UNDOR
Antigua provincia del Imperio de Akenar
Su señoría, el Duque Mihael, y su Mayordomo, Sire Maeldon
Capital: Gaelot (35.000)
Población: 1.300.000
Etnos: 90 % arcanos 10 % svardos
Recursos: Mercenarios, arcos, miel, carros, embutidos.
Idiomas: Común
Lundor siempre fue uno de los corazones del Imperio de Akenar, desde que fue
anexionado por el Rey Umberto a principios del siglo V DS. Durante muchos años
estas tierras de valles sinuosos, bosques de robles, pantanos y colinas verdes
han nutrido de hombres muchas de las legiones imperiales.
Las tierras de Lundor, tomadas por conquista en una situación de guerra frontal,
fueron repartidas hace medio milenio entre las principales familias nobiliarias
arcanas. Desde aquel entonces no hubo ninguna guerra que cambiase el panorama
feudal en esta provincia, por lo que siempre se ha caracterizado por una
ausencia notable de gentes de baja nobleza y por un gran inmovilismo en la
estructura social. Los grandes nobles de Lundor son grandes terratenientes que
poseen, en casi todos los casos, mucho más de un condado. Se suelen valer de
caballeros de confianza para regentar todas sus tierras, pero en pocas ocasiones
se hacen casamientos desfavorables o se reparten las tierras entre los hijos: la
costumbre local es que todos los dominios pasan al heredero. Esto ha propiciado
que muchos mandos del ejército imperial o abades de monasterios resulten ser
hijos segundones de familias lundorianas.
La región no destaca en absoluto por sus riquezas. Por su inmejorable posición
en el Imperio, abunda la pequeña burguesía comerciante, las posadas en las
numerosas calzadas de cruzan la provincia, los almacenes y la construcción de
carretas. La madera, muy abundante, es de una calidad excepcional, y también es
costumbre local el uso del arco de tejo, tanto para la caza –para la que hay que
contar con un permiso muy difícil de adquirir- como para la guerra. La mayor
parte de los campesinos en Lundor aprenden desde niños el manejo arco,
circunstancia que los nobles suelen aprovechar y regular: es legal en todos los
burgos de la provincia portar arco, salvo en presencia de un alto noble,
príncipe, rey o emperador. También escasean los castillos en la zona, todos de
construcción arcana ya que las viejas plazas amuralladas –de construcción muy
tosca, estas tierras jamás conocieron la influencia de los vilonios- fueron casi
en su totalidad destruidos en tiempos de la conquista. El hábitat tiende a ser
bastante disperso, sobre todo en el este de la provincia, mucho más seguro que
el oeste.
Así pues, la provincia posee una agricultura y ganadería modestas, aunque
destaca su miel y los embutidos de la región, así como los pescados de río
ahumados –muy usados en las comidas de viaje en estas tierras-, y la caza.
Los ejércitos feudales de Lundor suelen tener un número reducido de caballeros
con bastante más poder que en otros lugares del Imperio. Cuentan con infantería,
que suele formar las guardias de las ciudades y las guarniciones de las
fortalezas, y –en tiempos de guerra- un sinfín de arqueros. Aunque los arqueros
élficos de Yvonesse quizás cuenten, individualmente, con mejor puntería, como
unidad militar los arqueros lundorianos son implacables y los mejores del
Imperio. La provincia no cuenta con legiones pues disfruta de una relativa paz,
sólo rota por disputas locales o amenazas de monstruos, sobre todo llegados del
oeste. En todo el Imperio se encuentran mercenarios arqueros de Lundor.
(Cueva del Dios Escarabajo, en los lindes de Yvonesse)