l-Koran,
Sultanato de
Dominios de Omuth
Su Alteza, el Sultán Ohnila I
Capital: Shaohnila (31.000)
Población: 430.000
Etnos: 50 % zarkos, 40% alinos, 10 % otros.
Recursos: Papiro, tintes, seda, tapices, vino, salazones.
Idioma principal: Zarko.
Las disputadas tierras de Al-Koran son el mayor oasis del norte de Ankay. Las
gigantescas Montañas de Salam guardan el sur de la región de los vientos del
desierto y convierten la península en un vergel sin igual. Varios ríos riegan
estas tierras generosamente y crecen en ella datileras, granadas, palmeras,
plantas del papiros y árboles frutales. Abundan los pozos y las marismas, y la
costa está formada, casi en su totalidad, por largas playas de arenas blancas y
aguas verdes y cristalinas.
Los zarkos dominan estas tierras desde hace pocos años, expulsaron de ellas a
los arcanos de Akenar y crearon el Sultanato de Al-Koran. La capital, Shaohnila,
es una ciudad nueva sobre las ruinas de una vieja urbe vilonia, con tres
fortalezas de piedra blanca y un inmenso templo dedicado al Dios Erythnul y a su
Rey Demonio Omuth, donde todos los meses realizan un sacrificio humano. La
población alina que existía anteriormente fue diezmada por los zarkos y está
esclavizada en los campos. Al mando del Sultán se encuentran numerosos navíos de
guerra que utilizan para saquear o simplemente quemar todo lo que tienen a su
alcance. Antaño, incluso en las épocas del Imperio de Akenar, las rutas
comerciales alinas acostumbraban a hacer escala en Al-Koran, ahora ya no. Los
alinos shainitas que adoran al Destino han de hacerlo mirando al Oeste, hacia el
Califato de Libah.
El ejército de Al-Koran está compuesto por guerreros zarkos del desierto, buenos
jinetes y excelentes arqueros que también manejan con destreza la cimitarra y la
jambiya. La abundancia de maderas nobles en Al-Koran les permite mantener una
buena flota pirata que suele actuar de manera caótica e impredecible. El Sultán
también cuenta con elefantes de guerra, temidos por los enanos de Ayean en la
muy reciente guerra que mantuvieron. El Sultán está intentando imponer orden en
un desorganizado ejército incapaz de mantener guerras largas o con complejas
líneas de suministro, por ello se han creado recientemente los Sasari, unos
cuerpos de ejército de cien hombres comandados por un caudillo fiel al Sultán.