ortoña
Provincia del Imperio de Akenar
Su señoría, Lord Stefan Crowlet, Duque de Dortoña
Capital: Áquila (26.000)
Población: 110.000
Etnos: 95% arcanos, 5 % otros.
Recursos: hidromiel, armaduras, telas, ahumados.
Idioma principal: Común
La provincia de Dortoña fue creada por el regente del Rey Elgar, Guillermo de
Bulé, en el año 295 DS, para defender de manera efectiva la costa del lago de
Aark. En los siglos que siguieron a esto la provincia acabó siendo rodeada por
otras, lo que le garantizó una vida mucho más pacífica que la típica de los
territorios fronterizos del Imperio de Akenar. Su capital, Áquila, nunca fue
tomada por asalto o asedio.
El lago de Aark y sus vientos del este suavizan el clima continental de Dortoña,
haciendo que los veranos sean más templados y los inviernos menos fríos. Llueve
a menudo en estas tierras de suaves colinas y ríos caudalosos, de manera que
toda la región es fértil y abundan los páramos boscosos.
A estas tierras apenas llegó el auge del Imperio Vilonio, de manera que es mucho
más raro ver edificaciones tan antiguas como en la costa. La construcción de
puentes y canales se percibe distinta a simple vista, algo más tosca y robusta
que la de los viejos arquitectos vilonios. También hay calzadas que recorren
toda la provincia, así como numerosas posadas y puertos en el lago. En la región
se suelen ver aldeas y pueblos enteros sin amurallar, sobre todo en las
cercanías del lago. Los castillos son de pequeñas proporciones, la mayor parte
de las veces no pasan de ser una torre con pocos hombres donde residen los
señores del feudo, que poco a poco pierden fuerza en la región a favor de los
burgueses de las ciudades de Áquila y Melburgo. Los gremios de comercio y
artesanos de la región han ido cobrando importancia gracias a la excelente
calidad de las manufacturas locales. En las herrerías de Áquila se forjan
armaduras de una calidad excelente, y en Melburgo, junto al lago, están los
mejores telares de lino de todo Akenar, plantado en los alrededores de la
ciudad, cuyo puerto comercial es casi tan grande como el de la propia ciudad de
Akenar. La región, pues, vive del comercio y la artesanía.
En la región hay pocas tropas feudales, casi todo son guarniciones de torreones
y guardias de ciudad. Los caballeros que hay se dedican a mantener la paz en los
condados y a evitar el bandidaje y la caza furtiva a toda costa. También hay
tropas feudales del duque que suelen vigilar las caravanas de hierro de las
Montañas de Glades, con el que se alimentan las herrerías de Áquila. En esta
ciudad generalmente se acantonan dos legiones imperiales en tiempos de invierno.