lo que yo le
cuente. Yo haría lo mismo.
Introducción a la Historia de los Mares
Tranquilos,
por Giles Wolpe
mago de la Orden de la Estrella
Torre de las Tormentas, Akenar
año 1081 DS.
EL ORBE
Los eruditos solemos llamar Orbe al mundo
pues desde tiempos del filósofo y pensador vúlparo Hístenes se sabe que nuestra
tierra tiene forma más o menos esférica, a pesar de que
el sentido común nos dicte -a priori- que el mundo es plano, y de hecho mucha
gente todavía cree esto en Akenar. Todos los pueblos
que habitan el Orbe tienen su interpretación de cómo es el Universo, de quién
creó el mundo y, en general, del origen de todas las cosas. Algunos creen en dioses únicos,
otros muchos en panteones divinos politeistas, otros en la Ley y el Caos, incluso algunos
sólo creen lo que les muestran sus sentidos y en la ciencia. Así mismo hay numerosos
tratados y teorías astronómicas acerca de la disposición del Orbe en el Cosmos,
acerca de las estrellas, cometas y otros planetas que lo rodean, del Sol y de
las dos lunas a las que llamamos Luna y Seluna. Algunos piensan que el Orbe es
el centro de todo, otros opinan que no es más que un planeta en una inmensidad
de cuerpos celestes y planos astrales. Lo único realmente cierto es que nadie sabe
con certeza absoluta por
qué el mundo es mundo ni quién creó qué.
LAS ÉPOCAS MITOLÓGICAS DEL ORBE
Existen numerosas leyendas que nos hablan de
cómo el Orbe llegó a ser lo que es y muchas de ellas, incluso pertenecientes a
lugares muy lejanos entre sí, coinciden en que existió una época remota en la
que el mundo lo poblaban sólo árboles, bestias y animales. Los valles estaban
vacíos y las montañas aún no habían sido erosionadas por los vientos. Y durante
muchísimo tiempo así fue el Orbe.
Sucedió -según los mitos- que dos pueblos de
origen desconocido empezaron a habitar el mundo. Eran muy pocos y vivían regidos
por el día y la noche, por el verano y el invierno. Unos eran llamados
gardios y los otros antiguos. Los gardios habitaban la isla de Akgard
y los antiguos la isla de Antigua, cada una de las cuales estaba en un lugar
opuesto del Orbe.
Los gardios eran una especie de hombres con
grandes poderes mágicos. Según las leyendas, nacieron en las Cimas de Fuego,
unos inmensos volcanes situados en Akgard donde la magia era muy poderosa, tanto
que les hizo inmortales. Ningún gardio moriría nunca de vejez.
Los antiguos eran una especie faérica, de hadas.
Su magia era poderosa y provenía de los ríos sagrados, de la tierra, de las dos
lunas y de los espíritus de las cosas y animales.
Durante muchos siglos ambas razas habitaron en
el Orbe sin saber una de la otra siquiera. Pero todas las leyendas coinciden en
que, cuando finalmente se encontraron, fue el principio de una larga enemistad.
Su enfrentamiento duró mucho tiempo y los condujo a lo que muchos llaman Guerra
de Sangre. Apenas sabemos nada de esta guerra salvo que la mayor parte de
gardios y antiguos perdieron la vida en ella, junto con muchas de las razas
menores que empezaban a poblar el Orbe (elfos, enanos, hombres y orcos). Las
primeras ciudades fueron arrasadas y olvidadas.
Cuando finalmente la guerra se decantaba del lado de los
gardios, los antiguos
decidieron que si el Orbe no era suyo no sería de nadie e iniciaron un ritual
para acabar con el mundo -y su magia-, el llamado Ritual de Sangre. Fue un gardio
llamado Amón el que evitó que el ritual llegase a su fin, en un último ataque a
la ciudad de Antigua. Cortó el poderoso conjuro pero no evitó todas sus consecuencias:
un cataclismo sin precedentes devastó todo, la magia en el Orbe fue aniquilada casi en su mayor parte y muchísimos sitios
fueron destruidos o desaparecieron entre escombros, ambas civilizaciones desaparecieron casi al completo...
Los pocos gardios que sobrevivieron, apenas un centenar, se refugiaron en Akgard,
su isla, y juraron no volver a la guerra nunca más...
De los antiguos, según las leyendas, sólo sobrevivieron tres. El resto no
murieron sino que sufrieron un destino mucho peor... su Pecado -el intentar la
destrucción del mundo- fue duramente castigado por sus dioses Corelion y Hadex y
fueron malditos... dejaron Antigua pues era terreno sagrado y se fueron al
Este, a esconderse en unas tierras a las que en los siglos venideros se llamaría Vorgia...
Las razas menores -y aquí es donde los mitos empiezan a diverger en gran medida- fueron liberadas de sus respectivos amos.
Se puede interpretar que tanto hombres como
orcos habían sido esclavos de los gardios; de la misma forma, elfos y enanos se
habrían liberado de los Antiguos. Así, las razas y se dispersaron por el
mundo lentamente, durante muy largo tiempo, sin tener recuerdos de sus
orígenes...
Y pasaron los siglos, los milenios, mucho tiempo que hizo que el mundo
envejeciese lentamente... nacieron reinos que desaparecieron y cuyo recuerdo es
sólo un sueño, las historias se convirtieron en leyendas y mitos y se volvieron
a olvidar sustituidas por nuevas que, con el tiempo, también se olvidaron... y
así hasta ahora... un tiempo más de muchos que fueron y muchos que serán, una
época a la que en tiempos venideros llamarán Edad Oscura, un momento en el que
el mundo está sumido en el caos, la guerra, las pestes, el olvido, sin apenas
magia o ciencia, los monstruos habitan las tierras por doquier y los hombres
luchan por sobrevivir en medio de todo esto, sin perder la esperanza en lo que
unos pocos habían soñado alguna vez: un mundo mejor. Pero falta mucho
-demasiado- para que eso llegue, si es que lo hace algún día. Entretanto hay que
sobrevivir. Espada en mano. Las botas polvorientas. La armadura
rota. Una vida de aventura.
ACERCA DE LOS MARES TRANQUILOS
La Historia que nos ocupa narra los hechos
acaecidos en los reinos y tierras alrededor de los Mares Tranquilos, es decir,
el Mar Ilko y el Mar de Sargos, principalmente, que reciben este nombre desde
antaño debido a la relativa tranquilidad de sus aguas, al menos si se compara
con los grandes océanos que ocupan la mayor parte del Orbe. La calma de estos
mares ha sido una de las claves para que muchos pueblos habiten estas costas,
pesquen, naveguen, comercien, exploren y guerreen y por eso se pueden considerar
el hilo conductor de la Historia en esta parte del Orbe. Intentaré, además,
explicar a lo largo de esta obra el origen de los nombres que usamos en común
habitualmente pues creo que la verdadera comprensión del lenguaje arroja muchas
veces luz donde hay ignorancia y oscuridad. Por poner un par de ejemplos os
puedo contar que estudiando las raíces de la palabra Sargos descubrí que
seguramente provenga del vocablo élfico saarg, que significa planta de
agua, o alga. Así pues los elfos de la antigüedad lo llamaban "mar de las
algas". El término "ilko" también proviene del élfico antiguo, su traducción
directa es "esclavo". Así pues se dio nombre al mar por la gente que lo habitaba
en sus riberas, hombres y mujeres que muy antiguamente habían sido esclavos de
los gardios, cientos de siglos atrás, seguramente.
Al norte de los Mares Tranquilos se encuentra el continente de Draak al que los
elfos llamaban "tierra de dragones" o drak'nar. Por ese motivo los pueblos
élficos jamás habían colonizado estas tierras y se habían quedado en las
profundidades del bosque de Myrl, tenían miedo al retorno de estas bestias
mitológicas.
Al sur de los Mares Tranquilos se encuentra el inmenso continente de Ankay cuyo
nombre proviene del gardio, seguramente, pues en esta lengua significa "tierras
rojas".
Al oeste de los Mares Tranquilos está el continente de Kroden pero no se puede
acceder a él debido a una gigantesca muralla natural al que los enanos llamaron
"sauk maruk gatha" pero se suele llamar Gran Cordillera, por motivos obvios. La
palabra Kroden significa "tierra oscura" o más exactamente "lugar de la
fortaleza oscura", también en enano, aunque nadie sabe a qué hace referencia
este nombre exactamente. Cierto es que hay muchos lugares siniestros en Kroden,
varios de ellos son dignos candidatos.
Al este de los Mares Tranquilos está el Gran Océano, una inmensa masa azul de
difícil navegación, de aguas frías, fuertes corrientes, algunos monstruos
legendarios -y otros que no lo son tanto- y, en general, muy hostil para los
marinos.
Y sobre estos lugares os contaré historias.
ACERCA DE ELFOS, ENANOS, ORCOS Y HOMBRES
De las razas que habitan los Mares Tranquilos la más antigua es la élfica. Se
desconoce el momento en el que los elfos llegaron a Draak pero seguramente esto
sucedió muchas generaciones atrás. Las Sagas élficas narran las antiguas
historias de su pueblo y sus héroes, como el propio Rey Myrl, que según dice la
leyenda cruzó la Gran Cordillera desde el oeste -desde la lejanísima isla de
Antigua- conduciendo a los Altos Elfos a un gigantesco bosque mitago que
hoy en día lleva su nombre. De todos modos los elfos nunca se aventuraron
demasiado en las tierras de Draak más allá de Myrl y, por supuesto, nunca
tuvieron el menor interés en los inmensos desiertos del norte de Ankay. La raza
élfica prefiere las tierras frías y la umbría de los bosques norteños.
Sabemos que un grupo de cortesanos de Myrl fue exiliado hace unos cien siglos y
se dirigieron al este. Uno de los príncipes que había sido expulsado, Wym Yvon,
fundó un nuevo Reino en una región boscosa que se encontraba en el corazón de
Draak, a la que llamaron Yvonesse, o "Tierras de Yvon". Todos estos eran Altos
Elfos adoradores de Corelion Larethian, como sus primos hermanos de Myrl. El
culto de Corelion es, junto con el de Ao y Hadex, el más antiguo que se conoce.
En aquellos tiempos ya existían pueblos bárbaros de hombres en aquellas tierras,
según las Sagas; pero apenas se les presta atención salvo para narrar algunas
batallas de pequeña importancia en la que los elfos aniquilaron a los Lunios y
los Arvinos. Los nombres es lo único que queda de la memoria de aquellos pueblos
antiguos que no conocían ni el uso del metal ni, por supuesto, la magia.
Hemos de suponer que otros exiliados de Myrl continuaron hacia el Este y
llegaron hasta Vilonia cruzando el Mar de Vain puesto que las Sagas narran
algunas historias de la conquista de la isla y una cruenta guerra para liberarla
-o conquistarla, según se mire- de los trolls que la poblaban originalmente. Los
elfos llamaban a la isla "Laek Vilonnya" que significa algo así como "la isla de
la luna y las estrellas", seguramente porque los primeros pobladores elfos
encontraron allí un viejo templo de Corelion, quizás de tiempos de Antigua, en
el que se encontraba guardada una reliquia de Corelion antiquísima, la Luna de
Plata. De todos modos estas historias salen de las Sagas y su veracidad no
siempre es del todo fiable, me temo. La reliquia existe, por supuesto, pero lo
dudoso son las circunstancias reales de su hayazgo.
La Historia del origen del pueblo enano, como muchas otras cosas relativas a
ellos, sigue siendo un enigma. No se sabe en qué momento poblaron la Gran
Cordillera o el Reino Enano de Reegarhalas, al noreste del Bosque de Myrl. Mis
estudios de árboles genealógicos apuntan a que, al igual que los elfos, los
enanos llegaron de algún lugar de Kroden, también seguramente Antigua, lo que
daría peso a la teoría de que elfos y enanos servían a los Antiguos como razas
menores. Llegasen como llegasen, los enanos se refugiaron en sus moradas de
piedra y durante siglos cavaron reinos subterráneos lejos de la mirada de
hombres y elfos. Los enanos conocían la escritura mucho antes incluso que los
elfos, o al menos eso se deduce cotejando las historias de ambos pueblos, pero
el acceso a las tablillas de barro que usaban los enanos de la antigüedad para
anotar sus relaciones mercantiles, contabilizar el grano y los tributos o
planificar construcciones, está completamente prohibido a nadie que no sea
miembro destacado -normalmente ancianos- de un Clan enano. Es muy probable que
los enanos inventasen el lengüaje rúnico, pensado para este tipo de soporte -las
tablillas de arcilla- y fácilmente legible con los dedos en plena oscuridad.
Según la leyenda fue el propio Gleind, Dios del Norte, el que enseñó a los
enanos las runas enseñándoles las constelaciones que rodean el Orbe -cada grupo
de estrellas formaría una Runa- y de paso el Calendario Enano, que tiene tiempos
relacionados con cambios celestes, al igual que el élfico.
La raza orca -los comunes de piel gris verdosa- también habitó el continente de
Draak desde tiempos inmemoriales, aparentemente sin ningún tipo de organización
que no fuese tribal o de pequeños y efímeros reinos. A lo largo de muchos siglos
los orcos mostraron una sorprendente tendencia al caos unida a su capacidad de
supervivencia. Su aparición en la historia de los Mares Tranquilos los haría
dignos de un minucioso estudio acerca de sus estructuras sociales, de liderazgo,
sus creencias y su economía basada en su capacidad depredadora y su fuerza
física. Desgraciadamente no se conoce la existencia de ningún registro, crónica
o fuente escrita de ningún tipo que hable de los orcos anteriormente al auge del
Reino de Kernia por lo que habría que basar todo en conjeturas y suposiciones
sin un fundamento sólido. Cuando se considera oportuno en esta obra se menciona
al pueblo orco pero siempre que se hace he usado como fuente de información
registros de terceros.
Y por fin los hombres, con sus contradicciones y su gloria. Su Historia es el
motivo principal de esta obra así que empezaremos por el momento en el que ellos
mismos pudieron escribir acerca de sí mismos. Nos llegan, desde el pasado, voces
que hemos de escuchar. Nos cuentan historias. Nos dicen cómo fuimos y qué largo
camino nos ha llevado a ser quienes somos.
SOBRE LA CRONOLOGÍA
Hoy en día en Akenar se utiliza el antiguo sistema cronológico imperial basado
en cuestiones religiosas. El Dios Gah -Dios de la Justicia y de la Ley- fue
venerado en el Imperio por más de mil años y por lo tanto son las leyendas de
esta religión las que están profundamente arraigadas en la cultura de Akenar.
Según cuentan, el dios Gah tuvo un hijo llamado Síllevan al que mandó al Viejo
Mundo a construir el Arca para salvar a los hombres justos y traerlos a salvo al
Orbe. El retorno de Síllevan con el Arca y la fundación de la ciudad de Akenar
son los hitos que iniciaron el primer año imperial (por eso a los pobladores del
Imperio se les llamó arcanos o "los que vinieron en el arca"). Comunmente las
fechas anteriores a Síllevan se marcan como "AS" (Antes de Síllevan) y los
posteriores como "DS" (Después de Síllevan). Por ejemplo, estoy escribiendo
estas líneas en el año 1081 DS.
La cronología imperial no es el único cómputo cronológico en los Mares
Tranquilos, aunque si el más utilizado. Algunos reinos como Kernia tienen sus
propia cronología, así como Ala'i. Algunos eruditos continúan recordando el
antiguo calendario vilonio pero la realidad es que éste se encuentra
completamente en desuso.
Por lo tanto estamos en el año 1081 DS según el calendario imperial, en año 836
del calendario kernio, el año alino 1691, y el año 2083 del viejo calendario
vilonio. Según tengo entendido éste es el año enano de 9962, aunque no estoy muy
seguro de lo preciso de este dato. Los elfos no llevan una cuenta de años como
los hombres o los enanos, su cronología va por generaciones y es bastante más
complicada que nuestras sencillas fechas. El más antiguo de los reinos de los
hombres de que tengo noticia, el Reino de Eria, que no está en los Mares
Tranquilos sino en otro continente -también llamado Eria- al Este del Gran
Océano, se encuentra en su año 3506. Más adelante en esta obra se mencionará de
nuevo este lejano reino cuyas tierras fueron descubiertas muy recientemente por
los arcanos.
LOS PUEBLOS SVARDOS
Svardo es una palabra de origen enano que significa "el que habita el valle", y
es así como los enanos llamaban a los pueblos bárbaros que poblaban todo el
norte de Draak. Precisamente la Historia de los hombres comienza cuando estos
svardos adquirieron el lengüaje rúnico de los enanos en sus contactos
comerciales con el Reino de Reegarhalas y tomaron por costumbre inscribir estelas
fúnebres, primero narrando las gestas de los héroes muertos y luego, a través de
las Sagas que escucharon de los elfos, contando muchos aspectos de la dura vida
en el gélido norte. Así a través de éstas historias, que siempre son medias
verdades mezcladas con leyendas y exageraciones, sabemos que los svardos habían
llegado de tierras aún más septentrionales donde según se dice, eran un pueblo
mucho mayor. Se extendían desde las legendarias extensiones boreales de Hielo
Negro hasta las Estepa del Viento. Algo, salido de las que llaman Montañas de la
Locura, les hizo migrar. Fue el héroe llamado Man el que los salvó de la
destrucción y de un peligro terrible, y los guió hacia el sur. Es por esto que
muchas veces a los svardos también se les conoce como "hijos de Man" aunque son
sólo una de las tres ramas de aquellos hombres que habitaban las tierras de
hielos eternos.
Esta migración se produjo hace cuatro milenios aproximadamente. Por aquel
entonces los svardos, seguramente también por influencia enana, adoraban a
Gleind y a todo el panteón de dioses nórdicos y habían olvidado sus antiquísimas
tradiciones animistas y chamánicas. Fueron ocupando todo Draak paulatinamente,
formando pequeños reinos bárbaros de muy poca importancia. Según los escritos
más antiguos, cuando estos pueblos fueron acercándose a las costas del que más
adelante sería el Mar Ilko, habitaban allí unos pueblos nativos llamados
ogarthes. Ocupaban, más o menos, el territorio del actual Carcaigh. La leyenda
dice que el rey de los ogarthes era un gigante llamado Rothum que se resistió a
que los acobardados svardos habitasen las tierras de su reino y les hizo la
guerra. En dos ocasiones derrotó Rothum a los svardos y mató a sus jefes pero
los norteños insistieron hasta que finalmente atacaron el pueblo natal de Rothum,
un castro llamado Rimergoar que fue tomado y quemado por un ejército svardo
liderado por Rolefson, uno de los primeros reyes svardos conocidos. Según las
sagas Rolefson era nieto del dios Gleind o Wodden, el padre de los svardos en
este Confín. En la saga también aparecen mencionados los habitantes de la costa
esclavos de los ogarthes, unos hombres morenos de piel oscura y ojos negros, es
decir, los ilkos. Según parece la destrucción de Rimergoar puso fin al poder de
los ogarthes y liberó a los ilkos. Pero tampoco nos engañemos, seguramente este
caudillo, Rolefson, no fue consciente de que liberaba a nadie, en ningún lugar
se menciona que él liberase a drede a los ilkos, más bien esto fue una
consecuencia de la desaparición de los ogarthes más que un fin en si mismo.
Sucede que a veces la Historia es confusa y una lectura errónea de los
acontecimientos nos puede conducir a suposiciones meridialmente erróneas; eso
justifica la cautela con la que intento guiar mi pluma al relatar tales sucesos.
Queda prevenido el lector.
AYNEA Y EL PERÍODO DE LOS DOS REINOS ENANOS
Así pues, se habían formado varios reinos svardos en las tierras orientales de
Draak y estos se habían reforzado con la desaparición de los ogarthes. Una vez
ocupados todos los territorios desde la Campiña a Westerre, los svardos
intentaron extenderse aún más al Oeste y fue así como llegaron a la península de
Aynea, que por aquel entonces los pueblos ilkos costeros llamaban Ai'ean que
significa "montañas infranqueables". Nunca hay que pensar que los svardos
formaban un reino unificado bajo un líder ni nada similar, prácticamente cada
poblado era independiente uno de otro y sólo ocasionalmente algún caudillo
conseguía liderar a un grupo de aldeas y era coronado Rey, Señor de las Lanzas o
Señor de los Anillos, entre otros títulos variopintos. Esto significaba que
cuando los svardos se extendían a un territorio no lo hacían realmente como una
fuerza invasora sino gradualmente, estableciendo poblados, castros, ampliando
territorios de pasto y caza o enfrentándose a algún enemigo común como podía ser
una manada de wargos o algún bosque poblado por trolls u orcos. Es por eso que
los intentos de establecerse en las montañas de Ai'ean no tuvieron éxito al
coincidir con la llegada a la región de una fuerza invasora que si seguía una
estrategia militar: el ejército enano de Bolvor II, monarca del Reino de las
Montañas.
Como mencioné anteriormente, la historia de los enanos es siempre difícil de
estudiar para alguien que no sea uno de los suyos. Hace algunos años estuve
realizando algunas investigaciones acerca del orígen del Reino Enano de Aynea y,
por lo que pude averiguar, se remonta a estos tiempos del tercer milenio antes
de Sillevan (es decir, hace cuatro mil años) y a los viajes de tres hermanos
enanos llamados Unri, Curos y Gloor. Los tres hermanos eran mineros y
exploradores, sus aventuras están narradas en unas canciones enanas llamadas La
Gesta de los Tres Viajeros que, entre muchas otras cosas, viene a contar cómo
estos enanos salieron del Reino de las Montañas en busca del Martillo de Um, un
legendario artefacto con el que Gleind forjó los Anillos de Hierro de los Enanos
-unos anillos que sólo tienen derecho a llevar los reyes enanos, según se
cuenta-. En sus múltiples gestas los tres hermanos cruzaron la actual Kernia,
Qamesh, varias aventuras marinas en las que acabaron en una misteriosa isla con
un laberinto (¿Alos quizás?) para finalmente descubrir Ai'ean y unas grutas
gigantescas en las que poco menos que cabía una gran ciudad. En esas mismas
grutas vieron que había mucha plata de mithril. En su viaje de regreso a Ovenlin,
la ciudad subterránea donde se encuentra la Corte enana del Reino de las
Montañas, fueron capturados en otra isla del Mar de Sargos -¿quizás Tresia?- en
la que pasaron casi una década como prisioneros. Consiguieron, finalmente,
escapar y regresar a su hogar. El Rey enano Bolvor II escuchó con avidez las
historias sobre tierras lejanas y dio crédito a las mismas, tanto que planeó una
una invasión enana en aquellas montañas recién descubiertas. El tiempo demostró
que la historia de los tres hermanos no era un cuento, pues bajo las cumbres de
Aynea se encontrarían los más ricos yacimientos de mithril de los que se haya
oído hablar en el Orbe.
En cualquier caso la conquista de estas montañas no llevó poco tiempo. La
maquinaria de guerra enana tardó mucho tiempo en concluir lo que había empezado.
Al sur de Kernia los enanos capturaron a numerosos humanos de las tribus de
cazadores que habitaban los llanos al norte del Yermo, hoy en día conocidos como
Zarkos (palabra que no significa más que "sureño" en enano; ellos a sí mismo se
llaman "zharanai" o "El Pueblo Elegido"), y los esclavizaron. La práctica de la
esclavitud ya era algo común entre los enanos por aquel entonces y al parecer ha
sido algo común entre ellos desde los tiempos más remotos. Incluso hoy en día en
el Reino de las Montañas y en Reegarhalas existen esclavos, a los que los
Maestros enanos marcan con un tatuaje rúnico tras la nuca. Afortunadamente en
tiempos del Imperio de Akenar esta costumbre fue quedando en desuso entre los
enanos de Aynea. Pero bueno, hablábamos de antaño, cuando el monarca Bolvor II
reunía esclavos entre estos zarkos para poder enviar trabajadores a Aynea que
abriesen túneles, cavasen y muriesen en la construcción de un nuevo reino
subterráneo. El ejército enano de aquel entonces poseía unos inmensos animales
llamados elfantros, traídos de la lejana Harakai (al sur de la Gran Cordillera),
que usaron de manera muy efectiva en el largo camino desde la Meseta de Kern,
las tierras del actual Qamesh, las ciénagas de Swam, cruzando el río Meej al
oeste de Vúlpara, las Montañas de Gargazan -donde iniciaron la construcción de
la Fortaleza de los Esclavos, que aún existe hoy en día-, y toda la Vúlpara
continental hasta, por fin, llegar a la Gran Cordillera de Aynea.
Bolvor II luchó en aquellas montañas durante tres décadas, expulsó a los svardos
que habitaban las faldas orientales de las montañas y trató de limpiar grutas y
cuevas de los peligros que albergaban, sobre todo alimañas, osos montañeses y
algunos trolls. La mayor resistencia la encontró en el curso subterráneo del río
Langa, habitado por una infinidad de tribus de osgos y kobolds que tardó años en
expulsar.
Tras la conquista, Bolvor II regresó al Reino de las Montañas dejando a su hijo
Obom I coronado como Rey Enano de Aynea en el año 2940 AS. Los historiadores
suelen llamar a este período de la historia enana la época de los Dos Reinos
puesto que el Reino de las Montañas y el Reino de Aynea estaban, a pesar de la
distancia, en constante contacto, se abrieron numerosas rutas comerciales
terrestres e incluso alguna ruta marítima. Muchos artesanos del viejo Reino de
las Montañas viajaron al este para participar en la floreciente y atrevida
arquitectura aynea que consiguió, gracias a la distinta naturaleza de la piedra
de esas montañas, un estilo más esbelto y luminoso que los viejos túneles del
sobrio Reino de las Montañas. En esta época los enanos empezaron a utilizar el
arco de aguja y las bóvedas de ojiva, quizás con cierto aire al estilo élfico,
aunque los enanos sólo usaron esta forma de construcción en Aynea.
En otro orden de cosas, siguiendo las costumbres guerreras de su padre, Obom I
trató de esclavizar a las tribus meridionales de la península formadas
principalmente por ilkos. No tuvo mucha suerte en este menester, según se narra
en los Cuentos del Mar que los marinos cantan en los navíos de los Mares
Tranquilos: atacando uno de los pueblos de los hombres tropezó en un embarcadero
y murió ahogado por el peso de su cota de mallas. Esto, sin embargo, no fue más
que un pequeño bache en la recién iniciada historia del Reino enano pues el
hermano del rey, Romir I el Barbagris, heredó la corona de su hermano y reinó
durante casi tres siglos con mano firme. No recuerdo dónde pero seguro que he
leído que existían ciertas dudas acerca de cómo había muerto exactamente Obom I.
Si existió una conspiración de Romir I para hacerse con el trono quizás nunca se
llegue a saber.
En los tiempos de los Dos Reinos fueron varios los reyes enanos de Aynea que
intentaron conquistar todas las tierras de la península, lo que los diferenciaba
en gran medida con sus hermanos occidentales que se conformaban con sus dominios
subterráneos en la Gran Cordillera. Es posible que el constante empuje sobre los
valles de Aynea fuese expulsando a los pobladores ilkos hacia el mar,
gradualmente, y de manera indirecta los animase a desarrollar su faceta de
habitantes costeros, pescadores, comerciantes y, en definitiva, marinos.
Finalmente en el año 2012 AS los enanos consiguieron afianzar todos los
territorios de Aynea bajo el mandato del Rey Obom III el Conquistador. Algunos
pueblos ilkos habían sido esclavizados pero la mayor parte de ellos habían
migrado a las islas del Mar de Vúlpara al oeste o a las islas de Lorig o Tirus,
al este. Por aquel entonces los ilkos ya eran expertos en el arte de la
navegación y sus antiguos navíos de velas y remos surcaban los Mares Tranquilos.
DECLIVE DE LOS DOS REINOS Y APARICIÓN DE LOS
KERNIOS
Los enanos del Reino de las Montañas, viendo lo que habían conseguido sus
hermanos del Reino de Aynea, iniciaron varias campañas militares alrededor del
año 2000 AS con la intención de conquistar las tierras del actual Reino de
Kernia, al que en aquellos tiempos llamaban simplemente "lur uzka'ar" o "las
tierras del sol que nace". En aquellos tiempos esas tierras tan sólo eran unas
llanuras con algunas tribus orcas dispersas que se dedicaban a cazar y
recolectar frutos en los márgenes de los ríos, de modo que en apenas un cuarto
de siglo los enanos habían dominado todo el territorio. En el año 1975 AS se
empezó la construcción de la fortaleza de Arrak, el mayor castillo que conoce el
Orbe, destinado a ser la residencia de los reyes enanos cuando no estuviesen
bajo las montañas de la Gran Cordillera. Poseía -y aún se conserva en pie-
murallas de más de cien metros de altura, docenas de torres defensivas, tres
fosos gigantesgos y una inmensa torre del homenaje casi el doble de alta que las
murallas. Se emplearon miles y miles de esclavos orcos, ilkos capturados en la
costa y zarkos capturados en el sur en su construcción sobre la que había sido
el Pico Arrak, un lugar donde, según la tradición de los orcos, el mismo Gruumsh
UnOjo había parado a dormir bajo un olivo, en una de sus visitas al mundo. Esta
profanación de su sagrado nunca fue perdonada por las tribus humanoides que a
pesar de haber sido diezmadas nunca llegaron a ser destruídas. Por mucho empeño
que puso la maquinaria de guerra enana los caminos nunca llegaron a ser
completamente seguros y todos los asentamientos necesitaban muralla por aquel
entonces. Fue en estos tiempos cuando vivió Olok "el Yunque", uno de los mayores
armeros enanos de todos los tiempos, que forjó los Anillos de los Enanos y el
Martillo de Zgleind, entre otras maravillas.
Quizás la expansión fue una de las claves del declive de los Dos Reinos o quizás
la hegemonía de Azur en el Mar de Sargos jugó un papel importante en el
paulatino descenso de operaciones comerciales entre el Reino de las Montañas y
Aynea. Acabadas las conquistas cesó el tráfico de hombres y armas y las rutas
terrestres, difíciles de mantener, cayeron en desuso. Los orcos de la meseta de
Kern nunca dejaron de ser una amenaza que apuntaba constantemente al corazón del
reino y hubo numerosas guerras en los valles con la intención de someter a los
humanoides que poco a poco desgastaron el poder enano, a pesar de sus victorias.
Se podría decir que en estos tiempos, en el castillo de Arrak, cuya contrucción
llegó a emplear casi dos millones de esclavos orcos y humanos, aparecieron los
primeros kernios, una mezcla entre ambos. Se suele tener el año 1460 AS como la
fecha que cierra el período de los Dos Reinos cuando se produjo la llamada
Rebelión de los Kernios: los esclavos se levantaron contra sus maestros enanos
bajo el mando de Cirsus el Negro, un esclavo kernio hijo de un rey orco de una
trubu y de madre ilka. Los esclavos consiguieron tomar el control de las
estancias inferiores de Arrak y capturaron al rey enano Ulrikk VII. Sobra decir
que lo mataron. A su sucesor, Ulrikk VIII, le costó casi tres años retomar las
estancias de la fortaleza incluso contando con los famosa Guardia Puño Berserker,
la tropa de élite más letal del ejército enano. Finalmente Ulrikk VIII acabó
retomando la fortaleza y un millón de esclavos kernios fueron ejecutados para
vengar la muerte de su padre. El resto fueron enviados a las peores minas bajo
la Gran Cordillera. La cabeza de Cirsus el Negro fue disecada y se dice que aún
hoy en día decora uno de los muchos salones de la Corte de Ovenlin, en el
corazón del Reino de las Montañas.
Sea como sea el resultado fue que Ulrikk VIII, después de retomar la fortaleza
de Arrak, decidió replegar todas las guarniciones enanas de aquellas tierras y
regresar a la ciudad subterránea de Ovenlin, cansado de que aquella lucha
interminable desgastase poco a poco el poderío enano. Esto, por supuesto, no
acabó con la caza de esclavos y a la postre convirtió las llanuras de Kernia en
unas tierras salvajes y peligrosas. Pese a esto, muchos esclavos que habían
huído al norte fueron formando pequeños poblados amurallados entre los ríos Oth
y Nefret. A orillas de éste segundo río un grupo errante de kernios decidió
asentarse en las cercanías de una extraña pirámide de piedra negra en la que
vivía un semi-orco llamado Hatti. Aquel hombre decía ser un profeta de un dios
llamado Assur, supuestamente hijo de Gruumsh UnOjo. Cuando Hatti murió, años
depués, los kernios de aquel lugar siguieron adorando al dios Assur y decidieron
llamar al lugar Hattusas, que en kernio -el idioma de los esclavos, una mezcla
extraña de orco, ilko y zarko-, no significa otra cosa que "lugar donde vivió
Hatti". Como todos sabemos, muchos siglos después este lugar se convertiría en
la capital del Reino de Kernia. Pero aún faltaba mucho para eso.
NACIMIENTO DE VILONIA Y CIRANNIA
Pasado el segundo milenio antes de Sillevan existían numerosos reinos svardos en
Draak muchos de los cuales duaraban apenas dos o tres generaciones de hombres.
Apenas quedan memorias del Reino de Mut, el Reino de Wied, las tierras de los
Hombres de Hierro o los dominios de Sgund, los Lirovingios o los Gurdos. Estos
nombres a veces aparecen mencionados en Sagas o en estelas funerarias enterradas
en túmulos, inscripciones rúnicas en piedra gastada, o líneas escritas en alguna
espada de hierro o bronce forjada con viejos hechizos; y poco más.
Algunos de estos svardos sin nombre atravesaron el Mar de Vain más o menos en el
año 1375 AS, hasta lo que llamaron Vilonnya. Esto lo sabemos por las Piedras de
Wyrr, unos monumentos funerarios dedicados a Gleind que se pueden encontrar en
algunas playas occidentales de Vilonia incluso hoy en día. Estas piedras están
dedicadas a aquellos que perdieron la vida cruzando el Mar de Vain, muy
peligroso sobre todo para la tecnología de navegación de aquel entonces -los
svardos ni siquiera conocían la quilla, aunque ya era usada por los navegantes
elfos varios miles de años atrás-.
Allí habitaban, según cuentan las leyendas vilonias y las eddas élficas, algunos
clanes y pueblos élficos emigrados del oeste mucho tiempo atrás si usamos la
vida de los hombres como medida. Estos grupos élficos había ocupado sobre todo
los bosques al sur de la isla y, según los escasos registros que llegaron a mi
poder, no tardaron mucho en pagar un vergonzoso "Geld" o tributo a los pueblos
svardos, mucho más guerreros y violentos que los elfos. Aunque la conquista
svarda fue rápida de nuevo tenemos que entender que estos no eran una fuerza
unificada, no hubo un líder que los llevase a esas tierras y más bien fue una
coincidencia de casualidades junto al mal clima de varios años encadenados lo
que llevó a los svardos a Vilonnya. A pesar de eso esta fuerza heterogénea se
hizo con el control del sur de la isla.
El norte de la isla estaba habitado por tres dragones, según cuenta la leyenda.
Se trataba de dos dragones macho, Ynneas y Assiuh, y un dragón hembra llamado
Gweelyar. A ningún elfo u hombre se le ocurría ir por aquellas tierras. Según
dice la leyenda un aventurero svardo llamado Cir fue expulsado de su poblado
porque supuestamente había robado un collar de cuentas de oro del jefe. Juró que
era inocente pero los ancianos del pueblo le dijeron que hasta que no lo probase
o trajese la cabeza de los tres dragones no podría entrar en la aldea. El joven
Cir viajó al norte y se pasó muchos años planeando cómo hacer para matarlos.
Tardó cincuenta años en hacer caer en una trampa a Gweelyar en una cueva en las
montañas y matarla. Luego hizo creer a Assiuh que Ynneas había matado a la
dragona, de modo que los dos dragones lucharon entre si para, finalmente,
descubrir que habían sido engañados por el svardo. Demasiado tarde, dice la
leyenda, sin especificar qué pasó después salvo que Cir los mató con algún
truco. Enterró los cuerpos de los dragones en las montañas pero se llevó sus
cabezas a su aldea. Llegó allí siendo un anciano y pudo entrar, aunque al día
siguiente murió en cama, de viejo. La ladea empezó a llamarse el "El hogar de
los héroes" en honor a Cir, o Haldheim, como se dice en svardo. En la actual
ciudad de Haldheim no quedan restos de las cabezas de estos tres dragones pero
sí muchas pinturas que narran esta historia. Las montañas donde habitaban estas
criaturas hoy en día se llaman Montes de Cir, en incluso la provincia, en
tiempos del Imperio, se llamó Cirannia.
El centro de la isla estaba ocupado, por aquel entonces, por una inmensa masa
boscosa cuyo corazón era el que hoy en día se llama Bosque del Mitago. Allí ni
las más osadas bandas de guerreros svardos pudieron penetrar.
LAS DICTADURAS DE LOS FIlÓSOFOS
He tratado de dilucidar por qué desde antaño se llama Vúlpara a las tierras y
mar al este de Swam y Gondomar, sur de Svardia y oeste de Aynea y se puede decir
que todavía no he encontrado una respuesta a dicho enigma. La región está
habitada por ilkos y en su idioma esta palabra no significa nada, sólo se
refiere al lugar. Tampoco he encontrado ninguna raíz élfica o enana que sea
convincente, de modo que dejaremos que la ingógnica siga como tal.
En estas tierras alrededor del año 1300 AS se empezó a dar un fenómeno social en
algunas ciudades del archipiélago: se depusieron a reyezuelos y príncipes para
imponer lo que se dio en llamr Dictadura de los Filósofos, destacando la "polis"
de Cretón, que estaba situada en una de las islas de Sortintia. Al mismo tiempo
las ciudades vúlparas de Sarkai, Trenea y Gor pasaron por una etapa de libertad
sin precedentes. Los hombres y las mujeres eran tratados por igual e incluso he
oído decir que los hombres ricos y pobres compartían mesa durante los festejos a
los Dioses, de los cuales hoy en día sólo conocemos algunos como Kork, adorado
en Sarkai casi como dios único.
Seguramente la situación de hegemonía marítima de la ciudad de Azur tuvo un
impacto positivo en estas ciudades. En aquellos tiempos el Mar de Vúpara era un
lugar de fácil navegación sin apenas peligros aparte de algún que otro monstruo
marítimo o las míticas sirenas -de las que nunca he visto prueba alguna, todo
sea dicho-. Es normal que este clima de bonanza tuviera repercusiones en los
habitantes de aquellas islas. Esto también afectó a algunas plazas en la costa
occidental de Aynea como Akra, que se independizó del Reino de Aynea sin que los
señores enanos pudiesen remediarlo ni siquiera con el uso de las armas.
Básicamente las dictaduras se basaban en que una oligarquía local se ponía al
mando de cada ciudad. La toma de decisiones siempre era comunal, es decir, se
debatía. Se pensaba, de alguna manera, en el bienestar de la mayoría de los
ciudadanos. Incluso la esclavitud se abolió en algunas de estas islas.
Fue un período de gran producción intelectual y artística. Messón vivió y su
Escuela Teórica vivió en esta época, así como Hegónidas el Ilusionista. En la
ciudad de Azur se fundó la Orden del Misterio, la que sería la predecesora de la
Orden de Magia que existe hoy en día. Prónicus escribió su "Sobre la Guerra"
mientras que Cerjes dedicaba toda su vida a su obra maestra "Anatomía". También
fueron tiempos del viajero Ofecio, el primer hombre que fue a Sigia, se hizo
amigo del faraón -una especie de Rey en esas tierras- y regresó para contarlo.
Pero como muchas cosas en la vida no todo dura para siempre. Al alcanzar el
primer milenio antes de Síllevan este período de luz, arte y conocimiento
llegaría a su fin, en algún caso bruscamente. Hablaremos de ello más adelante.
SOBRE EL METAL EN LOS TIEMPOS ANTIGUOS
Hay que mencionar, de todos modos, que a pesar de la hegemonía comercial de Azur
en los Mares Tranquilos, sobre todo en el oeste, el poderío económico enano
seguía teniendo una base robusta. Siempre dominaron el comercio de los metales.
Los enanos no sólo hallaron grandes vetas de mithril en las profundas montañas
de Aynea sino que eran los únicos poseedores del secreto de la forja del hierro,
pues en aquella época casi todas las armas eran de bronce. Los enanos, con sus
impresionantes armaduras de hierro y sus hachas de batalla, monopolizaron la
venta de las mismas lo cual les sirvió, durante muchas décadas, para asegurarse
cierto control sobre otros reinos y territorios. Incluso en los mejores momentos
de libertad vúlpara el poderío enano se dejaba notar aquí y allí. Por su parte,
muchos fueron los magos y alquimistas que trataron de conseguir el secreto de la
Forja pero no hubo hombre, mago, hechicero, alquimista o herrero que lo lograse.
El secreto de la Forja seguiría velado muchos siglos a los ojos de los que no
fuesen enanos. Los elfos, por su parte, endurecían las armas con encantamientos
y a estos materiales se les llamó hierro faérico. La creencia popular es que el
hierro faérico estaba hecho de madera mágica pero esto no es cierto: se trata,
la mayor parde de las veces, de bronce que ha sido endurecido (el bronce es una
aleación del cobre y el estaño). El óxido del bronce lo convierte en verde y de
ahí viene esa creencia -pues la mayor parte de las armas y armaduras elfas son
muy longevas, por lo tanto verdes-.
Es importante saber que siempre que encontramos algún objeto de hierro en una
tumba svarda de la época esto indica que estos habían comerciado con los enanos.
En el norte la mayor parte de las armaduras de mallas svardas fueron creadas en
la ciudad de Reegar, capital del Reino Enano de Reegarhalas. Sin embargo los
svardos que habían formado reinos en Draak a orillas del Mar Ilko solían o bien
usar armamento de bronce o armas forjadas en Aynea. Los elfos no tenían por
costumbre comerciar con nadie y por lo tanto el hierro faérico nunca se
extendió.
SURGIMIENTO DEL IMPERIO VILONIO Y OSTHILDAR I
EL MAGNO
Hemos hablado algo acerca de la conquista de la isla de Vilonia por parte de los
pueblos svardos que cruzaron el Mar de Vain a partir del año 1375 AS. Se trataba
de grupos de pobladores heterogéneos, familias de pescadores, cazadores y
pastores que gradualmente tomaron control de las costas de la isla. Sus
guerreros hicieron pagar un tributo a los elfos que habitaban allí desde tiempos
antiguos pero, en cierto modo, la coesistencia de ambas razas fue próspera y
pacífica. No tardaron muchos años en empezar cierto mestizaje cultural que
desembocó, pasados los siglos, en una nueva cultura diferente de las dos que la
habían originado: la cultura vilonia. La mayor parte de los llamados vilonios
son hombres que tienen, en una medida u otra, sangre élfica. Las costumbres de
los elfos, más sofisticadas y refinadas que las de los conquistadores, se habían
ido enraizando en un modo de vida mucho más pragmático. El resultado fue una
cultura con mucha más profundidad y bagaje que la típicamente humana y, al mismo
tiempo, más intrépida, viva y dinámica que la típicamente elfa. Incluso hoy en
día, después de siglos de civilización en Imperio, se pueden encontrar
costumbres antiguas en la cultura vilonia como por ejemplo los ritos de
aquelarres faéricos, en los que se danza alrededor de unos fuegos el día de
Solsticio de Verano. Obviamente el estilo vilonio también desembocó en una
manera única que construir castillos e iglesias, levantar murallas y ciudades e
incluso rezar las oraciones. Se extendió, además, un idioma cuya raiz élfica y
svarda es evidente, más sencillo de aprender que el primero pero con mucha más
riqueza de palabras que el segundo: el idioma vilonio, con alfabeto élfico -las
runas svardas no podían competir con la forma de escribir de los elfos, mucho
más rápida y adecuada para el pergamino o papel-. Durante muchos siglos el
vilonio habría de ser el idioma franco entre muchos pueblos distintos.
El primer vilonio que aparece en los registros históricos -y posteriormente en
la larguísima Crónica Vilonia, un relato de todo lo sucedido en el Imperio año
por año- no es otro que Osthildar I "el Magno". Siempre se habla de él como hijo
de los bosques y los valles quizás para preservar la idea de una figura mítica
en contraposición con el hombre real que, obviamente, tuvo padre y madre en
algún lugar. Sabemos que llegó al castillo de Ethelwald, al este de Vilonia, con
la edad de catorce años y allí enamoró de manera sorprendente a la hija del
señor Owulf, un svardo cuya familia no había sufrido cruce alguno con los elfos.
El tal Owulf murió en un duelo con Osthildar lo cual hace sospechar que la
procedencia de Osthildar era noble o de una familia con renombre entre los
svardos o nunca se habría dado el caso de un duelo personal. Sea como fuere, se
casó en invierno con Lenyel siguiendo los ritos nupciales de Corelion. La bondad
y magnificiencia de Osthildar fueron a mas y pronto todos los señores de la
guerra del este de Vilonia le reverenciaban como su señor. Los nobles de estos
lares se reunieron con él en la costa del Gran Océano, en la playa de Myuk, y lo
coronaron como Señor de Laek Vilonnya, es decir, de la Isla de Vilonia. Esto
sucedió en el año 1001 AS, año que los vilonios empezaron a contar como su Año
1.
A este acontecimiento siguió la Guerra de las Coronas, con el rey svardo Rackard
del Reino de Haldheim, y el Reino de los Acos, Cirannia, en el norte. De esta
guerra no hablaremos más de lo necesario pues ha sido estudiada hasta la
saciedad en la escuela palatina de Akenar. Osthilar escribió su famoso libro "Tacticum"
para enseñar a sus hombres de armas -a los que dio el título de Generales- sobre
el modo de proceder en la guerra para aprovecharse del enemigo y sus
debilidades. Osthildar también era lector del famoso estratega Prónicus. Sus
conocimientos sobre el arte bélico le llevaron a consumar numerosas victorias en
batallas teóricamente perdidas. Cuando no conseguía algo por el ejercicio de las
armas lo hacía con su enorme habilidad política y de este modo en tan sólo trece
años tenía bajo su control la totalidad de la isla, incluídos bosques y el
norte, desde la costa hasta las alturas.
LA CAÍDA DE AZUR
Mientas el Imperio Vilonio vivía sus primeros días en las Crónicas de aquellos
tiempos aparece mencionado un hecho de enorme importancia en el devenir de la
Historia: la caída de Azur. De la noche a la mañana desapareció de un plumazo la
hegemonía de esta ciudad en las rutas comerciales o culturales de los Mares
Tranquilos. Existen varias teorías al respecto, la del pueblo conquistador y la
del cataclismo. Obviamente los defensores de la primera teoría no son capaces de
encontrar ningún pueblo invasor -enanos, orcos u otros invasores salidos de la
nada- cuya presencia devastadora encaje en los registros históricos simplemente
porque es una teoría inverosimil. La segunda -el cataclismo- es mucho más
plausible. En el año 999 AS tenemos registros en la costa de la ciudad de Akra
-que estaba siendo atacada por enésima vez por un ejército enano- de una ola
gigante que se llevó por delante a la mitad del ejército que asaltaba las
murallas de la ciudad. "El Dios Mar" o Fharlanghn, como lo llamaron los enanos.
Y por eso en la ciudad de Akra se erigió el Templo del Mar dedicado a este Dios
pagano. Lo importante no es el asunto religioso sino la ola que seguramente sea
el eco de algún tipo de desastre natural. También hay registros de una fuerte
ola que arrasó parte de la costa de Agon en aquellos tiempos. Podemos
prácticamente asegurar que una erupción volcánica o una explosión subterránea
causó la destrucción de la ciudad de Azur borrándola del mapa junto con sus
riquezas, sus palacios, su flota y sus marinos -los que no estaban viajando, que
eran los menos pues esto sucedió en invierno, según mis cálculos-.
Durante las siguientes décadas el caos se apoderó de toda la región. Donde había
comercio y cultura no quedó nada de manera que la carestía y la necesiadad
empezó a apretar a los vúlparos. Las ciudades empezaron a luchar por las rutas
comerciales y lo que antaño había sido paz y tranquilidad en pocos años se tornó
en guerra, violencia, hostilidad y miedo. Las polis se enfrentaron y no tardó
mucho en olvidarse aquel antiguo deseo de igualdad y bienestar. La pluma se
trocó por la espada, los piratas y ataques empezaron a ser comunes, se volvió a
practicar la esclavitud y algunos dioses malvados olvidados, como Aia, volvieron
a las oraciones de muchos.
La isla de Azur empezó, poco a poco, a convertirse en un mito. La mayor parte de
los navegantes que conocían su ubicación habían desaparecido de modo que muy
pocos sabían llegar hasta ella y los que sabían cómo hacerlo no lo hacían. Y
cuando estos murieron su conocimento se perdió.
ÚLTIMOS AÑOS DEL REINO DE AYNEA
La caída de Azur era la clase de respiro que necesitaban los reinos enanos, en
especial el de Aynea. Había sucumbido, mucho tiempo atrás, la ruta terrestre de
Swam, con la que habían tratado de mantener comercio con el Reino de las
Montañas, por lo que habían tenido que depender de los comerciantes ilkos de
Azur. Desaparecida la ciudad las condiciones mercantiles mejoraron para los
enanos considerablemente y durante unos años se adivinó cierto resurgimiento del
poder del Reino de Aynea. Se retomó la ciudad de Akra -que se había
independizado siglos atrás- e incluso se costeó una expedición militar a las
Montañas de Glades, al este del reino, en el corazón de Draak. Según las
historias de los reinos svardos Glades era un gigantesco dragón que vivía en
esas montañas. Además, al sur de las montañas habitaban unas tribus autóctonas
llamadas irelios que, en enano, significa "hombres hechos de plata". Las
costumbres de los irelios de hacer pequeñas estatuillas de plata para enterrar a
sus muertos llamaron la atención de los enanos de Aynea de modo que fueron a
investigar de dónde salía esa plata. En cualquier caso la expedición, liderada
por el príncipe enano Orf de Rimberlaar, desapareció en las montañas de Glades y
nunca más se supo de ellos.
LA I GUERRA KERNIA
Entretanto los kernios se habían convertido en su mayoría a la religión de Assur
que muchos años atrás había traído el profeta Hatti. Assur es el Dios de la
Guerra, el Dios de la Batalla, del Combate. Hace tiempo encontré, en la tienda
de un mercader alino, un oscuro pergamino de piel de zok que pasa por ser el
único testimonio antiguo de lo sucedido en aquella época en aquellos tiempos:
cuenta que los zarkos del sur enviaron a un emisario a los kernios para tratar
de aliarse con ellos contra los enanos del Reino de las Montañas que aún tenían
el control de todos los valles de la Gran Cordillera al oeste de Kernia. También
es el primer documento histórico en el que se menciona al primer rey kernio,
Harkut I. Y cuenta, por cierto, cómo los kernios despellejaron al emisario.
Obviamente ya había algún tipo de enemistad entre zarkos y kernios que no
conocemos pero que desembocó con el tiempo, en continuos ataques de los kernios
al sur del río Oth. Algunos historiadores llaman a esto la I Guerra Kernia.
Pocos años después del incidente del emisario, Harkut I moriría en un saqueo de
una aldea zarka. Sus hombres habían tomado el lugar y una mujer a la que estaba
violando le clavó un cuchillo en la garganta y luego se mató ella misma. Ese fue
el fin brusco de la guerra contra los zarkos pues los hijos de Harkut I se
enzarzarían en una guerra entre hermanos para hacerse con el trono de su padre.
EL ALTO IMPERIO VILONIO
Todos y cada uno de los pueblos bañados por los Mares Tranquilos han escrito, en
menor o mayor medida, sus propios episodios en la inmensa Crónica del Imperio
Vilonio. En las siguientes líneas esbozaré un resumen de los hechos acaecidos en
aquellos tiempos en los que los hombres-elfo dominaban las tierras y los mares,
contruían ciudades y dictaban leyes que, pasados los milenios, todos los reinos
de los hombres seguirían recordando.
En el año 961 AS y el año cuarenta de su reinado el Rey de Lahk Vilonnya,
Osthildar I el Magno, subió en sus naves de viento rumbo al continente de Draak
con la intención de conquistar los reinos svardos de Skunnland y Mervion en una
fugaz guerra (situados en el actual Levante). Continuó sus conquistas por la
actual Arquitania, que en aquel entonces era una infinidad de pequeños dominios
en guerra entre si; continuó por el Reino de Carcaigh haciendo hijo honorífico a
su Rey Stephan y tras eso dominó a los irelios y todas las tierras de los Tres
Reinos del Oeste osea Luward, Skibo y Haar. También fue famosa la quema de la
ciudad de Orleon y su refundación bajo el nombre de Westerdam. Conquistó casi la
totalidad de las islas del Mar Ilko con la salvedad de Borundia, cuyo sureste
jamás se conquistaría del todo y fundó el emplazamiento comercial de Talion, el
primer pie que pusieron los vilonios en el continente sureño de Ankay. Tras una
larga vida y decenas de guerras victoriosas el Rey murió en el año 811 AS, es
decir en el año ciento noventa de su reinado. Su mítica espada Hades fue
destruída y su cuerpo fue quemado según los ritos de Corelion Larethian.
La maquinaria de guerra imperial funcionaba a la perfección cuando el rey
Osthildar murió. Por eso cuando su hijo Egnvir Osthildar le sucedió se consideró
algo natural que se continuase la expansión imperial allende los mares. El
siguiente paso hacia el oeste era el Reino Enano de Aynea y a pesar de que
muchos historiadores y cronistas gustan de retratar al Rey Engvir como un hombre
muy lejano a las virtudes militares de su padre, me parece que tal juicio es
injusto y poco atinado. Si bien es cierto que el nuevo monarca no cosechó la
enorme cantidad de victorias que acumuló su padre en el Salón de Trofeos, en
Nevesy, ni fue objeto de las docenas de Arcos de Triunfo que poblaron, en su
momento, algunas ciudades imperiales, lo que sí es cierto es que se enfrentaba a
un enemigo completamente diferente que los que había diezmado su padre con
sencillez. Los enanos de Aynea no eran un grupo de bárbaros mal armados sin
ninguna organización ni defensas, se trataban de un ejército experto, armado con
hierro -lo cual era una ventaja en aquel entonces contra todo vilonio que no
llevase hierro faérico-, con las mejores defensas que existían por aquel
entonces (murallas como las de Boktor o Puentelargo siguen siendo formidables
incluso hoy en día) y luchando en un terreno que les favorecía (las montañas).
¿Cómo puede ser, pues, tan injusta la Historia como para juzgar a Egnvir como un
mal estratega por no ser capaz de conquistar Aynea de un plumazo como se
esperaba de él? En mi opinión su genialidad militar era increíblemente superior
a la de su padre. En el año 808 AS (el Año Vilonio 193) Egnvir invadió el reino
enano por el norte, por tierra, mientras que su lugarteniente, Aelemir, tomaba
en el sur las ciudades costeras (plazas importantes como Anvil o Salinas)
apoyado por la flota vilonia. El ejército enano tuvo que dividir sus fuerzas
pero fue vencido con contundencia en la batalla de Última, donde Egnvir y
Aelemir juntaron sus fuerzas. El ejército enano se escondió en las montañas e
hizo pagar caro cada palmo conquistado por los vilonios que tardarían más de un
siglo en someter las plazas enanas que resistieron, en algunos casos, hasta el
último enano. Muchos valles ocultos y algunas fortalezas subterráneas nunca
fueron tomadas, de ellas la más importante fue Boktor, que nunca vio un ejército
vilonio ante sus puertas. En cuaquier caso Engvir había logrado lo impensable
pero la Historia no le recordaría por ello. Ni siquiera en el Bajo Imperio se
conquistaría Aynea del todo.
El Imperio Vilonio también se expandió por toda la costa norte del Desierto de
las Dunas, lo que llamaban Tierras de Ankay. Tras eso se erigieron
emplazamientos en la península de Korán. El Imperio, en aquellos siglos, era
temido por su poderío y grandeza, tanto la de sus naves como la de sus
caballeros de tez pálida y luenga melena.
La época del Alto Imperio Vilonio se suele delimitar entre los años 1001 AS y
649 AS (entre el Año Vilonio 1 y el Año Vilonio 352). En este año de 649 AS
sucedió que hubo unas pestes en Haldheim que mataron a muchos, incluso a
miembros de la nobleza. Fue entonces cuando la Dinastía Osthildar no dejó
descendencia clara, muerto el Emperador en un accidente de caza. Se produjo
entonces una guerra por el poder, la llamada I Guerra Fratricida.
En este punto me gustaría aclarar algunas cosas sobre el Imperio Vilonio. En
ocasiones se genera cierta confusión por el uso de la palabra Imperio referente
a Akenar y a Vilonia y puede dar la falsa sensación de que sus estructuras son
similares. Nada más lejos de la realidad. La base económica del Imperio Vilonio
era la conquista y su motor principal era el trabajo esclavo. Al igual que los
enanos, los vilonios usaban con amplitud el trabajo de hombres y mujeres
capturados en sus campañas militares. De hecho este era el motivo de gran parte
de ellas. Esto no sucedió posteriormente en Akenar cuya base económica era
feudal y de impuestos. En el Imperio Vilonio importaba la Familia más que el
individuo, una clara herencia élfica, de modo que encontramos Familias de gran
poder como los Osthildar, Yelene, Wym o los Tasios. En Akenar es diferente; son
linajes nobles pero verticales, no horizontales. En el Imperio Vilonio no
existía la Iglesia pugnando por el poder con la nobleza, o compartiéndolo, sino
una Casta Sacerdotal completamente aparte de la vida militar o política. En
Akenar no existían los Nigromantes, un grupo de hechiceros que siempre se
codeaban con las esferas de poder y que son figuras de difícil estudio,
consejeros, hábiles políticos, magos pero nunca dirigentes por si solos. El
Imperio Vilonio poseía un Senado formado por miembros de las Familias que
aconsejaba y a veces dirigía al Emperador, y esto -ni nada parecido- nunca
existió en Akenar. En resumen el sistema de gobierno vilonio se considera
antiguo, familiar y pagano y el de Akenar se considera feudal y entrelazado con
la religión sillenita.
EL MEDIO IMPERIO VILONIO
En el año 649 AS (es decir, el Año Vilonio 352) el Trono Imperial quedó vacío.
La grandeza del Imperio traía consigo una creciente lucha por alcanzar el poder
en las Cortes de Invierno y de Verano, que era como se llamaba a Haldheim y
Nevesy, respectivamente, pues el Emperador -cuando no estaba en alguna campaña
en tierras lejanas- solía pasar la mitad del año en cada ciudad. Poco a poco la
corrupción empezó a aparecer en la Burocracia imperial, se respiraba por aquel
entonces cierto aire a desidia y dejadez en los valores tradicionales vilonios.
El vacío de poder llevó a un conflicto civil tradicionalmente llamado I Guerra
Fratricida que no sólo enfrentó a los nobles de la isla sino a Familias en todo
el Imperio. Tras el enfrentamiento, que finalmente se decidió en la batalla
campal de Termos, en las tierras de Korán, salió victoriosa la facción de
Onodair, que se coronó Emperador del Mundo y Semilla de la II Dinastía, en el
año 640 AS (el Año Vilonio 361), tras nueve años de conflicto armado que había
debilitado la capacidad de guerra del Imperio tanto que incluso se perdió el
control de las Marcas, territorios fronterizos en Draak que la Dinastía
Osthildar había afianzado en Draak entre las provincias sureñas y Svardia. La
nunca rematada guerra en Aynea también sufrió un brusco parón.
Casi veinte años después de la coronación de Onodair, éste fue asesinado por sus
propios cortesanos. Se inició entonces la II Guerra Fratricida, mucho más breve
y menos sangrienta que la primera. De ella surgió una de las figuras históricas
más importantes de la Historia de los Mares Tranquilos, Yelvain, el Rey de
Reyes.
En el año 621 AS (el Año Vilonio 380) el Rey de Reyes se erigió como fundador de
la III Dinastía, y no sólo recuperó, en los 151 años que duró su reinado, todo
lo perdido durante el reinado de Onodair sino que llegó al Mar de Sargos y
conquistó a zarkos, ilkos, kernios e incluso enanos: el norte de Ankay al
completo, la isla de Tresia, todo el levante de Kernia, construyó fortalezas en
Swam, fundó Gondomar y sojuzgó Vúlpara, Gor y Everonia además de profundizar en
el Desierto de las Dunas en busca del Oasis de Salar, en el que hizo construir
la Ciudadela de Vaith para proteger las posiciones vilonias de los ataques de
los nómadas tuaregs que, por aquel entonces, se había unido bajo la bandera de
una nueva religión. Esta nueva fe se llamaba el "shá" o el Destino, aunque los
paganos lo asociaban con la diosa Istus, y sus seguidores se irían haciendo
fuertes hasta la llegada del Profeta a la ciudad de Mirra, en el año 609 AS (el
Año Vilonio 392).
Existen varias obras acerca de Yelvain, el Rey de Reyes. Aparte de su innegable
genio militar hay otras facetas de la vida de monarca que son ciertamente más
oscuras. La leyenda negra habla del monarca como un hombre oscuro, propenso a
los rituales y a la magia y nigromancia. Sabemos a ciencia cierta que adoraba a
los dioses élficos e incluso impuso el Panteón Vilonio como Religión Oficial del
estado, es decir Corelion Larethian, Ehlonna, Wee Jas y Olidammara, entre otros.
El resto de cultos en el Imperio fueron perseguidos. La Escuela Imperial de
Nigromantes vivió sus mejores momentos durante el reinado de Yelvain, se
erigieron templos y santuarios e incluso monumentos funerarios que no existían
hasta aquel entonces pues la religión vilonia tradicionalmente quemaba a los
muertos y sus pertenencias.
El reinado del Rey de Reyes finalizó en el año 470 AS (el Año Vilonio 531) con
su muerte por extrema vejez. Jamás ningún Imperio en los Mares Tranquilos
abarcaría tal extensión en sus dominios.
Sucedieron casi tres siglos de calma para los vilonios en lo que se conoce como
la Época Dorada. El Imperio, libre de grandes enemigos por aquel entonces,
apenas se esforzaba por repeler los ataques zarkos en la costa oeste de Ankay,
al que llamaban el Continente de los Aromas. Apenas había roces en las fronteras
norteñas con los bárbaros svardos o luchas aisladas contra los salvajes pictos
en Borundia. Los únicos verdaderos conflictos en armas se libraban en Kernia y
Aynea. En Aynea las batallas sangrientas con la gloria de antaño se habían
acabado y la guerra estaba estancada con largos asedios en las fortalezas enanas
de las montañas que se dilataban por décadas. Pocos caballeros vilonios deseaban
embarcarse en esa guerra de empalizadas y espera. Sin embargo la conquista de
las tierras salvajes de los semiorcos en Kernia tenía mucho más atractivo para
los jovenes vilonios envueltos en sus armaduras plateadas, aunque estas campañas
militares resultaban cada vez más costosas y menos productivas. Al parecer no
sólo los enanos esgrimían armas de hierro, por aquel entonces los kernios se
habían hecho con el secreto de la Forja. Debido a esto los kernios eran mucho
más peligrosos de lo que los vilonios querían admitir pues las espadas de hierro
cortaban las armaduras de bronce como si éstas fueran de papiro de Korán y no
todos los caballeros vilonios podían costearse el hierro faérico. Y en cuanto a
la Gran Cordillera, los vilonios habían tomado algunas plazas, quizás buscando
un paso hacia el oeste, pero sin mayor éxito. Las fortalezas del Reino de las
Montañas estaban completamente fuera de la capacidad de asedio vilonia, tomarlas
por la fuerza o hambre o traición era simplemente imposible.
El año 142 AS (el Año Vilonio 859) termina con la Época Dorada. Se produjo una
inesperada invasión en las Marcas Norteñas por parte de un ejército de hombres,
svardos y humanoides en su mayoría, adoradores de un autoproclamado Rey Demonio,
de nombre Oonegith. La Crónica Vilonia narra cómo se realizó una leva a gran
escala en las provincias imperiales en Draak para asistir a la guerra norteña
que, de manera fulminante, arrasaba ciudades una tras otra. Se dice que un
ejército de cuatrocientos miles de vilonios partió de Draco a comienzo de la
primavera del año 140 AS (el Año Vilonio 861) y que arribó a orillas del lago
Svart a finales del verano, tras reconquistar muchas millas de territorios
quemados y arrasados. La misma Crónica Vilonia cuenta que el ejército de
Oonegith presentó batalla a orillas del lago y fue derrotado por el General
Albius de Haldheim, y el Alto Nigromante Looke; lo llaman la Batalla del Lago
Sangriento. Dicen que las aguas del lago se tornaron rojas durante un año
entero. Pese a todo Oonegith escapó y, según la leyenda, se trata de un ser
malévolo e inmortal. Algunos lo veneran como Amo del Averno, Dios norteño de los
Males. Los humanoides lo conocen bajo el nombre de Nerull y su símbolo es una
calavera con una guadaña.
A pesar de las leyendas y del mito del Rey Demonio, mis pesquisas en la Crónica
Vilonia empezaron a arrojar un poco de luz sobre este asunto. He oído que en
Svardia existe un lugar al que llaman Dolor de Oonegith al sur de los Montes de
Ardyon, más conocidos por albergar en sus valles más profundos el Monte Vecna,
un lugar impío y malévolo. Pues bien, descubrí en los registros vilonios que un
joven caballero llamado Simón, perteneciente a la guardia personal del Rey de
Reyes, había oído hablar de este lugar impío y decidió viajar al norte y
arrancar de raiz el problema. No vuelve a ser mencionado en la Crónica Vilonia.
Sin embargo las leyendas svardas dicen que llegó un caballero de tez blanca,
rubio, del sur, que trató de matar al mal en persona que habitaba en los
siniestros Montes de Ardyon. El joven entró en las montañas pero en vez de
acabar con el mal fue seducido por él. También dicen algunas leyendas svardas
que durante muchos años fue esclavo del mal pero que finalmente viajó al norte
más lejano al que un hombre puede viajar, las tierras del Hielo Negro. Allí,
dicen, hay una torre llamada la Torre de los Hielos donde pasó las Siete
Pruebas. Al regresar de allí era un Rey Demonio y su nombre era Oonegith. Aunque
todo esto es una hipótesis y debió suceder mucho antes de la Batalla del Lago
Sangriento.
Poco después de la Batalla del Lago Sangriento apareció otro problema en la otra
punta del Imperio Vilonio. Los zarkos, nómadas del desierto que habitaban la
franza noroeste de Ankay, cayeron bajo el dominio del segundo Rey Demonio,
llamado Omuth. Se produjeron ataques a los emplazamientos vilonios en toda la
costa y tuvieron que pasar varios años, hasta el 133 AS (el Año Vilonio 868)
para que un nuevo ejército imperial pisotease los esfuerzos de los salvajes
zarkos. El general Rasamir dedicó varias campañas a acabar con los jefes zarkos
en la zona, hostigar sus aldeas, derrotar a las bandas que hacían ataques
nocturnos a las plazas amuralladas y, en general, aplastar la amenaza. Nunca
llegó, sin embargo, a poder atacar el corazón del problema que eran las Ciénagas
de Omuth, demasiado al sur. Se dice que el Rey Demonio nació en esos lares;
también se dice de él que es el Amo del Abismo y del Infierno, y se le adora
como a un Dios. Los humanoides le suelen llamar Arythnul y su símbolo es un
jabalí o la cara de un demonio. Los ejércitos de Omuth son famosos por sus
temibles fados y sus espadas forjadas en la Sima de los Muertos con magia negra
y otras malas artes.
El tercer Rey Demonio fue llamado "Avarrak" por los vilonios, esta palabra
significa "maldito". Su nombre original es Vecna, amo de la Ponzoña y la
Traición. Sin duda es el más antiguo de los Reyes Demonio y habitaba en la
montañas de Ardyon desde tiempos inmemoriables, siempre sembrando el mal y la
confusión en el norte. Cuando sus aliados Oonegith y Omuth empezaron a
arrastrarse por el mundo y sembrar la semilla del mal, este ser decidió salir
del norte. Según la leyenda sólo vive por la noche, se oculta durante el día.
Aún así logró llegar a Vilonia y colarse en la Corte en Haldheim, y en pleno
invierno asesinó al Emperador; tras eso escapó disfrazado de leproso envuelto en
harapos. Esto sucedió en el año 62 AS (el Año Vilonio 940) y, por supuesto, fue
un duro golpe asestado en el corazón del Imperio Vilonio.
Según se puede leer en la Teología de San Petrus de Tera, obra cumbre de este
pensador sillenita, los tres Reyes Demonios "son hermanos, hijos del mal,
señores sin otro reino más que el alma podrida de los malvados". En realidad no
creo que existiese -ni exista- hermandad de sangre entre ellos pero, eso sí, es
segura una alianza tácita. Los tres son venerados por las personas de corazón
oscuro y su nombre es evitado en cada posada, en cada castillo, hasta en cada
templo o iglesia de los Mares Tranquilos.
Tras la muerte de Teodorth III "el Engañado" a manos del traidor Avarrak, que
según dicen se había logrado colar entre el séquito imperial en la Corte de
Invierno, el Imperio atravesó una crisis que duró unos cincuenta años. Durante
este tiempo se endureció la guerra en Kernia y se perdieron algunas plazas a
manos no sólo de los kernios sino, en el norte, de un ejército enano. En los
años siguientes se retomó el terreno perdido con la salvedad de la región
circundante al castillo de Arrak que, por aquel entonces, estaba ya en manos de
los kernios. Esta plaza nunca volvería a ser tomada por ningún ejército.
LOS INICIOS DEL DESTINO EN LAS TIERRAS DE ALA'I
La Historia de Ala’i es quizás de entre todas la más compleja de relatar en unas
breves líneas. Como he mencionado el Profeta al Nassar llegó a la ciudad de
Mirra en el 634 AS (el año vilonio 392) que para las gentes de Ala’i es su año
1, cuando el Rey de Reyes Yelvain llevaba ya doce años sentado en el trono
imperial de Vilonia. En aquellas tierras las tribus y pueblos solían venerar a
una multitud de dioses locales de origen chamánico. La ciudad de Mirra, por
aquel entonces, era un avispero de comerciantes de muchos lugares, los
pobladores de la urbe estaban divididos en una lucha civil entre dos hermanos,
Umar y Yoshii, que llevaban ya decenas de años disputándose el control de la
ciudad, con traiciones, engaños, compras e incluso juegos de todo tipo. La
historia de estos dos singulares hermanos parece salida de un cuento. Umar era
el hermano mayor, celoso por la fama de su hermano menor, que no sólo aspiraba
abiertamente a la corona sino que además se acostaba con su mujer. Yoshii
envidiaba la fama de su hermano de hábil administrador y le odiaba por la
admiración que los militares le tenían. Entre tejes y manejes Umar acabó por
crear la famosa secta de los asesinos (Se dice que en una montaña secreta
cercana a Mirra posiblemente en las Montañas de la Luna) y amenazó a Yoshii en
público. Éste último asesinó a la mujer de Umar para que pareciese que los celos
habían finalmente decidido la situación. En la época en la que al Nassar llegó a
Mirra, Yoshii había huído de la ciudad y Umar se había refugiado en la alcazaba
para planear su venganza, que jamás llegó puesto que murió sepultado en la
fortaleza que se vino abajo sin que nunca se encontrase explicación. Yoshii
desapareció de las historias y tampoco se supo qué fue de él.
Lo que si se sabe es que al Nassar se hizo Malik de Mirra más por sus palabras
que por su fuerza. Predicó la fé del Destino en los mercados, en los espacios
públicos y en los baños y poco a poco fue ganando adeptos. La cosa no estuvo
libre de conflicto pero Nassar siempre mediaba de forma sabia y sensata.
Precisamente por eso muchas veces aparece mencionado su uso del turbante (es el
símbolo de los cadís, hombres sabios y jueces) en las fuentes alinas. Tardó
menos de dos años en tomar el trono de la ciudad. El nuevo monarca hizo
construir una torre, a la que llamó mezquita, y desde ella, cada mañana,
llamaba a la oración. Esto lo hizo todos los días de su larga vida, cinco veces
al día.
La religión del Destino es una religión compleja que se basa en la idea de que
la historia de cada uno ya está escrita, por lo que uno tiene que someterse a la
misma, sea cual sea. Los Libros de Istus, escritos por el Profeta, dictan las
leyes de Ala’i; romper las leyes es caminar contra el Destino. El problema son
los cincuenta tomos de la Ley, que, desde aquellos tiempos, han de estudiarse
tanto los cadís (jueces) alinos como los imanes (así se llaman los
sacerdotes del Destino). La interpretación compleja del Destino, unido al ya de
por si desordenado espíritu alino, son los motivos principales que impidieron a
los habitantes de Ala’i –superiores incluso a los vilonios en campos como la
Filosofía o la Medicina- el establecerse como un imperio hegemónico: la religión
del Destino se expandió con tal rapidez y fuerza por todo Ala’i que el propio
emperador vilonio Yelvain (llamado por muchos el Rey de Reyes) mandó reforzar
las posesiones imperiales en el norte del continente de Ankay e incluso dirigió
personalmente una incursión en el Desierto de las Dunas, donde impidió que
muchas aspiraciones alinas sobre la costa prosperasen e incluso levantó la
conocida Ciudadela de Vaith, que durante siglo y medio impidió la expansión
alina hacia el oeste. Tras la muerte del Rey de Reyes el propio Profeta sitió la
fortaleza al mando de un gran ejército alino y fue tomada en el 467 AS (el año
vilonio de 535). Eso marcó el inicio de la expansión de los alinos por todo el
norte de Ankay pues en los años siguientes ocuparon hasta los territorios que
hoy en día poseen los Zarkos.
En los muchos años del Profeta y la instauración del Destino, éste afianzó la
religión como algo propio de los hombres del desierto y creó un sistema
monetario para Ala’i. Los alinos, en sus años de expansión, se caracterizaron
por propagar su cultura pero respetar las anteriores. Las gentes de las tierras
conquistadas y extranjeros eran llamados mawlas, que significa "converso"
en Común, a los que se les obligaba a conocer los Libros de Istus, pero se les
prohibía traducirlos. Todos los mawlas tenían que pagar anualmente un
tributo llamado chizia.
Al Nassar vivió hasta el año alino 210, es decir, hasta el 421 AS (el año
vilonio 581). A su muerte dejó unos dominios equivalentes a todo el norte del
continente Ankay, salvo la costa de los Mares Tranquilos que pertenecía a
Vilonia. Murió el último día del año y se puede decir que al día siguiente sus
herederos ya estaban en guerra para hacerse con lo más posible de sus dominios.
La guerra interna en Ala’i (un evento habitual en esas tierras cada vez que un
gran caudillo muere y el Profeta no fue una excepción) duró muchos años, casi
medio siglo, y enfrentó a tuaregs, muyadim, ziríes, lamares, ayasidas, sansanios,
iritas y karacenos, todas distintas facciones alinas. La paz no volvería a Ala’i
hasta que la nieta del Profeta, Nayr al-Rashid ibn Nassar, se hiciese con el
Califato de Mirra y trajese la paz al Desierto de las Dunas.
Durante varios siglos el poder alino no tendrá rival en Ala’i. El Califato de
Mirra mantenía su poder de este a oeste sin entrar en conflicto con los
territorios del Imperio Vilonio, con el que había un abundante comercio. Aparte
de algunas luchas dinásticas intestinas y de varios conflictos armados, de
importancia menor, con los Reinos Negros de Yu, se puede decir que el Califato
vivió su época más dorada, que duraría medio milenio.
LA LLEGADA DE LOS ARCANOS
Corría el año vilonio 1002 cuando en los territorios norteños del Imperio, a
orillas del actual lago Aark, algunas fuentes de la época mencionan la repentina
aparición de un nuevo pueblo que inicialmente los vilonios tomaron por svardo;
se llamaban a sí mismo arcanos. La primera nota que pude encontrar en la
gigantesca Crónica Vilonia se trata de una carta del Gobernador de la Provincia
de Dracalis Ulterior, Salinas Durgus del XXI Capítulo Imperial datada en el
Segundo Mes:
"XXI. Y dicen que las costumbres de otros que llaman arcanos son muy
diferentes. Pues ni tienen druidas que hagan oficio de sacerdotes, ni se curan
de sacrificios. Sus dios es uno; de los demás ni aun noticia tienen. Levantan
murallas y habitan en las tierras de ceniza, más allá de los Colmillos y quizás
por eso ni presentan rehenes, tributo o batalla"
Siempre es tarea ardua cuando el estudioso del pasado ha de enfrentarse a una
leyenda ampliamente aceptada como cierta. No existe ningún registro anterior al
año vilonio de 1002 en el que se mencione la presencia de un pueblo en esos
territorios a pesar de que habían sido explorados cincuenta años antes por el
explorador vilonio Clinio el Joven. De sus Notas de Viaje por Dracalis
Ulterior se puede leer:
"Recorrimos el lago que los svardos llaman por distintos nombres, Eremyn,
Eramail o Thualana, por sus costas oriental, en busca de unas colinas sagrados
que un druida mencionó. Supimos por él que hallaríamos unas viejas ruinas de los
elfos pues antaño poblaban esta orilla hasta que un dragón atacó el asentamiento
y muchos encontraron la muerte. El dialecto svardo de los etrones es complicado
y la palabra dral se usa igualmente para designar dragón y volcán, por lo que
podría ser que su desaparición no se tratase de otra cosa que un designio de
Hadex, Dios de las Profundidades. Durante una Luna buscamos las ruinas cerca de
los acantilados pero sólo encontramos campos vacíos, ríos y hierba alta."
Obviamente si hubiese una población autóctona de arcanos, Clinio el Joven se la
habría encontrado en su periplo. Como eso no sucedió la conclusión es que no
había en aquel entonces arcanos habitando las orillas del lago.
Cuando los arcanos entraron en la Historia, estaba claro que no podía tratarse
de un pueblo svardo desconocido a pesar de los esfuerzos de los cronistas
vilonios por encontrar sentido a su brusca aparición. El contraste entre los
arcanos y los svardos era fuerte: hablaban distintos idiomas que no compartían
raíz, tenían rasgos físicos diferentes, la cultura material, modos, costumbres y
religión no tenían apenas nada en común.
La teología de los arcanos siempre tuvo un relato fabuloso para explicar la
llegada de este pueblo: el Gran Arca. El nombre de los arcanos significa “que
provienen del arca”. Adoran a un dios único llamado Gah. La religión arcana
narra la existencia de un Viejo Mundo llamado Oerth en el que las costumbres y
los hombres estaban muy corruptas por lo que Gah mandó a su hijo Sillevan para
salvar a aquellos que que fuesen buenas personas. Se cuenta que Sillevan era
hijo de un navegante y durante muchos años construyó con él un Gran Arca, una
especie de barco inmenso en el que todos los puros de corazón del Viejo Mundo se
marcharon para siempre.
Sillevan, en el Gran Arca, condujo a los arcanos hasta el Nuevo Mundo. Sin
embargo la travesía fue larga y hubo dificultades, tantas que algunos de entre
los arcanos dudaron de la palabra del Hijo de Dios y hubo un motín. Por un lado
estaban los que tenían Fe, por otro los que la habían perdido, que se
pervirtieron con ritos de Magia Negra. El enfrentamiento en el Gran Arca llegó a
las armas y en el combate Sillevan murió y su cuerpo fue arrojado al vacío. Al
día siguiente llegaron a las tierras que él había prometido. Como represalia,
los arcanos que aún conservaban la Fe se alzaron contra los otros y les dieron
muerte a todos salvo a uno, que consiguió escapar. Como no se conoce su nombre,
le llamaron el Invisible y hasta hoy en día es como designan al diablo. Según el
mito, con los restos del Gran Arca los arcanos fabricaron una empalizada y
fundaron la ciudad de Akenar.
Toda esta leyenda resulta interesante pero desde luego es poco creíble. En mis
años jóvenes inicié una disciplina a la que otorgué el nombre de Arqueología y
que se basa en el estudio del pasado a través de los restos materiales que jamás
mienten. Huesos, armas, tumbas, murales pintados, estelas y runas nos cuentan
historias que permanecen olvidadas. Cierto es que los enigmas del pasado son
difíciles de desentrañar pero el estudioso ha de, por lo menos, abrir los ojos a
las evidencias.
Para desarrollar mi idea sobre la aparición de los arcanos he de explicar un
antecedente: durante el año 1026 DS una de las grandes incógnitas del Orbe fue
finalmente revelada pues supimos que más allá del Gran Océano había unas tierras
a las que sus habitantes llamaban Eria. El primer encuentro entre gentes de
ambos confines tuvo lugar el 11 de Junio de ese año, cuando un grupo de viajeros
de allende los mares se encontró con el General Onaris de la Legión XIII de
Akenar durante el sitio de la Montaña de Trasgos. Aparte de la importancia
histórica de ese momento, algunos asuntos resultaron llamativos como que en
ambos lados del Gran Océano se hablase un idioma muy similar, el Común. El
cuerpo escolástico de Akenar sostuvo largos debates al respecto y surgieron
varias teorías, algunas más disparatadas que otras. Durante mis estudios en la
Escuela de Akenar decidí investigar las remarcables similitudes entre los
arcanos y erios y defendí mi Tesis sobre tal materia y por ello fui apresado,
encarcelado y excomulgado en tiempos del Emperador Acio I. Sólo la ayuda de la
Orden de la Estrella y un poco de fortuna me libró de la hoguera.
Mi teoría es que los arcanos, de hecho, son erios. El idioma Común del Reino de
Eria es prácticamente idéntico al nuestro, salvando algunas pequeñas y
comprensibles evoluciones. La raza arcana es esencialmente idéntica a la eria,
mediana estatura, pelo castaño oscuro, ojos claros. El feudalismo, una idea
totalmente nueva en estas tierras a la altura del año vilonio de 1002 (puesto
que los vilonios fundamentaban sus vínculos en la estructura familiar, como han
hecho los elfos durante miles de años), no se diferencia en nada del feudalismo
que lleva existiendo en el Reino de Eria desde tiempos inmemoriales. Símbolos
heráldicos, nombres de familias, objetos sagrados y mágicos, arquitectura,
poemas, canciones populares, festividades, todas las facetas de la vida común de
Akenar tienen un claro precedente en el Reino de Eria. Además, hay restos
arqueológicos imposibles de refutar, como que las "reliquias" del Gran Arca,
conservadas en las criptas de la Catedral de San Gregorio en Akenar; cualquier
marino las puede reconocer como propios de una embarcación de pequeño tamaño.
También resulta evidente que las catacumbas y cloacas de la ciudad son de
construcción diferente y anteriores al levantamiento de las murallas, quizás de
algún asentamiento anterior cuyo nombre se ha perdido.
Pero eso no es todo. En Eria existen evidencias que van más allá de lo
discutible. Hace algo más de un milenio en aquellas tierras existió un príncipe
Aldarion, hermano de Aelfredo e hijo del rey Mack el Pálido, que desapareció con
sus caballeros un tiempo antes de que Oswaldo el Usurpador subiese al trono. El
joven príncipe, según los archivos erios, había "abrazado una Fé diferente a
la de su padre y su hermano", que seguramente eran adoradores del viejo Dios
Pelor. No sería de extrañar que Aldarion, al ver la situación de corrupción en
la que se encontraba el Reino de su padre, se convirtiese a la religión del que
allí llaman St. Cuthbert, Dios de la Justicia, que casualmente tiene el mismo
símbolo que Gah, una Cruz -que simboliza para los erios el lugar donde se
ajusticia a los ladrones-. Tampoco sería extraño que se marchase no sólo con sus
caballeros, sino con carpinteros, labradores, bardos, herreros, magos, soldados,
mujeres, niños y, por qué no, un profeta, Sillevan, fuese éste hijo de Dios o
no.
Así pues, si mis cálculos son ciertos, Aldarion se exilió del Reino de Eria con
Sillevan y un grupo de seguidores de St. Cutbert, o Gah. Cruzó las tierras
occidentales y el Gran Océano, hasta dar por casualidad con algún tramo de costa
en Draak. Es posible que tuviesen algún tipo de evento en las ciudades vilonias
de Nevesy y Salé, aunque eso ya es puramente especulativo. Subieron desde el Mar
Ilko por el río Dor, seguramente buscando un lugar agraciado para asentarse, y
qué mejor para un erio que al lado de un lago (pues en Eria son muy abundantes).
No sería raro que la muerte de Sillevan no se produjese por los mismos motivos
que cuenta la leyenda, quizás incluso fue motivada por su condición de plebeyo
más que por su capacidad de predecir el futuro. Si es probable, por cómo
evolucionaron las cosas posteriormente, que fuese alguien querido y respetado, y
que la Magia Negra tuviese que ver en su muerte. Tras esto, hace diez siglos,
Aldarion fundó la ciudad de Akenar, quizás sobre las ruinas de alguna otra vieja
ciudad anterior que el explorador Clinio el Joven, décadas antes, no
consiguió descubrir.
El primer Rey de Akenar se llamó Darion I el Santo. Su símbolo fue una Cruz, que
representa para los arcanos el mástil cruzado del Arca. Según los escritos
arcanos, sabemos que un pequeño ejército vilonio atacó la ciudad en el año 12
DS, el año 1014 vilonio, pero fue repelido con grandes bajas por ambos lados. Al
parecer los arcanos no sólo conocían el acero, sino que habían levantado unas
murallas de considerable tamaño en apenas cinco años para defender la ciudad
(una costumbre muy arraigada en Eria).
EL DECLIVE DEL IMPERIO VILONIO
En el siglo I DS asistimos a un proceso de debilitación de los dominios vilonios
y las causas son muchas. En primer lugar, el control de unos territorios tan
extensos generaba importantes problemas logísticos y administrativos. Añadido a
eso -pero no de poca importancia- estaba la constante y erosiva lucha política
entre las principales familias nobles vilonias; también hubo cierta relajación
moral en las grandes urbes imperiales y, por último, una paulatina acumulación
de necesidades militares en las fronteras más lejanas que requirió un importante
esfuerzo por parte del Imperio.
En el año 25 DS el rey svardo Wisimar Dranaris y su hijo Gunderic (poseedor del
legendario Escudo de Aegis) cruzaron la frontera del Imperio y atacaron las
posiciones en la Aynea Ulterior, según dicen en busca de mithril. Repeler este
ataque significó más de ocho años de campañas militares en las montañas aparte
de importantes levas en las provincias de la Aynea Superior y Citerior, Vúlpara
Acai, Laetia e Irelia. Simultáneamente en el norte de Ankay nos llegan noticias
a través de la Crónica Vilonia de los primeros ataques alinos a los enclaves
comerciales de la costa, sobre todo en Próxima Ankay e Ylirantia. Tampoco eran
infrecuentes las escaramuzas con los Zarkos en la Aknay Proconsular. Eran años
de peligro y dudas. En el año 79 DS el Imperio sufrió una derrota
importantísima: tras dos décadas de guerra contra las tribus locales que
hostigaban las posesiones vilonias del oeste, en la Occitana Inferior y
Superior, el General Mario Luppus tuvo que ordenar la retirada de los imperiales
para evitar una masacre sin precedentes. Las ciudades fueron evacuadas y todos
aquellos que no eran vilonios fueron dejados a su suerte. Según fuentes de la
época esta debacle contra enemigos teóricamente inferiores sólo fue posible
debido a que uno de los caudillos semiorcos, Jorgothorn, consiguió unificar a
las estirpes que lo aclamaron como Rey de los Kernios. La retirada de Mario
Luppus representaría el final definitivo de los imperiales en aquellas tierras
(que perdieron de un plumazo dos provincias) y el inicio del Reino de Kernia
donde la religión de Assur caló definitivamente entre los semi-orcos (que sería
llamados kernios en la Crónica Vilonia desde entonces). La escolástica imperial
dictaminó que Assur, Dios de la Guerra, era el propio Hextor en su forma
humanoide. Otros, sin embargo, sostuvieron que se trataba del hijo de Gruumsh,
Dios de los Orcos. A pesar de mis intentos, no he conseguido tener acceso a
ninguno de los pergaminos sagrados que los kernios conocen como Estelas de
Assur, aunque he descubierto que en lengua orca el término As significa
dios y shar significa infinito. Por tanto, para los kernios no es sólo un
dios de la guerra sino el señor de todas las cosas, el Creador.
Volviendo a lo que nos ocupa, que es el declive del Imperio Vilonio, es
importante saber que los Nigromantes habían sido una de las piezas claves en la
hegemonía imperial hasta el momento. Sin embargo el número de hechiceros empezó
a reducirse por motivos totalmente inexplicados. En la Crónica Vilonia se
menciona que en el primer cuarto de siglo había más de un centenar de niños y
niñas que intentaban pasar las pruebas esotéricas en la Escuela de Artes
Oscuras, en Haldheim. A finales del mismo siglo el número se había reducido a
una décima parte. Preocupados por este proceso los Nigromantes decidieron
cambiar de ubicación la escuela y la trasladaron a la provincia de Urumaris (las
tierras que hoy en día llamamos Campiña), a un misterioso lugar llamado Punta
Aguja. Pero esto no solucionó nada y las filas de los Nigromantes irían
menguando de forma notable a lo largo de los siglos.
LOS PRIMEROS AÑOS DE AKENAR
Los inicios de Akenar fueron duros pues el enclave elegido por los arcanos
estaba rodeado de pueblos bárbaros y seriamente amenazado por el sur por el
Imperio. Varios fueron los intentos de saqueo por parte de los svardos, primero
los etrones, luego los vardanos e incluso el clan enano de los Kotón que
habitaba lo que llamaban los Colmillos (hoy en día las Columnas de Dios)
atacó la ciudad en el año 66 DS. Los imperiales, que eran una amenaza mucho más
seria, ya habían atacado en el año 12 DS y volvieron a intentarlo taimadamente
en el 51 DS. Los arcanos defendieron Akenar un ataque tras otro y en pocos años
se ganaron una labrada fama como constructores de murallas y fabricantes de
armas y armaduras sin igual.
En el año 70 el Rey Darion acabó su obra llamada el Códice Sagrado, que es el
libro más importante de los sillenitas (los adoradores de Gah) y un compendio de
las enseñanzas de Síllevan, el Hijo de Dios. El Códice Sagrado está dividido en
los Diez Libros: el Libro del Origen (I), el Libro del Arca (II), el Libro de
Salmos (III), el libro de la Justicia (IV), el Libro de los Cantares (V), el
Libro de los Misterios (VI), el Libro de la Nueva (VII), el Libro de los
Vasallos (VIII), el Libro de las Cruzadas (IX) y el Libro del Fin de los Días
(X).
La ciudad iba creciendo paulatinamente. La Fortaleza Negra fue terminada en el
año 85 DS cuando la ciudad contaba con algo más de diez mil habitantes según el
censo de la Iglesia, que había sido creada oficialmente en el 3 DS por San
Gregorio, uno de los clérigos sillenitas llegados en el Arca. El Santo
estableció que a nivel religioso la sociedad se estructuraría de forma
jerárquica: obispos, presbíteros (clérigos), seglares y paganos. Sería San Lucio
el creador de la Inquisición sillenita en el 90 DS. Al explorar unas ruinas
encontradas bajo Akenar se encontró un libro llamado Galdrabók (Libro de la
Magia), un grimorio escrito por el mago Zoroastro con 47 hechizos. El Santo creó
inicialmente la institución para confiscar y vigilar los objetos mágicos que
aparecían ocasionalmente bajo la ciudad aunque no tardó mucho en convertirse en
una institución orientada a combatir la magia negra y brujería.
El Gobernador de la Dracalis Ulterior, Aulus Nepos, visitó el norte de su
provincia en el año 99 DS y fue el primer mandatario imperial en visitar Akenar.
El vilonio se reunió con el Rey Darion I y juntos visitaron las obras de la
Catedral de San Gregorio, a medio construir. El motivo real de la visita de
Aulus Nepos era valorar si los arcanos y la propia ciudad eran valiosos como
para justificar el armar un ejército imperial y conquistarla de una vez o si,
por el contrario, no merecían el esfuerzo y por tanto se podía firmar con ellos
alguna alianza estratégica que aliviase la frontera norteña y así poder
olvidarse de ellos. Optó por lo segundo y, al regresar a su fortaleza en Avignac,
escribió al Emperador:
"Altísimo. Tras mi exhaustivo viaje por el norte de la Dracalis Ulterior y mi
visita a la ciudad de Akenar, no encuentro justificación alguna para las
palabras de vuestro Oráculo. Se trata de un lamentable estercolero irrelevante,
angosto, maloliente, de casas mal construidas y poblado por gentes bárbaras y
simples. Los arcanos son pocos, austeros y simples, su única virtud consiste en
la tozudez"
Por tanto, en el año 103 DS el Imperio Vilonio y el Reino de Akenar pactaron una
alianza o feodum (que será de cierta importancia siglos más tarde). Según
la Crónica Vilonia (pues los archivos arcanos se perdieron en un incencio) el
Imperio se comprometió a considerar a los arcanos como aliados y por tanto
exentos de pagar el conocido Diezmo (que el Imperio exigía a muchos vecinos como
compensación por no conquistarlos) a cambio de que los caballeros y soldados de
Akenar defendiesen la mermada frontera norteña de los ataques svardos.
Pocos años después, en el año 119 DS, el reino tuvo la oportunidad de cumplir su
parte del pacto cuando una fuerte rebelión de esclavos -liderada por un tal
Pucro- estalló en la provincia imperial de Bestalia, al este de Akenar. La
mismísima Pretora Vilelia Sabina fue asesinada en una visita a unas termas y fue
su sucesora, la Pretora Valeria Galba, la que pidió ayuda al Emperador Livio
Aelio. Ante la peligrosa demora de una leva en la Dracalis Citerior los
generales imperiales, azuzados por los movimientos políticos de la familia
Galba, solicitaron ayuda al Rey de Akenar. El Rey Darion, con un ejército de 300
caballeros, 1000 arqueros y 2000 soldados de a pie, sofocó la rebelión entre los
años 120 y 122 DS. Pucro fue enviado a Nevesy cargado de cadenas y no sabemos
-las Crónicas no lo mencionan- qué suerte corrió. Este evento da cuenta del
modesto tamaño del ejército de Akenar pero también de una importante capacidad
de guerra. Es también la primera vez que el Caballero Verde sale en una crónica
llevando su legendaria armadura (con la que no podía ser herido), pues era uno
de los paladines del Rey.
En el año arcano 142 DS murió Darion I. No le sucedieron sus hijas, sino el que
había sido Senescal, Balthazar el manco, que trató de saltarse sus propias leyes
en juicios y beneficiando a sus seguidores más leales. A esto se opusieron los
clérigos sillenitas, y el rey Balthazar masacró a treinta de ellos, lo cual le
costó la vida a manos de San Jerome, su hijo. El Rey San Jerome, desde el año
145 DS, reformó la Iglesia y extendió enormemente las tierras vasallas de Akenar
no sólo mediante la guerra sino con pactos y alianzas con los pueblos svardos
vecinos. A la altura del 190 DS las tropas de Gah ayudaron al Emperador Licino
Aelio en su guerra contra el usurpador Tito Probo. La guerra fue muy sangrienta
y sólo la intervención de Akenar salvó el trono del Emperador de modo que al
término de la contienda todo el norte de la provincia Dracalis Ulterior pasó a
ser parte de los territorios arcanos. Casi simultáneamente, en el norte San
Jerome dominó a las Trece Tribus. Poco después Akenar invadió a una coalición de
svardos que dos décadas atrás, al oeste del lago Aark, habían conquistado las
provincias imperiales de Gladius y Áquila. A pesar de que los cronistas del
siglo II se esmeran en maximizar las glorias del ejército arcano en esta
contienda denominada Guerra de Áquila, es indudable el papel que tuvo lugar en
la misma el que era Consejero Real, el mago Rary (apodado "el traidor",
aunque no se registró el motivo). La Iglesia, y en especial la Inquisición,
siempre puso gran empeño en ocultar cualquier logro de las artes mágicas y
prefieren mencionar la voluntad de Gah en las victorias. Encontré sin embargo un
pergamino de runas svardas que copio aquí literalmente:
"Entonces aqueste Rey mandose a parlamentar con los grandes Slesvig y Hagga
Oncededos a las afueras de questa vila de Nedhia efrente sus grandes murallas.
Apenas vinieran coel rei seiscentas almas con fierro y Slesvig riose dellos mas
Hagga díjole que fuese prudente pois connel rei viniera un omme misterioso al
que dicían el Traidor. Falaron los qatro y no encontraron acuerdo posible.
Volvieron los svardos a la seguridade de Nedhia mais no era tanta pues según
entraron escuchose un ruido como un hueso de gigante roto e las portas vinieron
abaixo e muitas piedras y entonces seiscientos ferros ya no fueron poocos"
De una forma u otra, el reino de Akenar se fue expandiendo de forma paulatina.
LA RUPTURA DEL IMPERIO VILONIO
Los tresios, conquistados y dominados por los vilonios
desde hacía casi medio milenio, habían protagonizado numerosos levantamientos a
lo largo de esos siglos. A pesar de que los cronistas de la Isla de los Palacios
se esmeran en teñir tales revueltas de amor patrio, la realidad de los registros
es que casi todas habían tenido que ver con protestas por nuevos impuestos
imperiales o rebeliones locales debido a corruptelas políticas. Ni uno solo de
los episodios violentos en Tresia antes del siglo II DS tuvo que ver con ninguna
intención separatista. De hecho incluso la que llevó a ello tampoco estuvo
dirigida por los teócratas que, tiempo después, ostentarían el mando en la isla.
El instigador inicial fue el general vilonio Aymar Faelar, primo segundo del
Emperador. Tras meses de erosión política y sobornos, la isla se rebeló contra
el Imperio en otoño del año 149 DS proclamando al Rey Aymar como Señor de Tresia.
Era de esperar una respuesta imperial. En Vilonia se empezó a preparar una flota
para sofocar la rebelión. La fuerza habría de estar lista para el año siguiente,
el 150 DS. Temiendo esta respuesta el Rey Aymar intentó afianzar la lealtad de
los tresios ante lo que se avecinaba y para tal efecto reinstauró los antiguos
cultos y las costumbres prohibidas. Está claro que el nuevo monarca no midió
correctamente los riesgos que entrañaba esa decisión ni había meditado con
cautela los motivos que siglos atrás habían motivado las prohibiciones. Quiso la
fortuna que una gran tormenta en el Mar de Sargos acabase con la poderosa flota
vilonia enviada desde Haldheim, Rigus, Ilkamar, Wesius y Urdum para retomar la
provincia insurrecta de Tresina. Esto fue interpretado por los sacerdotes
tresios como una señal de su Único Dios, Atros: se había cumplido la profecía de
que una Voz Divina marcaría el principio de una nueva era para ellos como Pueblo
Elegido. Librado, al menos temporalmente, de los ejércitos imperiales, el Rey
Aymar y su corte de vilonios quizás pensó que había zafado las amenazas sobre su
Corona sin percibir que su sino acababa de sellarse: días después del descalabro
marino imperial, una multitud de sacerdotes de Atros irrumpió en el palacio del
Rey, cuchillos en mano, y mató a todo vilonio que encontró. Por supuesto el Rey
Aymar fue de los primeros en perecer. Sólo escaparon un puñado de cortesanos,
algún Nigromante y la Princesa Imra, hija del monarca.
La Princesa Imra viajó en barco a la provincia de Everonia donde encontraría un
enorme número de simpatizantes y allegados, cansados de Emperadores que jamás
pisaban aquellos lares, políticas lejanas y altos impuestos. En el año 155 DS
todas las provincias de la región vúlpara se separaron del Imperio Vilonio. En
abril de ese año la Everonia, Islaica, Vúlpara Acai, Pirea, Laesia, Daemos,
Mesalia, Agonesa, Lacustrana y Lyria formaron el que se dio en llamar Nuevo
Imperio. Gondomar, sin embargo, se separó oficialmente del Imperio tres años
después tras el llamado Episodio de los Emisarios (en el que el jefe de los
enviados del Nuevo Imperio, Ragaalis, raptó a la sacerdotisa de Corelion de
Gondomar, Adrial Se-Ahnara, lo cual dio fruto a innumerables epopeyas).
Finalmente Gondomar no se sumó al Nuevo Imperio sino que decidiría permanecer
como República. Entretanto, en la ciudad de Everonia se coronó la Basilea Imra
(es como se dice "monarca" en idioma ilko). Fue el inicio de la Ruptura, que
aunque en los textos del Nuevo Imperio pareció algo inmediato, otros indicios
documentales desvelan que en algunos lugares tardaría en consumarse el resto del
siglo II DS. En teoría las provincias vilonias de Ankay Lejana, Ankay
Proconsular, Aritana y Talionaica seguían perteneciendo al Imperio de Vilonia
pero la realidad fue bien distinta pues el contacto era inexistente, la
administración imperial se derrumbó y cierto número de ciudades-estado
comenzaron a competir entre si por el dominio de los territorios norteños del
continente de Ankay. Fue un período caótico de luchas y señores de la guerra que
se prolongaría por un siglo.
Tras la Ruptura, ambos imperios estaban oficialmente enfrentados pero no existía
capacidad militar por ninguno de los dos lados para consumar una guerra aunque
eso no evitó un episodio extraordinario en el año 202 DS, la sangrienta toma de
Radagar por parte del Nigromante Nylian y un pequeño ejército de mercenarios al
servicio del Imperio. Tras eso, en tiempos del Basileo Sildar II, nieto de la
Basilea Imra, la Ruptura fue completa.
En Tresia se había instaurado la Teocracia de Atros, Dios del Mar y del
Comercio, posiblemente conocido en otros lugares con el nombre pagano de
Fharlanghn o Ioun, en los textos más ancestrales.
La Ruptura no significó la paz en el Nuevo Imperio, los basileus Sildar III y
Sildar IV, se pasaron la mayor parte de sus mandatos combatiendo la piratería de
Sarkai (ésta jamás había sucumbido bajo el poder vilonio) y en guerras puramente
comerciales con Tresia. El Emperador Sindar IV murió traicionado en su Corte en
el año 333 DS, a manos de un asesino presuntamente pagado por los tresios, lo
que hizo que su descendiente, Sindar V, jurase hundir todos los barcos de la
Isla de los Palacios que surcasen los mares del Nuevo Imperio. Muchos estudiosos
de la Historia llaman a esto Guerra de los Piratas, que sacudió el Mar de Sargos
durante todo el siglo IV y que no sólo enfrentó a los navíos tresios y del Nuevo
Imperio, sino a todas las ciudades libres, orcos del mar, kernios y mercenarios
del oeste de los Mares Tranquilos con la única excepción de Gondomar. En esta
guerra naval los navegantes tresios e ilkos demostraron su enorme habilidad como
marinos y el Mar de la Niebla jugó un papel crucial como escudo defensor de la
Isla de Tresia, que aparte de sus barcos apenas contaba con murallas o castillos
en el interior de la isla. Fueron años turbios y peligrosos, se trata de los
tiempos de la capitana Keya, de la compañía mercenaria de los Unae (que cambió
de bandos hasta siete veces), de las narraciones del cronista Utarco y de las
sonadas batallas de Mira, Salsana, Mesalia y Corenya.
La guerra y el botín atrajeron a numerosos mercenarios de todas partes y algunas
consecuencias fueron mucho peores de lo que el propio Sindar V o sus hechiceros
habían previsto: en las tierras de Ala’i, que después de varios siglos de paz
había caído nuevamente en un conflicto civil, tras la muerte del Califa de
Mirra, surgió con fuerza una facción muyadim, de guerreros del desierto y
piratas de barcos de velas triangulares. Los muyadim barrieron en pocos
años todas las viejas provincias vilonias del Ankay, desde este a oeste y
expulsaron a todos los vilonios y vúlparos de toda la costa hasta Kernia, donde
los alinos intentarían invadir las tierras más fértiles del Reino de las
Estirpes (que es como se autodenominaba Kernia). La batalla decisiva se produjo
en el año 377 DS cuando el Rey Orkrist Doshachas aplastó a los alinos en
el Paso de Huum. El monarca kernio obtuvo una victoria totalmente desmesurada
según las fuentes de la época, lo que hace dudar de la veracidad de los números.
Todos los registros (incluso los alinos) coinciden en que el Rey kernio llevaba
consigo las Dos Espadas de Sangre, según la leyenda dos armas mágicas bendecidas
por Assur.
A pesar de la formidable derrota de los alinos en el oeste, sus barcos
realizaron ataques por toda vúlpara. En un primer momento los generales del
Nuevo Imperio se temieron una gran alianza contra ellos, entre Tresia y Ala'i
pero la quema de parte de la flota tresia dispuesta en Agon a manos del pirata
alino Silomé disolvió estas dudas. Por si fuera poco, la Isla Prometida (como
los tresios llaman a su tierra) sufrió un breve conato de invasión a manos del
Califa Mohamed al-Yasarii, que murió misteriosamente en la razzia en el año
380DS. Tras este suceso, la facción muyadim, más interesada en
asentar su poder en el oeste de Ala’i que en la propia Mirra, fundó el Califato
de Libah en los antiguos territorios de la provincia de Ankay Proconsular. A
pesar del fracaso de la invasión, el sur de Tresia estaba terriblemente
amenazado de modo que la Teocracia de Atros
decidió poner fin al conflicto con el Nuevo Imperio mediante el pago de un
formidable tesoro al Basileus Sindar V, que incluía algunos objetos mágicos de
cierto renombre como la Copa de Cristal Verde, la Espada de Vorpal
y la Baraja de las Doce Cabezas. El Basileus también pidió cien zelotas
rehenes que, con los años, se convertirían en la guardia personal de élite del
Basileus conocida como la Guardia Tresia. La paz se firmó en el año 390 DS.
LOS SIGLOS OSCUROS DE AKENAR
Existe cierto vacío histórico a finales del siglo II DS en lo que se refiere a
la documentación escrita acerca de la ciudad de Akenar. No sólo los incendios
fueron mermando paulatinamente los datos sobre esta época sino también los
pérfidos insectos de la polilla y el zurrel, cuya presencia desapercibida puede
resultar en la destrucción total de enormes cantidades de pergamino en un
archivo privado o una biblioteca mal atendida. En tales casos me he visto
obligado a consultar referencias de otro tipo, ya sea la lectura indirecta de
objetos materiales como pinturas, esculturas, tapices e incluso monedas, como
fuentes orales, es decir, los relatos de los pocos elfos de la Bóveda que
estaban vivos en aquel entonces -son muy escasos los que alcanzan los 800 años y
se cuentan con los dedos de media mano los milenarios- así como algunas
confirmaciones del mago Rary "el Traidor" y su hijo Asmund, ambos dotados del
extrañísimo don de la Larga Vida.
Así, cotejando, he descubierto que en varias líneas genealógicas arcanas se
registran
nombres de reyes que no llegaron realmente a existir o personajes duplicados o
monarcas cuyos años de reinado no coinciden en distintas fuentes y un galimatías
sin orden ni concierto. Por mencionar dos o tres ejemplos del este caos: a pesar
de mis dudas iniciales, puedo afirmar que sí existió el mítico Rey Teodoro el
Blanco, del cual se dice que curaba la lepra con su mera presencia, pues el propio Rary
le sirvió y encontré en una cámara de un banco enano un arcón de monedas con la
inscripción RTA, que imagino que se refiere al "Rex Theodorus Albae" de uno de
los Tres Sellos Reales; no existió nunca el Rey Preste ni su consejero gnoling
Gildo de Garvil; si bien se mencionan con avidez en numerosas canciones y
chascarrillos populares, ambos fueron posiblemente inventados por el trovador
Lambeth d'Galiac en su famosos Cuentos de Cambia. Y si, la Dama Avice de los
cantares fue la heredera del Caballero Verde; estoy seguro de su existencia pues
encontré su tumba en unas ruinas en un subterráneo de Halcóngris.
Podría afirmarse que principios del siglo III DS el Imperio Vilonio utilizaba al
Reino de Akenar como muro de contención de todos aquellos pueblos norteños
svardos que habían representado una amenaza en las décadas pasadas. Bajo el
reinado del Rey Eadred el Martir y la Reina Ethwyn II, los arcanos enviaron
emisarios al reino svardo de Atria en el año 231 DS. Aquel había sido fundado
por Trevor el Errante, con la ayuda de las sacerdotisas adoradoras del Sol,
divinidad a la que daban el nombre de Pelor. El nombre "pel" proviene de la suma
de las runas svardas "pa" (fuego) y "el" (aire); de modo que pelor más que un
nombre es un significado: "aquel que habita en el sol". Los clanes y tribus svardas se habían unido en aquel reino que, a pesar de ser joven estaba poblado
por gentes vigorosas, contaba con tierras húmedas pero muy fértiles y una fuerte
alianza con el Reino Faérico de Yvonesse que les proporcionaba grandes
tranquilidades en el oeste. En aquellos tiempos reinaba Matilda la Sabia, la
cual se dice hablaba numerosos idiomas aparte del svardo, incluidos no sólo
vilonio y común sino también orco y élfico. Los emisarios arcanos querían
conseguir permisos de pastoreo en los alrededores de Fuerte del Sol, el castillo
atrio más sureño que cerraba el acceso a los valles de los ríos Carmo y Enda.
Las fuentes atrias indican que el permiso fue concedido pero las crónicas
arcanas dicen los contrario. Al año siguiente, el 232 DS, una pequeña alianza de
señores feudales arcanos comandados por la legendaria Condesa de Malahute, Lady
Magred, atacó por sorpresa Fuerte del Sol y lo tomó a sangre y fuego. Dicho
asalto se inmortalizó por los trovadores arcanos en la famosa Oda de Malahute.
Siglos después las ruinas de Fuerte del Sol acabarían siendo reconstruidas y son
los cimientos del que hoy en día llamamos Castillo de la Tabla.
La caída de la fortaleza atria fue el principio de una larga contienda que
empezó así, con ataques ocasionales de un lado del río al otro; eso dio paso a
incursiones de castigo por parte de nobles de ambos reinos. En el año 239 DS la
ciudad arcana de Escávalon fue quemada y saqueada por jinetes atrios, un año
después el Rey Eadred el Martir reunió un ejército y marchó al norte saqueando
Pinea como represalia y ya a esas alturas se podía hablar de guerra que alcanzó
su punto más recordado cuando su produjo la famosa Primera Batalla de Quebrada en el año
244 DS en la que murió la Reina de Akenar Ethwyn II en un contraataque. Entonces el Rey Eadred el Martir perdió el juicio y realizó una carga de
caballería descabellada contra el frente del ejército atrio liderado por la
Reina Matilda la Sabia; el monarca fue capturado y murió aquella noche debido a
las graves heridas recibidas; se cuenta que se negó a recibir ningún tipo de
curación por parte de las sacerdotisas de Pelor (de ahí su sobrenombre). A pesar
del duro varapalo recibido por Akenar, el sucesor y primo de la fallecida reina,
Marcel II, continuó la guerra entre ambos territorios con sucesivas campañas que
culminaron en la llamada Traición de las Lanzas, en el año 286 DS, donde el Rey
Marcel II se reunió para hablar de la paz con la mayor parte del culto solar
atrio en una antigua atalaya enana en las cercanías de Trois. Numerosos
caballeros arcanos emboscaron y dieron muerte a la mayor parte de las
sacerdotisas de Pelor. La reina atria de aquel entonces Delaida II (nieta de la
reina Matilda pero sin la legendaria perspicacia de su abuela) consiguió huir
con vida. En los meses siguientes, a pesar de la tenaz resistencia en algunos
castillos, el reino de Atria acabó por ser derrotado, sus ciudades fueron
conquistadas, la monarca enviada a Akenar como rehén junto con dos docenas de
hijos e hijas nobles, sus tierras repartidas y su señorío sostenido bajo régimen
feudal tributando directamente al Rey Marcel II de Akenar cuya primera orden al
entrar en Tréveris fue la de demoler el Templo de Pelor y erigir sobre él la
Catedral de Eadred el Martir. Aunque el disfrute le duró poco pues apenas
un año después el Rey murió tontamente ahogado en uno de los fosos de agua que
rodean la Fortaleza Negra.
Las tierras que hoy conocemos como la La Campiña eran
conocidos como Bestalia en tiempos del Imperio Vilonio. En el año 247 DS el
pueblo svardo de los lecios había invadido el territorio, llegados por mar desde
las islas de Skai. El Imperio había sido incapaz de hacer frente a la situación
y había pedido ayuda a Akenar pero éste se encontraba en su propio conflicto con
Atria por lo que la provincia se derrumbó. Los bárbaros svardos crearon entonces
el Reino de Lecia, cuya capital estaba situada en la ciudad fortaleza de Wylham.
También los lecios fundaron dos o tres reinos menores, como el Señorío de
Camberlaar y el Reino de Gall. Y ya a la altura del año 270 DS los tres
territorios peleaban entre si por dominar la región, o al menos hasta que la
dama Ingrid, hija del enfermo y anciano rey de Lecia, Godón II, viajó a Akenar
para intentar una alianza con Marcel II "el Engañador". A pesar de la
edad de la dama Ingrid (que se acercaba a la treintena cuando ocurrieron estos
hechos) el rey arcano, cuya situación estaba en entredicho por no contar con
descendencia, aceptó. Así pues el Reino de Mecia y Akenar fueron uno bajo el
reinado del primogénito de ambos, Marcel III el Ilustrado, que subió al trono en
el 287 DS con apenas quince años; durante su breve reinado también consiguió
anexionarse el resto de territorios lecios, Camberlaar bajo amenaza militar y
Gall con la construcción de un monasterio sillenita que consiguió convertir a
muchos en la ciudad debido a ciertos milagros (de credibilidad ambigua); de
hecho la ciudad cambió su nombre a Saint Gall. Los arcanos empezaron en aquellos
tiempos a llamar "Campiña" a todas las llanuras verdes que se extendían al este
del río Guyón.
El Imperio Vilonio en varias ocasiones reclamó las tierras que el viejo Godón II
le había arrebatado medio siglo atrás pero el Rey Marcel III reunió a numerosos
letrados eclesiásticos versados en Derecho Vilonio para contrarrestar legalmente
aquellas peticiones. Incluso llegó a declinar una invitación formal para
presentarse en Nevesy en el año 292 DS. El rey arcano murió en una emboscada de
orcos mientras regresaba a Akenar desde Tréveris, en el año 294 DS. Heredó el
trono su hijo Elgar que contaba con tan sólo 3 años. La Reina Madre Ingrid
nombró Senescal del Reino a una militar de origen arquitano, Guillermina de Bulé.
Se trataba de una mujer experimentada y capaz que años atrás había combatido en
las filas del Imperio Vilonio. La costa del Mar Ilko, bajo control imperial,
atravesaba un período de gran incertidumbre debido al episodio del Nigromante
Didio Aetius, un hechicero vilonio de gran poder que mató a muchas gentes en las
provincias costeras de Carpina y Arquitania. Con la excusa de buscar al Avatar
Renacido, una leyenda vilonia que decía que un señor de los infiernos nacería
bajo determinada combinación astrológica, la provincias vivieron varios años de
terror a los que hubo que añadir la gran peste del año 295 DS que mató a un
tercio de los habitantes. Cuando el año 296 DS la Senescal sitió la ciudad de
Carpina, el casus belli de Akenar fue detener la locura de Didio Aetius
que antes de morir mató a una gran cantidad de caballeros y clérigos sillenitas.
Guillermina de Bulé se manejó con habilidad con los emisarios vilonios y contra
todo pronóstico mantuvo el control de la plaza consiguiendo así la primera
salida directa al mar Ilko del Reino de Akenar.
Poco después Elgar fue coronado Rey de Akenar y se iniciaron las obras de la
catedral de San Darion. El Imperio de Vilonia, a pesar de las tensiones
generadas por la toma de Carpina, envió emisarios para invitar al Rey Elgar a la
coronación del Emperador Offa, en el año 310 DS. Por supuesto, el Imperio de
Oriente, que poseía gran parte de la franja costera de todo el Mar Ilko, no veía
con buenos ojos los avances arcanos en el litorial. Todo esto lo sabía el
Emperador, que aunque era más joven que el rey arcano, era un dirigente mucho
más hábil. En los dos encuentros que tuvieron el Rey de Akenar y el Emperador se
firmaron pactos, ambos perjudiciales para Akenar. El Rey accedió a pagar un
Diezmo al Imperio por salvaguardar su frontera del Sur y preservar Carpina, y en
segunda instancia tuvo que mandar caballeros sillenitas como auxiliares del
ejército vilonio.
El semielfo Offa sobrevivió a varios reyes de Akenar, y a lo largo de todo el
siglo IV DS evitó que el Reino se expandiese, a base de pactos, casamientos y
alguna traición. En el año 390 DS, cuando murió el Emperador Offa, las fronteras
de Akenar seguían como cien años antes.
Este proteccionismo del Imperio Vilonio de Oriente no pasó
desapercibido a todos. En el año 402 DS subió al trono Umberto de Acre, hermano
menor del antiguo rey (que murió sin descendencia). El Rey Umberto, ayudado por
su consejero Dionis, un elfo exiliado de Myrl (nada menos que el primo de los
monarcas elfos Aeryn Myrl y Yania Myrl) retomó la antigua costumbre sillenita de
expandir los territorios. Con la ayuda de su consejero (que al ser elfo
facilitaba mucho el entendimiento) consiguió que el vecino Reino Faérico de
Yvonesse, cuyo monarca ya era Tanis Wym -perduraría al frente por siglos-, se
convirtiese en vasallo de Akenar. Quizás el Rey Tanis prefirió cierto menoscabo
en su honor a cambio de una promesa de paz que Akenar siempre cumplió. Por otro
lado el Rey Umberto reorganizó los territorios y legalizó el hasta entonces
prohibido culto de Pelor, así como otros cultos de dioses paganos que empezaron
a ser permitidos en las fronteras del reino. Convirtió los grandes territorios
de Atria en un Ducado, quizás para intentar sanar antiguas rencillas (aunque la
primera Condesa de Atria fue Lady Adele de Kent, una noble leal al Trono de
ascendencia arcana). Tras eso conquistó las tierras de Lundor en una victoriosa
campaña de doce años de duración. En el año 424 DS, dejó de pagar el Diezmo al
Imperio Vilonio de Oriente, lo que le enfrentó directamente con el Emperador
Offa II y dio comienzo a lo que muchos llaman la Guerra de los Dos Siglos.
LA GUERRA DE LOS DOS SIGLOS
A pesar de lo que narran las crónicas sillenitas, cuando Akenar dejó de pagar el
Diezmo al Imperio Vilonio y la noticia llegó hasta la Corte de Verano en Nevesy,
ni el Emperador Offa II ni sus consejeros le dieron especial importancia. No era
algo muy infrecuente que un territorio bajo un feodum se revelase contra los
pagos en oro, plata y especie y en especial en años malos, como el 424 DS en el
que se había producido muy malas cosechas en todo el sur de Draak. Todo habría
resultado normal si los emisarios enviados por los vilonios al año siguiente
hubiesen regresado de Akenar habiendo negociado algún tipo de reparación o con
algún acuerdo; sin embargo no fue así. Los tres diplomáticos no consiguieron
hacer ceder al Rey Umberto a pesar de las amenazas de guerra. Según las crónicas sillenitas al monarca arcano se le había aparecido una imagen de
“un estandarte
con una cruz y una voz celestial le había prometido la victoria si se enfrentaba
al Imperio Vilonio” ; así, guiado por su fervor religioso y sus visiones, el Rey
despachó la vía pacífica que proponía el Imperio. Tras estudiar los documentos
de las reservas de grano, el precio del pan y los recursos con los que contaba
el reino de Akenar, es posible aventurar la hipótesis de que el Rey simplemente
no tuviese con qué afrontar el Diezmo y prefirió la posibilidad de una contienda
en vez de tener que obligar a su pueblo a sufrir unas penurias difíciles de
soportar.
El ejército vilonio, debido a las hambrunas que las provincias imperiales
también habían sufrido, tampoco estaba en condiciones de iniciar una campaña
militar, de modo que el Emperador Offa II declaró la guerra al Reino de Akenar
en el año 426 DS sin que hubiese la menor intención de movilizar un sólo soldado
o caballero. Sin embargo los dos años siguientes resultaron muy buenos y por
tanto aceleraron la recuperación de las provincias y de la potencia militar
imperial; por tanto fue en la primavera del 429 DS cuando el propio Offa II
desembarcó en las tierras del continente. En aquellos tiempos Arquitania era una
de las más prósperas provincias del Imperio de Oriente, y fue allí donde se
iniciaron las levas y donde las legiones empezaron a reunirse.
Al tratarse de dos dominios con amplios territorios la guerra tuvo diversos
escenarios y distintas etapas. La primeras escaramuzas entre arcanos y vilonios
se produjeron en el sur, en las cercanías de la ciudad de Hanor, que se
encontraba bajo la influencia arcana desde algún tiempo atrás aunque
tradicionalmente había sido un importante puerto imperial que controlaba la
salida del río Dor. En el año 435 el general vilonio Druso Óptimo asaltó y tomó
Hanor tras cinco años de asedio y todas las posesiones de Akenar en la costa del
Mar Ilko fueron retomadas por los vilonios. Tras eso, todo el sur del Reino de
Akenar fue atacado en castillos y burgos. En el norte la provincia imperial de Gaecia lindaba con el Ducado de Atria,
donde el Duque Bertrand armó un ejército con una notable participación de
arqueros elfos de Yvonesse. A pesar de eso sufrieron una importante derrota en
la batalla de Echester en el año 436 DS entre otras cosas por el genio militar de
la Censora Amida Glaca y las dos clientes nigromantes, las Hermanas Tovare.
Ciertamente la primera victoria arcana se produjo lejos de Akenar, al oeste de
las Marcas Alures, donde en el año 439 DS un ejército vilonio compuesto por
lanceros humanos y un importante destacamento de ballesteros enanos avanzaba en
dirección norte por un territorio de colinas suaves muy desventajoso para las
tropas enanas. Los vilonios intentaban aprovechar la delicada situación en la
que había quedado sumido el Reino de Akenar y asestar un golpe por cada punto
cardinal posible. Sin embargo los enanos, y sobre todo el líder de estos, Gront
du Gank, tuvo una fuerte discusión con el General vilonio Praco Julo debido a
diferencias de opinión sobre el terreno a elegir y se negó a seguir sus órdenes
incluso cuando los exploradores alertaron de la cercanía de un contingente de
caballería arcana que había realizado una incursión. La batalla que se produjo
fue más vergonzosa que sangrienta y la actitud de Sire Owain el Dulce, un
paladín sillenita que estaba al mando, sería determinante muchos años después:
el joven caballero capturó a muchos prisioneros pero todos fueron respetados y
mantenidos en cautividad en la lejana Gaelot. A cambio de ellos se pidió un
rescate en mithril que las familias enanas pagaron gustosamente pocos años
después a cambio de sus guerreros.
El Rey Umberto, famoso por su carácter decidido y agobiado por las derrotas en
norte y sur, intentó entonces un sorprendente ataque directamente contra la isla
de Vilonia, seguramente intentando alcanzar las ciudades de Haldheim o Nevesy.
Partió con una flota desde la ciudad de Wessex y desembarcó con un pequeño
ejército al oeste de Vilonia, pero un Oráculo imperial predijo aquel movimiento
y fue derrotado y capturado por uno de los lugartenientes de Offa II, Severo de
Haldheim, en la batalla de Ilva, en el año 437 DS. Entretanto, el Emperador
continuó con su avance en el sur de Draak.
En Akenar, el Consejero del Rey Umberto, el elfo Dionis (que fue santificado
años después de su muerte, en esta época se le trataba con el título de Prelado
Real) se apresuró a preparar las defensas. Se hizo una leva especial por todo el
Reino y se presentó batalla en las cercanías del río Dor, en la que se conoce
como Batalla del Río, en el año 440 DS, en la que se enfrentaron ocho mil
caballeros, soldados, lanzas y arqueros arcanos contra -según dicen- una fuerza
diez veces superior. De haberla ganado, ésta seguramente habría sido sido la
batalla decisiva para los vilonios en aquella guerra pero en cambio se convirtió
en la primera ocasión que la Orden de Magia prestó ayuda al elfo Dionis en
batalla, a cambio de una indulgencia vitalicia permanente para todos los magos
de dicha Orden en las tierras de Akenar, que hasta aquel entonces eran
perseguidos por la Inquisición como todos los demás. Dicho trato llevó a la
victoria al ejército sillenita, con el añadido inesperado de la captura del
mismísimo Emperador Offa II, lo que garantizó unos años de tregua mientras se
planeaba un intercambio de monarcas y se esfumaban los sueños vilonios de una
victoria rápida y sencilla.
Pasaron unos años de incertidumbre pero ésta se disipó con rapidez en el año 449
cuando empezaron a avistarse barcos de velas cuadradas en las costas levantinas
de Draak por el Mar de Vith y el Mar de Oniss. A lo largo de medio siglo las
costas de Gaecia, el Ducado de Campiña, la Drácalis Citerior e incluso las
propia Cirannia y Vilonia sufrieron salvajes ataques de los saqueadores humos
que bajaban huyendo del los inviernos fríos que se produjeron en Hummark en el
siglo V. Las provincias imperiales lejanas del norte, Humeria y Árgamo se
perdieron para siempre, aunque nunca habían estado bajo un control muy efectivo
y se trataba más de emplazamientos comerciales que de verdaderas conquistas. En
el sur, allí donde atacaban los bárbaros se olvidaba la guerra entre Vilonia y
Akenar pues sembraban el caos y la destrucción por igual. Al ser adoradores de
dioses sangrientos, realizaban matanzas masivas y dejaban un rastro costero de
muerte y destrucción. Fueron, por ejemplo, responsables de la quema de Artoin y
el saqueo de Wilham. La fortaleza vilonia de Dumswich sufrió durante estos años
decenas de intentos de asedio pero jamás fue tomada.
A pesar del enemigo externo, la Guerra de los Dos Siglos tuvo un nuevo episodio
en el año 459 DS pues la naturaleza humana del Rey Umberto hizo que muriese
estando prisionero en Vilonia. Poco antes Offa II había sido liberado a cambio
de un pago en oro espectacular para el que muchos templos de Corelion del
Imperio tuvieron que diezmar sus tesoros a lo largo del Mar Ilko. El monarca
juró no llevar armadura nunca más contra tropas de Akenar (entendido como que
nunca realizaría actos de guerra contra el Reino) pero según fue liberado
regresó a Haldheim y preparó su regreso levantando un ejército de proporciones
muy notables. Eso si, en lo poco que le quedó de vida cumplió su palabra y el
Emperador jamás volvió a ponerse una malla o coraza.
Subió al trono de Akenar el monarca Lothario el Temido que según escuchó las nuevas
llegadas del Imperio se preparó para continuar la guerra. El Rey fue tristemente
célebre en aquellos tiempos por no conceder cuartel a casi ningún enemigo, lo
cual recrudeció las luchas en el sur del Reino. En el año 462 DS se enfrentó y
derrotó a Offa II en la Batalla del Puente, con la que Akenar consiguió hacerse
con Avignac, la fortaleza más importante de Arquitania. A pesar de la victoria
arcana los nigromantes vilonios causaron bajas muy serias en el ejército de
Lothario el Temido. Todo hacía pensar que habría que esperar un par de décadas para que
la guerra prosiguiera pero el Rey, acompañado sólo de una tropa de caballeros
arcanos y los famosos magos Rary y su aprendiz Tenser, realizó una incursión por
sorpresa en el año 466 DS en la que tomó la ciudadela de Rui y mató al propio
Emperador Offa II, lo cual se celebró en Akenar como si la guerra hubiese
llegado a su fin.
Desgraciadamente nadie había pensado en la Princesa vilonia Aelene, única
heredera, que se encontraba en Gaecia repeliendo a los bárbaros humos cuando su
padre murió (según se dice a manos del muchacho Tenser). Ella fue coronada
Emperatriz Aelene III el día de Añonuevo del año 466 DS y tras esperar los Trece
Días de luto, se fue acompañada de su escudera Beala a unas viejas ruinas no muy
lejos de Dumswich. Se cuenta que allí encontró la espada mágica "Almith",
forjada en tiempos de Antigua. También se cuenta que encontró un gran tesoro y
con él levantó un poderoso ejército no sólo de vilonios sino contratando
numerosos mercenarios svardos e incluso humos. Hasta se dice que sus tropas
contaban con trolls de batalla. De modo que mientras aún la cabeza del Emperador
Offa II pendía sobre una lanza sobre los muros de Rui, la Emperatriz Aelene III
avanzó desde el norte conquistando todo lo que encontraba a su paso en Atria.
La nueva de la amenaza le llegó a Lothario el Temido estando en el sur y en
contra de los consejos del elfo Dionis, éste envió a su mago Rary para que
ayudase al hijo de la Duquesa de Atria a contener a Aelene III. El caballero se
llamaba Sire Geoffroi de Charny y su madre Lady Christine se encontraba en el
lecho de muerte (por extrema vejez), lo cual le puso al mando de los ejércitos
norteños de Akenar y una gran tropa de arqueros elfos.
El símbolo de la Emperatriz era un Águila Dorada y por eso la batalla más
importante que tuvo lugar en aquellas tierras se llamó Batalla del Águila en el
467 DS, donde Aelene III destrozó al ejército arcano liderado por Sire Geoffroi
(que murió en la refriega), causó importantes bajas entre los elfos arqueros y
capturó al mago Rary, que estaría prisionero en Nevesy hasta el fin de la
guerra, en la que hoy en día llaman Torre del Anciano. Tras el desastre militar
todo el norte del Reino se encontraba indefenso ante la Emperatriz y las
conquistas vilonias fueron muchas.
A estas preocupaciones se añadió otro fracaso arcano en el oeste pocos años
después, en el 475 DS. Por órdenes de Aelene III el general vilonio Pucio Draco
realizó un ataque sobre la Marcas Alures desde Irelia. Las tropas arcanas,
compuestas en gran parte por arqueros alures, intentaron cerrar el paso al
ejército vilonio en el desfiladero al norte de Kayholt. Sin embargo las tropas
enanas con las que contaba Pucio Draco eran expertos montañeros y acabaron
desbaratando la emboscada y muchos arcanos murieron allí en los despeñaderos. El
fiasco fue tran grande que el Imperio Vilonio conquistó todas las tierras del
sur de la Marca y formó la Provincia de Erk que representaría una espina clavada
en la espalda de Akenar hasta el fin de la guerra.
En el año 478 DS se acordó una tregua de doce años entre vilonios y arcanos para
hacer frente a las invasiones de norteños humos. Al año siguiente murió el Rey
Lothario y los Notables de Akenar designaron al consejero elfo Dionis como nuevo
monarca arcano. A pesar de las leyendas sobre el Santo y todos sus éxitos,
cualquier cronista que valore la justicia podrá decir que su reinado estuvo
lleno de problemas y algunos errores importantes, como por ejemplo la Revuelta
de las Hermandades que tuvo que sofocar en el año 485 DS en la que muchos
campesinos del reino se levantaron contra sus Señores liderados por Jules de
Gant, un caballero que había renunciado a sus tierras. Los campesinos llegaron a
saquear el exterior de la ciudad de Akenar y el Monte del Arca y poco les faltó
para tomar la Fortaleza Negra. Jules fue ejecutado ese año por orden del Rey,
pero el elfo bien que se cuidó de emitir un Perdón Real para todos los villanos
involucrados en la Revuelta.
En otro orden de cosas, personalmente creo que una consecuencia imprevista de
las maniobras norteñas de Aelene III fue que muchos mercenarios svardos
regresaron a sus tierras norteñas con historias de grandes saqueos en Atria.
Tales historias se convirtieron en eddas y sagas cantadas por los bardos en los
salones largos de Svardia y acabaron por llegar a oídos del Alto Rey Erik
Hierronegro y sus dos temidos hijos, Figga el Hueso y Rulf-Lampiño. Se trató, a lo
largo de la Historia, de uno de esos breves momentos en el que todos los
norteños obedecían a un mismo monarca. De modo que el Alto Rey, que poco tiempo
atrás había aplastado a los clanes orcos del oeste y los había hecho retroceder
hasta la Montaña de los Trasgos, se interesó entonces por los muchos tesoros de
los monasterios e iglesias y por la gran cantidad de esclavos que había en los
territorios imperiales. Así pues en el año 501 DS atacó la frontera con Vilonia,
lo cual detuvo en seco la guerra entre el Imperio y Akenar en el norte. Las
Marcas Alures, Atria y Gaecia por igual sufrieron saqueos y conquistas svardas y
durante un tercio de siglo esos territorios estuvieron sumidos en el caos y
terror más profundo, al menos hasta la muerte de Erik Hierronegro, cuando sus
hijos se enfrentaron entre sí por el trono del padre y todos los logros el Alto
Rey se los llevó el viento.
Aelene III sabía que se enfrentaba a un oponente sabio y paciente, el Rey
Dionis. Quizás fuese precisamente la condición de elfo la que la Emperatriz supo
aprovechar mejor puesto que el Rey no gustaba de sacrificar hombres en batalla
(por lo que era muy apreciado por sus soldados y caballeros) y prefería la
espera a la acción. Aelene III poseía espías en el Reino de Akenar que la
mantuvieron bien informada, de modo que cuando el Rey Dionis acabó de armar en
Wessex una flota de invasión a Vilonia, la Emperatriz estaba preparada para el
suceso y con una flota ilka mejor dotada que la arcana. Esto era el año 511 DS.
La Emperatriz interceptó la maniobra en las aguas cercanas a la ciudad de Draco
(cuentan que los lugareños pudieron ver la batalla naval desde las murallas) y
hundió la práctica totalidad de navíos arcanos. Por fortuna unos días antes un
augur gitano que navegaba con la flota de Akenar había profetizado el desastre y
la Baronesa M. Kempe (no conocemos su nombre, sólo la inicial) había ordenado
desembarcar el ejército en la costa. De este modo miles de hombres salvaron la
vida en la Batalla Naval del Augur. Tras esa gran victoria en la que tres
cuartos de los barcos de Akenar se perdieron, los vilonios atacaron el propio
puerto de Wessex y no sólo capturaron la ciudad sino que también se embolsaron
todos los impuestos anuales en plata de toda la Campiña (que deberían haber sido
enviados a Akenar meses atrás, pero el trabajo de sabotaje del famoso
delincuente Esteón de Curia, fuente de muchas canciones de ladrones, tuvo su
fruto). La ofensiva imperial no se detuvo ahí, el ejército avanzó y sitió la
ciudad de Saint Gall en el 514 DS, que resistiría por 19 años el asedio.
Desafortunadamente para el Imperio, durante el sitio de Saint Gall las tropas
vilonias sufrieron una fuerte epidemia de cólera y la propia Aelene III murió a
causa de ese mal en el 516 DS . Su hijo Aemir heredaría el Trono Imperial tras
ciertas diferencias en Nevesy sobre quién debía hacerlo (el nuevo Emperador
tenía seis hermanos que murieron durante la famosa Cena Oscura). De hecho se
dice que Aemir era nigromante y adorador secreto del Rey Demonio Oonegith, rumor
que no está totalmente confirmado.
Fuese o no seguidor del Mal, el Emperador Aemir era claramente tenebroso en sus
métodos y representaba todo lo que los arcanos detestaban de sus vecinos
vilonios. Esclavista, amante de los sacrificios y los juegos de arena, el
Emperador no dudaba en usar no-muertos en batalla contra las tropas de Akenar y
Magia Negra si eso le podía dar algún tipo de ventaja. Esto lo demostró al poco
de subir al Trono en el año 519 DS en las tierras de Arquitania. Tras una
sucesión de pequeñas derrotas vilonias, el ejército de Akenar comandado por la
paladina Lady Hilda d'Avegne, Condesa de Rui, fue conducido a una trampa en las
cercanías del Bosquealto. El propio Emperador había preparado la que se dio en
llamar "Emboscada del Nigromante" puesto que miles de esqueletos rodearon al
ejército arcano en una colina y nadie salió con vida. Cuentan que la Condesa
Hilda, rodeada de enemigos, se refugió en un molino y le prendió fuego para que
su cuerpo no fuese poseído y mancillado por la magia negra. Más de cuatro mil
soldados murieron aquella noche.
Si bien el Rey Dionis carecía de la brillantez militar de la Emperatriz Aelene
III o del ansia de sangre del Emperador Aemir, el elfo destacaba sobre todas las
cosas por su talante conciliador. De alguna manera todos a su alrededor le
tenían aprecio y jamás rompía la palabra dada, costase lo que costase. Por eso
el monarca libraba sus batallas en el campo de la diplomacia y no con la espada
y el arco. Al menos no todas.
En el año 521 DS, tras varios años de negociaciones secretas, se produjo la
famosa Rebelión de Marla, en la provincia imperial de Ilkamar. Hasta ese momento
una de las ventajas del Imperio sobre el Reino de Akenar era la capacidad de
mover mercancías, tropas y continuar un comercio activo con Ankay y Vúlpara que
mantenía siempre llenas las arcas imperiales a pesar de la guerra. Por otro lado
Akenar era un Reino exhausto, agostado por las batallas, las hambrunas y las
pestes; era dudoso que pudiese mantener el ritmo bélico por muchos años. El elfo
Rey había previsto aquello y había utilizado los últimos fondos disponibles -se
habían vaciado todos los tesoros de todos los monasterios sillenitas y el Rey
llegó a fundir la Corona de Darion para sacar plata de ella- para sobornar
escandalosamente al Gobernador Gildo Capeto, un ilko que lideraba el Gremio de
Marinos en Ilkamar. El acuerdo con maese Gildo fue que se revelase contra el
Imperio, jurase fidelidad a Akenar, y a cambio el Rey convertiría las islas en
un Principado y tendrían importantes ventajas mercantiles sobre todo el Reino.
Por supuesto no hubo que sobornar sólo al Gobernador sino a todo el Gremio de
Comercio, al los mandos del ejército y a algunos sacerdotes de los Templos. El
Rey Dionis intuyó acertadamente que sin una garantía de respeto de los cultos
tradicionales no existía ninguna posibilidad de acuerdo por lo que unos meses
antes promulgó la Carta Real Via Factum, una Ley de Akenar en la que se
aseguraba la libertad de culto siempre que la Iglesia no encontrase "principios
de oposición fundamental", como por ejemplo la Magia Negra o los sacrificios
humanos.
Como decíamos, en ese año de 521 DS se produjo la mencionada Rebelión de Marla y
eso se tradujo en que el Imperio Vilonio perdió la mitad de la flota. El
comercio imperial sufrió en gran medida y las arcas de Akenar empezaron a
aliviarse debido al trato conseguido. Por contrapartida el Mar Ilko se convirtió
en otro lugar de batalla, proliferaron los piratas y los vilonios de Westus
Urdum intentaron tomar las riendas del comercio marino imperial.
Ese mismo año sucedieron otros dos eventos de gran importancia que fueron la
Batalla de Quebrada y la de Crucis. La primera se produjo en el norte y volvió a
evidenciar los métodos del Emperador Aemir, que antes de enterarse de la
traición de los ilkos decidió dirigir su atención personal al norte pues la
situación era más delicada debido a las invasiones bárbaras, pues el Alto Rey
Erik Hierronegro seguía con su intención de conquistar todo el norte
fuese de quien fuese. De hecho los vilonios intentaron hacer un pacto con el
svardo pero esta vez sin éxito. Es más, varios campeones berserker, a lo largo
de los años, trataron de matar al Emperador, y ésta es una de las cosas que hace
pensar que los hombres de aquellos tiempos realmente estaban convencidos de que
Aemir era un esbirro de Oonegith. En fin, el Emperador había avanzado hacia el
sur y había encontrado oposición en Quebrada, unas tierras con una gran
población gnoling. Una coalición de familias feudales gnolings adoradoras de
Pelor se alió con la señora de Quebrada, la sillenita Lady Clarisa. La batalla
acabó en una masacre y todo el ejército de Akenar fue aniquilado por las
legiones vilonias y sus auxiliares no-muertos, que los superaban 3 a 1... pero
fue precisamente el uso de nigromancia y las noticias del martirio de Lady
Clarisa (un homenaje del Emperador al recuerdo de Rey arcano Eadred el Martir,
muerto intramuros en aquel mismo sitio tres siglos atrás) las que desataron una oleada en el Reino de fervor religioso sillenita,
la Inquisición creció en adeptos y no tardaron en formarse varias órdenes
militares como los Caballeros de Quebrada o la Orden de la Piedra, dedicadas en
cuerpo y alma a combatir la Magia Negra. Desgraciadamente no todo el mundo supo
distinguir unas magias de otras por lo que después de Quebrada muchos zahoríes,
druidas,
curanderos, mujeres sabias y algún que otro mago, sufrieron las iras de los
arcanos de forma injustificada.
La batalla de Crucis que mencioné más arriba fue el intento imperial de asestar
un golpe terrible en el corazón de Akenar. En realidad fue doble porque las
crónicas registran un ataque en la propia Akenar y una batalla en la ciudad de
Crucis. Se habla casi siempre de la batalla porque el ataque pasó desapercibido
para mucha gente: tres navíos fluviales transportaron a siete nigromantes hasta
las colinas cercanas a la ciudad y, por lo que se sabe, intentaron levantar un
ejército siniestro de no-muertos que sembrara el pánico en la Corte y arrasara
la mismísima Fortaleza Negra. Cuenta la leyenda que un escudero llamado Percy,
nacido en el Castillo de la Tabla, acompañaba a su señor Sire Alynore camino a
Arquitania, cuando se encontraron accidentalmente con la incursión vilonia.
Según la Canción de Percy, su señor murió atacando a los hechiceros pero él pudo
esconderse en unas rocas sin ser visto. Rezó y rezó y al atardecer escuchó una
voz que le hablaba, un ánima que había acudido en su ayuda llamada Melusina, que
según la canción era una doncella que había muerto en aquel lugar años atrás y
no quería ser invocada por la nigromancia y por tanto ayudó al chico. Melusina
guió a Percy hasta una cueva donde ella sabía que había una lanza mágica llamada
Solais (aunque otras versiones de la Gesta dicen que era una Espada Celestial,
depende del trovador que lo cante) y luego le guió en la oscuridad hasta el
campamento vilonio donde siendo tan pequeño pudo pasar desapercibido y uno a uno
fue matando a los siete brujos. Gracias a Melusina consiguió escapar. Ese
muchacho, original del Castillo de la Tabla, acabaría siendo uno de los
caballeros más famosos de Akenar, Sire Percy el Justo, paladín del Rey Dionis. Y
muchos años más tarde, cuando el monarca de Akenar Joam I fundase la Orden de la
Tabla, sería en honor a Sire Percy y Melusina.
Volvamos a la batalla de Crucis y ese año de 521 DS. Los reveses de la guerra de
años anteriores habían reducido mucho la capacidad de defensa de Akenar de modo
que fue muy complicado detener el avance del ejército vilonio por el sudeste,
siguiendo el valle del río Guyón y aprovechando éste para facilitar el
abastecimiento. Por tanto no fue una gran sorpresa que la ciudad de Crucis fuese
sitiada en primavera. Sucedió entonces que los exploradores vilonios no habían
calibrado bien los peligros entre habían de enfrentar, entre ellos que habían
dejado a las espaldas la Marca Umbría, que es un condado élfico vasallo de
Akenar. Se decía que los arqueros del lugar era los mejores del Orbe y aunque no
eran muy numerosos los elfos empezaron a hostigar diariamente al ejército
vilonio. No se trataba de ataques frontales sino de pequeños daños, muertes de
vigías, incursiones nocturnas, envenenamiento de aguas, mensajeros perdidos y de
todo un poco. Poco a poco fueron haciendo mella en los sitiadores que hostigaron
con fuerza aldeas y burgos de la región en busca de los arqueros del rey, sin
éxito. Dos meses después de empezar el asedio las tropas vilonias se encontraban
crispadas por la resistencia de las murallas de Crucis y fue entonces cuando la
Condesa, Lady Elvira, usando un pasadizo en la roca cavado por enanos (y cierta
ayuda del mago Tenser) sacó de la ciudad a la mayor parte de los soldados y
caballeros, dejándola casi desprotegida. Una mañana de niebla el ejército de la
condesa se preparó escondido en un bosque vecino y atacó el flanco vilonio. Los
imperiales pensaron que se trataba del ejército del Rey que había acudido en
ayuda -no sabían que el Monarca apenas tenía soldados para defender Akenar- y
que sumado al de la Condesa serían suficientes para aplastarlos contra las
murallas de Crucis, de modo que se retiraron de forma precipitada... lo cual
sobra decir que acabó en un desastre absoluto. La persecución del ejército
vilonio y sus muchas bajas son el motivo principal de la Canción del Arquero y
los versos del Primer Cantar de Doña Elvira. El Segundo Cantar versa de sus
amoríos con el Rey elfo, pero esa es otra historia.
A pesar de esto, recordemos que el Imperio Vilonio se había adueñado de gran
parte de la Campiña. Antes de que los efectos de la Rebelión de Marla se
hiciesen notar en las costas imperiales (y sus arcas), los caballeros vilonios
hicieron valer su superioridad en el este, de modo que en el 525 DS se alzaron
nuevamente con la victoria en la Batalla del Llano, en la que contrarrestaron
una vez más la resistencia de los nobles arcanos. Ese mismo año el Rey Dionis,
tras evaluar la situación del este y temiendo la posible caída de Saint Gall (lo
cual abriría el camino hacia el corazón del Reino) viajó a Yvonesse por segunda
vez en su vida (lo había hecho años atrás en tiempos del Rey Umberto) y pidió en
persona al Rey Vasallo Tanis Wym que enviase con él hasta el último arqueros que
Yvonesse pudiese permitirse; a cambio le hizo llegar al Rey Vasallo un angreal
de Corelion que el Rey Dionis tenía guardado en Akenar y no era otro que la Luna
de Plata, que fue enviada a Iliya no sin ciertos problemas (intentó ser robada).
Dicho objeto tendría importancia muchos siglos después. En fin, que el Rey Dionis había aprendido bien la lección de la
Marca Umbría y se había dado cuenta de que el verdadero punto débil de la
caballería vilonia no era enfrentarse a lanceros sino a arqueros. Armar un
ejército entero le llevó varios años en los que las victorias imperiales se
sucedieron en el este. Hasta año 533 DS, que fue cuando el Rey Dionis marchó a
la Campiña y en Camberlaar, aprovechando los terrenos pantanosos, consiguió una
victoria aplastante sobre el ejército vilonio. Ese momento decisivo provocó el
final del asedio de Saint Gall y dio un respiro necesario al Reino de Akenar,
que además aprovechó varios años malos de razzias bárbaras en las costas de Gaecia para atacar la provincia desde la Campiña y tomar con relativa facilidad
la ciudad amurallada de Cahyn, en el año 544 DS.
Muchos historiadores enanos consideran que el verdadero giro de la Guerra de los
Dos Siglos se dio con el llamado Pacto de Aynea, en el año 545 DS. Muchos
señores enanos de los clanes de las montañas habían recibido con gran disgusto
las noticias de las matanzas perpetradas por el Emperador y se encontraban muy
contrariados por poner sus hachas al servicio del Imperio Vilonio. A eso hubo
que añadir que muchos de esos señores habían participado en la Batalla de los
Campos de Arham, donde su vida había sido perdonada por los arcanos. El propio
Gront du Gank, que hacía sido derrotado cien años antes, intentó restaurar su
honor ayudando a los suyos a alcanzar un trato con el Reino de Akenar que fue
bastante simple. El Rey Dionis debía en primer lugar prestar la ayuda militar
necesaria para que el Pacto fuese un hecho y además reconocer Aynea como un
territorio independiente sobre el que ni él ni sus descendientes tendría ningún
tipo de jurisdicción ni mando ni poder ad eternum. A cambio de eso el linaje
real de Aynea (es decir, la Casa Boktor) pagaría un diezmo cada cinco años a
Akenar mientras mantuviese la corona del Reino Enano y prestaría ayuda militar
en condición de alianza cuando tuviese los medios para hacerlo. Aunque fue una
negociación ardua finalmente se llegó a un acuerdo y se firmó en idénticos
pergaminos mágicos en idioma Común y Enano, uno de los cuales se guarda en la
actualidad en la Escuela Palatina de Akenar (es el único documento bilingüe que
se conoce y el lingüista y adivino Nystul intentó a partir del mismo deducir la
gramática enana, sin conseguirlo).
Tampoco fue algo que sucediese de un día a otro, los arcanos enviaron tropas
para ayudar a los enanos que apoyaban a la Casa Boktor a hacerse con el trono
pero no todos los clanes estaban de acuerdo e incluso surgieron algunos otros
pretendientes a la Corona de Mythril. Algunos bastiones vilonios se resistieron
y podría decirse que ocupó casi una década de conflictos civiles que llegase el
orden a Aynea. Así fue como el Rey Dionis acabó con un aliado importantísimo
para el Imperio Vilonio que a pesar de eso se mantuvo fuerte en los territorios
de Erk.
El Emperador, muy molesto por lo sucedido en Aynea, montó en cólera y planeó su
enésimo ataque sobre Akenar. En esta ocasión eligió atacar por el sur, en el año
551 DS. Su ejército se reunió con grandes problemas en Salé, que estaba
bloqueada por navíos ilkos aliados de Akenar. La tropa vilonia, muy numerosa,
marchó al norte durante varias semanas y encontró por fin oposición a la altura
de Mérilon, una ciudad de construcción vilonia que había sido ocupada por los
arcanos poco tiempo atrás. Enfurecido, el Emperador guió la batalla él mismo y
sus Nigromantes mandaron numerosas plagas a la ciudad que mataron a muchos.
Cuando la ciudad se rindió el Emperador Aemir mandó quemarla y aquello resultó
en la primera destrucción de Mérilon, que no la última. Aparte de caballeros,
soldados y escuderos arcanos, miles de campesinos murieron quemados en la ciudad
y los que huían fueron aseteados por la espalda. Aquello se conoció como la
Masacre de Mérilon y fue la única vez en el reinado de Dionis en el que éste
perdió su temple habitual pues cuando se enteró de la noticia mandó ejecutar a
cien caballeros vilonios que estuviesen prisioneros, y así se hizo en una noche
de dos lunas llenas.
El ansia de sangre de Aemir no se detuvo ahí. Durante años estuvo asestando
golpes en todo el sur de Draak, de los cuales otro importante fue la Batalla de
las Tres Torres, donde volvió a utilizar no-muertos entre sus filas a pesar del
pánico (y daños) que a veces ocasionaban en sus propias tropas. En esa ocasión
los arcanos, a pesar de la derrota, empezaron a utilizar fuego vúlparo contra
los no-muertos y desde aquella ésta empezó a ser una práctica de batalla
habitual para deshacerse de los que llamaban ghuls, unos engendros
indescriptibles comedores de carne pero, sin duda, sensibles al fuego.
Por esa época el Pacto de Aynea ya se había cerrado con fuerza y la Casa Boktor
se encontró en condiciones de formar un ejército enano y mandarlo al este para
reforzar al de Akenar que luchaba por retomar Erk. Los vilonios no sólo se
vieron obligados a retroceder sino que acabaron por rendir la provincia Irelia
al completo ante la imposibilidad de defensa, en el año 560 DS. Sin embargo no
salió todo de forma ideal pues un sirviente leal al Imperio apuñaló al Rey
Bormir de Boktor el mismo día que entró en la ciudad de Irelia. El monarca murió
al instante y pocos días después su joven hijo Umli de Boktor heredó la Corona
de Mythril.
Angustiado por los avances arcanos en el oeste, el Emperador Aemir decidió
volver a apretar desde norte y sur un tiempo con la esperanza de derrotar
finalmente al Rey elfo. No vivió para contarlo pues en plena contienda norteña,
cuando los vilonios acaban de hacer brecha en las murallas de Tréveris y
empezaban a saquear la ciudad, una flecha perdida acertó al Emperador en un ojo
y no hubo magia que le salvase. Se ignora la identidad del arquero pero es un
enigma el cómo pudo sortear los encantamientos que protegían a Aemir de asuntos
tan mundanos -y tan letales- como el que le mató. Sobra decir que las tropas
vilonias se retiraron de Tréveris derrotadas y hoy en día hay un altar en el
lugar donde se encontraba el Último Emperador Vilonio cuando fue alcanzado por
su destino.
Para muchos ese fue el fin de la Guerra de los Dos Siglos. El Imperio Vilonio
jamás volvió a tener Emperador, pero siendo la máquina de guerra que era, aún
tardó muchos años en caer como un gigante.
El primer motivo que evitó que Akenar aprovechase el momento fue la Peste del
Norte, una fortísima epidemia que diezmó a la población del reino de forma
implacable y sin tener en cuenta condición social o riqueza, aunque algunos
privilegiados podían costearse carísimas curas ofrecidas por algunos clérigos
que cobraron fama de santos, entre ellos el propio Rey, del que se decía que
curaba la peste con las manos. Desde el año 570 DS todo el mundo le llamó San
Dionis. A pesar de eso el daño fue importante mucha gente empezó a pensar que se
trataba de una última maldición del no-muerto Aemir, que se reía desde su tumba.
Se calcula que entre los años 570-575 DS la población del Reino se redujo en una
quinta parte.
En el año 577 DS los svardos que habitaban las tierras de Avlon, al oeste de las
Marcas Alures, empezaron a desplazarse hacia los territorios de Akenar y
empezaron a atacar poblados y ciudades arcanas. Se trataba de saqueos y
emboscadas más que de una guerra propiamente dicha pero sus ataques no cesarían
por mucho tiempo, hasta la construcción -casi un siglo después- de un sistema de
atalayas para avistar los ataques. Y mucho después llegaría la construcción del
Muro de Joam, del que hablaremos más adelante.
Desde la muerte del Emperador los vilonios estaban dirigidos por un grupo de
nobles conocido como Senado, y votaban las decisiones. Dicho Senado realizó
varios varios intentos de retomar el control del mar Ilko, de ahí la sonada
Batalla Naval de Osarra, en la que los navíos del Principado derrotaron a la
flota vilonia de Wesius Urdum, en el año 589 DS. Por tierra, la última incursión
vilonia en Akenar se produjo en Áquila, que fue atacada en el año 590 DS por los
restos del ejército imperial del sur que a pesar de estar en decadencia
resultaba igualmente mortífero y perecieron más de dos mil arcanos defendiendo
la ciudad.
Sin embargo San Dionis no iba a dejar pasar su oportunidad de acabar con la
guerra. A finales del siglo VI armó un último ejército en Akenar que fue
dividido en tres cuerpos. Uno fue enviado al Celeste y dirigido por Lady Anna de
Tyhen. El otro fue enviado a Salé y dirigido por el propio San Dionis. El
tercero partió al norte bajo el mando del Obispo Uthil, que no encontraría la
menor resistencia a su paso.
El asedio de Celeste concluyó en el año 599 DS con la caída de la ciudad, una de
las joyas del Imperio. Lo mismo sucedió con Salé, que fue tomada por San Sionis
en el año 601 DS. Años más tarde ésta ciudad se convertiría en un lugar de
peregrinación porque es donde estaría la tumba del Santo; pero ya volveremos
sobre eso. Cuatro años después el Rey también tomó Westerdam y lo único que
quedaba del Imperio era la propia isla de Vilonia que además se enfrentaba a una
revuelta de los clanes de Cirannia por aquel entonces.
Si bien la caída de Vilonia podría ocupar varios libros, la resumiré en pocas
frases. Solo queda mencionar la Batalla del Acantilado del año 611 DS, donde San
Dionis desembarcó victorioso en la isla y derrotó a las pocas legiones que le
esperaban. La Inquisición quemó a los pocos nigromantes que apresaron. En el año
615 DS se produjo la caída de la Corte de Haldheim y tras eso la última victoria
vilonia, la Batalla de la Ciénaga, donde un grupo de caballeros desesperados
atacó el campamento del Rey en plena noche y estuvieron a punto de acabar con él
(el elfo resultó gravemente herido pero su fiel clérigo Cormac le salvó la vida
con conjuros sagrados. Finalmente en el año 623 DS el Rey San Dionis aceptó la
rendición del Senado en Nevesy y obtuvo para sí el Trono Imperial, que fue
transportado a la Fortaleza Negra en Akenar. El mago Rary fue liberado. Al
regresar a la ciudad, San Dionis se coronó Emperador y Akenar dejó de ser un
Reino.
La Guerra de los Dos Siglos había concluido. El Imperio Vilonio llegó a su fin
en su año 1625.
EL TERCER CALIFATO
Pocos tiempo antes de la victoria de Akenar sobre el Imperio
Vilonio, en el año 600 DS, había triunfado en Ala’i (concretamente en la ciudad
de cúpulas doradas de Mirra) otra facción alina que apoyaba al Cafifa Agmeh ibn
Nassar, un jovenzuelo con afán de fama y conquistas. Agmeh había gastado miles
de dinares en mantenerse bien informado sobre acontecimientos y batallas de la
Guerra de los Dos Siglos, a pesar de que ésta discurría a miles de millas de sus
palacio. Los adivinos y magos eran comunes entre su corte, así como los espías y
mensajeros. Agmeh también se hizo rodear de emires militares, muchos de ellos
tuaregs del desierto mucho más duros que la mayor parte de los alinos de
ciudad. Fueron estos guerreros los que, al tener nuevas de la desatención
vilonia de sus provincias ribereñas con el Mar Ilko, recomendaron al Califa que
atacase a su enemigo debilitado como un perro aseteado. Ansioso de gloria, Agmeh
se puso al mando de un ejército bien dotado de jinetes y atacó los restos de las
posesiones imperales en el norte de Ankay, que se fueron rindiendo con poca
resistencia a pesar de sus inmensas extensiones. Así, una tras otra, se hizo con
Ylirantia, Talantia, la Arenaica y Aritana con gran facilidad. En Talionaica
encontró más resistencia, sobre todo porque las tribus de trasgos del desierto
campaban a sus anchas por el territorio y eran imposibles de dominar. La única
provincia que se mantuvo firme fue Próxima Ankay, que surtía con grano a los
ejércitos vilonios y por tanto resultaba de importancia supina para el Senado
pues por aquel entonces el último Emperador ya había muerto. Esa provincia se
mantendría fiel al Imperio hasta la caída del mismo en el año 623 DS y aún
después se convertiría en el Reino de Famia por algunos años (de hecho Gzar era
el puerto comercial más importante de Aknay por aquel entonces). A la altura del año 610 DS Agmeh ibn
Nassar había
conquistado toda la costa, en tan solo cinco años: el joven Califa se ganó el
sobrenombre de el Victorioso sin apenas merecerlo.
Dos años después el Califa, embriagado por sus victorias fáciles, inició la
conquista de Sigia, la tierra de los Dos Reinos, faraones y los Dioses Muertos. Los sigios
resultaron ser mucho más duros que los vilonios y aunque los alinos finalmente
doblegaron Sigia, el monarca murió ahogado mientras atravesaba unas arenas
movedizas durante una batalla. Una vez más los alinos se enzarzaron en luchas
civiles que acabaron con la división de los dominios del Califa muerto, el norte
de Ala’i siguió gobernado por los califas de Mirra pero el sur, principalmente
los emires alinos que habían conquistado Sigia, fundó una nueva estirpe de
adoradores del Destino llamada Tercer Califato, que pretendió –sin éxito-
imponerse sobre los creyentes en detrimento de Mirra o Libah. La situación
desordenada de Ala’i no pasó desapercibida a los que se creían con derecho a la
costa del Mar Ilko: los arcanos.